Nada más poner el título: tu cuerpo es un libro abierto (porque tengo la manía/costumbre/zona de confort de empezar por el principio, de arriba abajo y de izquierda a derecha), me vino a la cabeza una maldad: a ver si van a confundir… ¡Ah, no! que he puesto la palabra libro y se hace un silencio aprobador de ambiente respetable. Pretendía volcar lo que me ronda en mente cada vez que salgo a pasear, inocentemente, sin propósito alguno, cuando me cruzo con una persona.
Reconozco que los niños me resultan bastante inexpugnables, y espero que así sigan; los jóvenes menores de 42 precisan de mi atención más pormenorizada; pero los jóvenes mayores de 42 y un mes, me resultan un libro abierto. He de confesar que esta suposición que me han insinuado muchas veces antes y que ahora admito abiertamente en la impunidad de que mi blog sea leído en petit comité, es una de las razones por las que espanto a muchos hombres y posibles ligues. Siempre los he visto venir, desde tiempo ha. Otra cosa es que yo misma haya desoído mi intuición, me haya hecho trampas al solitario o me haya pasado por rubia infinidad de veces. Sin embargo, esta visión de lectora de cuerpos que parece que esté escrita en mi frente, ha sido una bendición caída del cielo. Me ha hecho de selección natural por mí. No he tenido que perder el tiempo espantando candidatos, se retiran antes por miedo a verse en carnes pudendas mientras los devoro emocionalmente despedazando una a una sus vulnerabilidades. Es maravilloso, no me molesto ni en abrir la boca, ellos mismos se fagocitan.
Cosa diferente diré de las amigas, compañeras, cuñadas, primas, vecinas y colegas que me he cruzado… Ya entiendo por qué nos gusta tanto mirar los pases de modelos a las mujeres, es que precisamos estudiarnos muchísimo más. Tenemos múltiples capas de disimulos ancestrales, de trampantojos de supervivencia y de cambiante refinamiento. Somos criaturas complejas y aquí me he tropezado y confundido en mis lecturas en mayor porcentaje. Con ellas se puede decir que me entrené todo un máster. Ejem…, me tengo como primera referencia.
Empezaré por nuestros rostros. Hay una serie de emociones primarias y universales (microgestos), que se aprecian en el juego triangular de la zona de los ojos, la nariz y la boca y que tienen la cruel obstinación de colocarse y repetirse cada vez que una emoción, aunque sea fugaz, aparece. La ira engurruña el cejo y aprieta la parte del labio que ahora se llena de sustancias químicas. El miedo te deja la mirada de un cervatillo acorralado sin salida. El asco te eleva la tocha y te decora con un rictus de persona repelente. La tristeza te deja bolsas que contienen lágrimas no lloradas y los pómulos como si te hubieran tirado cemento a la cara y tus facciones cayeran al suelo con peso. La sorpresa dura poco, lo siento, ya quisiéramos que se nos quedara la cara de nuestra infancia ante el mejor regalo esperado. La alegría te obsequia con unas patas de gallo increíbles cuando es sincera, y la caricatura de Joker, cuando es fingida. Ojo con los potingues que la gente se pone para inhibir ciertos músculos, que de seres simpáticos pasan enseguida a personajes estúpidos y ni siquiera se enteran del porqué.
Pues bien, la emoción que con mayor frecuencia nos suele elegir, es la que va dejando poco a poco su impacto en nuestro rostro. Antes hice la distinción de jóvenes naturales y jóvenes voluntarios porque los primeros tienen todos los días una oportunidad de pasar desapercibidos a pesar de haber sido unos amargados o unos tristes el día anterior, pues al siguiente al levantarse, nadie se da cuenta. Sus caras estarán frescas como lechugas y pueden volver a fruncir el ceño y ladrar, que a las 7 o’clock aparentarán ser unos cachorrillos juguetones. Mas para los jóvenes voluntarios, esos motivados de 42 y un día, se les va a notar. Si pasan el día como acelgas, al día siguiente seguirán acelgas. Si abusan de alguna emoción, las finas líneas de expresión avanzan a arrugas inexorables. Oye, y a mí me encanta. Si has hecho los deberes y no te has perturbado en exceso, te verás bien, y si no, estás a tiempo de moldear tu rostro con tus nuevos pensamientos. Pero notarse, se nota.
Fíjense ustedes entre sus conocidos y descubrirán que sus arrugas hablan de la vida que han llevado o que llevan. Les adelanto, que en los jóvenes de carnet y los aspirantes a alargarlo una década más, cuesta más verlo y que si es muy notorio, mal asunto… Por el contrario, los jóvenes de convicción excluidos del derecho para pedir el famoso carnet que en breve cotizará en bolsa, son libros abiertos.
Bueeeno… está bien, les voy a dar más pistas para acertar a las quinielas. Porque esto no era más que un juego ¿verdad? No se les ocurra tomárselo en serio, o mis ilusiones por ligar un día de estos, caerán por tierra para siempre.
Continuemos por los cuerpos. Aquí voy a ser prudente por primera vez en mi currículum y no voy a hablar de expansiones de volúmenes, cual nueva medida de toma de consciencia. Gorduras y flacuras aparte, en función de cómo la grasa se reparte por el cuerpo y en función de la consistencia o flacidez de los elementos que recubren la masa ósea, incluida la forma de ésta, aporta información al resto de la comunidad. Es decir, nuestra complexión y lo que la cuidamos, maltratamos, deformamos, ostentamos o disimulamos no es casual y manda datos continuamente a la especie, o sea, a los viandantes con los que te cruzas. No solo es la genética, es la epigenética, es la reacción o respuesta al entorno, es la herencia de programas inconscientes de conductas heredadas, son llamadas de socorro, son peticiones a la comunidad, son advertencias a la pareja, son reafirmaciones de egos, culpas no perdonadas, victimismos constatados, manifestaciones de amor…
Observen esas espaldas por los hombros caídas y chepadas, esa rigidez en el cuello y miembros que se sostienen sobre un palo vertical, ese bamboleo llamativo de caderas, esos pies apuntando a las diez y diez, esas piernas arqueadas que cobijan vacíos, ese vientre abultado y caído que tapa los genitales, esa papada trémula al habla, esos pechos que se desbordan por doquier, ese minúsculo cuerpo congelado en su infancia, esa negrura alrededor de los ojos en forma de antifaz, esos dedos afilados señalantes, esas orejas que sobresalen, ese pelo ralo, ese culo estilo Kardashian, esas varices, esa piel rosácea, ese poderoso torso barbilla altiva. Esos cuerpos fueron, devinieron, se corrigieron, se mantuvieron, se echaron a perder, se descuidaron, se resignaron, se embellecieron, se tonificaron y un largo etcétera, en función de las decisiones de sus amos. Nuestros cuerpos se hablan entre sí en un lenguaje que se puede descifrar. Ofrecen una información a veces tosca y otras muy precisa. También depende de los ojos con los que se mire, sin juicio, con respeto y comprensión, simplemente como espectadores de la vida.
Existen diferentes puntos de vista (por no decir métodos, herramientas, brujerías, ciencias, etc.) que abordan estas cuestiones. Resulta abrumadora la cantidad de datos de información que está a nuestra disposición tan solo por nuestro físico, nuestro timbre de voz, nuestra ropa, nuestro gesto, la gramática que usamos, el vocabulario escogido, el espacio que guardamos, las lesiones sufridas, las enfermedades recurrentes, nuestros hobbies, nuestras sombras en la noche o bajo la bebida. Pero en eso consiste la vida, en un campo de transmisión de información y nosotros, los humanos, tenemos todos los recursos a nuestra disposición para traducir esos datos y sacar conclusiones, que luego desecharemos a medida que tengamos más información y así sucesivamente.
No se trata de quedarse con la primera ni con la quincuagésima impresión, se trata de escuchar al Universo, que lo hace a través de nuestro entorno, de las personas que nos rodean. Teniendo siempre en cuenta que lo que vemos en los demás y nos produce rechazo, curiosidad, intolerancia, admiración u otro juicio, nos está aportando más información acerca de nosotros mismos, última referencia.
PD: Leer es vivir varias vidas en una 😉 Lean sin creerse el argumento, tan solo por el placer de bailar en la pista de la vida.
Genial.
Gracias!!