Suave, sin invadir, sin empeño, sin estridencias, así me administras tu cariño. Intermitencias tibias entre empujones de realidad.
Gustosamente yo ensalzaría la copa que contuviese potente veneno en grandes dosis, de sabor fuerte y gran impacto. De una sentada me tomaría todo el tratamiento que podría durar… ¿cuánto? ¿una relación? ¿media vida juntos? ¿un par de horas?
No creo que te gustaran mis gotitas diluidas en una insulsa solución que tomaras un día sí y cuatro no. ¿Acaso eres de paladar perezoso? ¿de medios gustos? ¿de débil digestión?
Me mandas un beso sin corazón, un abrazo sin calor.
Como quien teme quedar atrapado en comprometida felicidad, entras sin intención de quedarte en la estancia. Merodeas en tu casa con las mismas ganas que en los caminos del campo. Viajero de paso, transeúnte de flojos corajes.
Haría mejor en no asir de frente la hoja de cuchillo. Es tan potente el corte… me envicia no parar a la entrada a la herida. Dejarme en tus manos es la más tramposa valentía de no asumirte un no.
En el fondo esperanzaba equivocarme, esquivar a mi dudosa suerte… Y me mandas un beso sin corazón, un te quiero sin incluirnos a los dos.
Colecciono entre mis costillas trocitos de decepción. Las respiro a poquitos, solo cuando tu aliento de presencia las borra. Me pongo a partir de cero, de menos diez o sobre y pico. Al fin me preparo para destapar mi forzada entrenada contención, mas te veo en la mirada que si me embalo, me nos destruyo. Y vuelta a detener…
Encajo tu victoria y la poca estima en mí. Me mandas un beso sin corazón, un silencio que esconde un ambiguo adiós.
Empapada en consentidos desprecios, me doy toques con la toalla de victimarios reproches. Salgo corriendo a encontrarme al rellano de la paz, donde no habitas, donde no marcas, donde no te permito. Y me sano sin medicina, sin homeopatía y con propio amor.
La interna calma me deja de nuevo dócil para recibir tus migajas, tus convertidos apretones en símiles de caricias. Preferiría cosechar mi siembra, mas tiempo ha que contigo no me dejé ser yo…
Y así, día a día, instante a instante, amontono besos sin corazón y bofetadas de razón. Mi cura no pasa por este cuenteo de cariño. Amor de homeopatía, dolor sin meta.
Ya me cansé, prefiero no. Me niego a seguir contenida, mesurada o reprimida. Al fin me salió la rebeldía ante no ser yo. Porque no existe un mejor molde, una única forma, ni siquiera una absoluta verdad. Tan solo en esta historia estoy yo.
«Yo no soy yo, evidentemente» (Gonzalo Torrente Ballester)
Ummm, intrigada me quedé y me dispuse a leer… Gracias!!