“Mis muy estimados alumnos”,
Ha sido un placer conoceros y un privilegio tener la oportunidad de compartir un rato de vuestras vidas. De todos los comentarios a lo largo de estos intensos días y especialmente con las conclusiones finales, me habéis permitido conocer el resultado de mis deliberadas acciones.
Mis objetivos para con vosotros se han cumplido y esto es una de las mayores satisfacciones que me puedo llevar como docente.
Yo quería haceros reflexionar, indagar en vuestro autoconocimiento, quería que os cuestionarías lo que hasta ahora dabais por sabido y hecho y por encima de todo, quería incomodaros.
Incomodaros en exceso para que os pongáis en marcha. Incomodaros hasta haceros saltar de la silla de las excusas, las resignaciones, las quejas, las esperas y las desesperanzas. Me habéis hecho saber que muchos os habéis levantado con el convencimiento de que vuestra vida está en vuestras manos y cuenta a partir de ¡ya!
Otros se van con la ira interna en foco diferente a la sociedad y las circunstancias y esto de verdad que es bueno. Al menos es el comienzo para desarrollar una buena oración (sujeto + verbo + predicado) ya que la 1ª persona del singular está bien conjugada.
Que sí, que no es rápido, pero la gran noticia de que somos los hacedores de nuestro futuro y no la marioneta que nos hacen creer, bien merece la pena esa arruguita de madurez y no envejecimiento.
A algunos les vi brillar los ojos de la ilusión y el placentero miedo de descubrir que hay cosas que dependen de nosotros y otras que no y no precisan más gasto de energía y esfuerzo.
Nunca fue mi intención hacerme la amable, la consejera con cara diferente a mamá, la enrollada o la experimentada sabelotodo. Yo quería ser incómoda. Lo siento si no os advirtieron antes de que la rubia iba a repartir agujas para pincharos al tiempo que sonreía.
Tranquilos que ahora tenéis el resto de vuestra técnica formación para igualaros en aptitudes y apaciguar el desasosiego que causa la única cosa por la que vais a ser contratados, mantenidos o relevados de vuestros futuros puestos de trabajo: vuestra personal y voluntaria actitud.
Algo que aprendí en mis carnes y quise dejaros por si os servía el día de mañana y que no me cansaré de repetiros es que todos somos sustituibles, pero muy pocos irreemplazables.
La otra gran satisfacción que me llevo como docente es siempre tocar vuestras hermosas almas y aprender como ser humano.
No diré que os echaré de menos porque ahora tendremos en breve las tutorías y porque este mundo es pequeño, redondo e imprevisible, como el interior de mi corazón.
POLE!