Qué gran mentira, cómo nos gusta engañarnos y pensar que tal como somos, es lo normal. Oye, y en cierta medida lo es, es lo normal dentro de nuestra normalidad. Pero precisamente por conocida, por instaurada en nuestra cotidianidad lo tomamos como la normalidad común.
Andaba yo de correrías matutinas por el paseo de la playa, un sábado normal, cuando me crucé con el típico señor mayor normal que paseaba junto a un perro corriente. Llevo cruzándomelo durante 3 años o así y la mayoría de las veces camina renqueando con su bastón hasta que llega a un banco y suelta a dos que lleva con correa que persiguen al tercero que goza de inmunidad. El pobre no falla, ni con viento, ni chispeo, ni frío, ni calor.
Se diría que es un amo cuidadoso y que los canes, pese a su aparente docilidad y complexión menuda precisan de ataduras cortas para no cometer travesuras propias de su condición. Cierto es que no todo el mundo muestra sus afectos en público, pero jamás vi una caricia humana sobre el lomo de esos chuchillos. La estampa más familiar que se alcanza es un hombre sentado en un banco mirando el amanecer rodeado de perros a modo de podium de diferentes alturas.
Pues el otro día anoté hechos nuevos en la relación que les trae. Justo cuando pasaba a su lado el hombre al hablar con otro hizo un movimiento con su bastón hacia delante y dos de los perros que le acompañan a modo de resorte, con el rabo entre las piernas y los ojos inyectados en respeto impuesto, se dispersaron hacia la huída de quienes saben que alejarse mucho no sirve de nada porque han de regresar, pero les puede el temor de quedarse quietos a recibir lo suyo.
Conozco bien esa reacción y es inconfundible. Como también la contraria de quien incluso a modo de broma pretende infundir susto y sólo consigue que su perro mueva la cola de lado a lado e intente robarle el palo para disfrutar del momento lúdico. Y no, no me vale ninguna de las explicaciones que ignorantes sobre el adiestramiento de perros me indique. Y menos entre estos perros que les cuento. No hay derecho a crear este tipo de reacciones, ni por una sola impactante vez ni por repetición constante.
Entonces me vino a la cabeza la cantidad de «palos» que todos llevamos a cuesta y que mantenemos sin que «el amo» siquiera esté presente. Es más, corre por ahí un estúpido mensaje sobre la forma de educar en épocas pasadas donde dar un azote, un pescozón, un cachete, una torta, un zapatillazo, un correazo… (escójase a gusto sobre lo padecido) a tiempo es positivo. ¡Ah! y luego ponen la coletilla esa estupenda de «y no tengo ningún trauma».
Si la gente supiera la cantidad de tarados que andamos a cuesta con nuestros pequeños palos al menos esta estupidez se la callarían para su máxima intimidad como información que revelarla es altamente peligrosa para la sociedad. Quizá por ignorancia, desconocimiento de consecuencias, venganza o cerrazón, tradición o falta de autocrítica pudiera, no ya justificarse, pero sí entenderse en tiempos anteriores a esta era de la información, del conocimiento y de juicio crítico, tiene un pase (ojo que en breve caduca y le estalla en las manos). Pero ahora no hay excusas.
Que sea un lerdo como jefe y me crea que mi chequera me otorga el privilegio insensible de humillar a alguien… Que sea un torpe como padre para poner límites y se me vaya la mano de paseo como máximo signo de impotencia… Que sea un ciego reproductor de conductas vividas y me descargue a gusto de frustraciones con quien comparto mi vida de pareja…
Todos padecemos nuestros pequeños traumas (golpes, cortes, heridas superficiales o profundas, señales físicas o emocionales) y se deben a la interacción con ese reducido número de personas que nos cruzamos en nuestra corta vida. Y si bien decidimos voluntariamente que no vamos a huir del todo como hacen esos perros, al menos no salgamos ladrando por todo el paseo proclamando al resto del personal que lo mejor que nos pasa es lo que nos hace nuestro amo; nuestro normal amo y mira, mira, no tengo ningún trauma.
Teda anoche me fui a la cama sin poder ver tu blog. Hoy rodbrcaea que teneda algo pendiente y cuando entre9, secillamente flipe9. Ver las fotos escuchando la mfasica de tu web es sencillamente un placer para los sentidos. Enhorabuenaaaaaaa!!! y a seguir deleite1ndonos!!!!!