Y yo que soy de costumbres… De mirarte el cuello, acompañarte mientras te quitas los zapatos y relamer la espera…
Tengo mis pequeños placeres culinarios. Además de saborear tu olor, me gusta desayunar en casa, comer fuera y cenar contigo.
No, no voy a hablar, no voy a decir una sola palabra nada más despertarme, ni tampoco si me invade la certeza de que me vas a rechazar.
Y si me pides que te siga al fin del mundo, te lo voy a negar. Sabes que el mundo para mí no tiene fin y si lo tuviera… me aterran las despedidas.
Y cuanto más pienso que me conozco, vas tú y me lo arrebatas.
Yo solo quiero jugar en nuestro recreo. Y a eso también.
Caminaba por la calle y el aire al mover mi falda me hizo darme la vuelta para ver si eras tú. Y te ríes…
Voy a tener que contarte una historia, así que no me detengas en la puerta para irme a la calle. Sin aventuras, no hay historias.
Guárdame un beso que ahora vengo. Y a eso también.