Estaba de comida con unas íntimas amigas y una de ellas nos contaba como en una ponencia se le ocurrió la idea de poner de relieve esa idea de que sí, en verdad hay un día que todo lo cambia, hay un día que algo sucede, hay un día que es un mundo… y me quedé con ese ronroneo en la cabeza que mi amiga magistralmente sacó a colación: un día…
Pues bien, ese día en Alicante mientras nos reíamos y nos emocionábamos contándonos tales intimidades que sólo sabemos hacer las mujeres-amigas y de ciertas experiencias (por no decir ciertas edades porque no siempre coincide), en otra ciudad de la misma comunidad valenciana (Cheste) otro grupo de hombres amigos se contaban y se emocionaban con sus batallitas automovilísticas en un circuito.
Parece tópico, y lo es, tanto como lo sucedido y las reflexiones que uno extrae.
—Hola —respondo a la llamada de su hermano. Se habrá quedado sin batería en el móvil para llamar desde el suyo, intento pensar positivamente.
—Hola Laura, estamos en Valencia.
Me extraña no oír su voz, pero igualmente parece todo tan tópico: te llama el hermano que estaba con él porque algo le ha pasado…
—Sí, dime —contesto seria y tranquila esperando lo que tenga que venir…
—Estamos todavía en Valencia… Ha ocurrido… Él está bien… No le ha pasado nada, pero… Ya lo han explorado y está todo bien, pero… Nada, un golpe aunque llevaba casco, todo bien, pero… Ha entrado en bucle y no recuerda, pero… Falta un TAC, pero… Una simple conmoción cerebral, pero… Lo único es que no sale del bucle, pero…
Menos mal que me pasa a continuación con el interfecto. Efectivamente algo le ha pasado porque me habla como si estuviera estupendamente y la cosa no fuera con él. Se separa del móvil para preguntarle a su hermano y un amigo por… creo que ya va por la 57 vez o así que les interroga con el mismo tono y exactamente utilizando las mismas palabras, datos de la situación en la que está y no comprende y del accidente que le cuentan una y otra vez y él no recuerda.
—¿Entiendes ahora que te digo que está en un bucle?
Llamada de rigor a una amiga médico para confirmar que lo que le pasa es normal: amnesia temporal de corto plazo. Muy bien, eso lo pondrá en los libros, los protocolos dirán que esté en observación, no podré ni quedarme allí, pero pongo rumbo a mi navegador interno sin pensar más.
Llevo conservando la calma toda la tarde desde que sé la noticia delante de mis hijos hasta que los dejo con alguien, conduzco con precaución todo el trayecto pese a que no es mi estilo ¿y justo ahora que voy a entrar en la sala UCI de observación voy a perderla? Con la mejor de mis sonrisas y recién repuesto mi pintalabios me dirijo a su cama.
—Hola, estás tan guapa como siempre —me dice intentando incorporarse con el collarín puesto.
No me esperaba ese recibimiento y hago un esfuerzo por mantener el mismo estado anímico que él comprobando por mí misma que en lo demás está bien, que no recuerda nada de hoy, ni de la semana pasada, ni de días anteriores.
—¿Ya ha pasado Reyes? Vaya… pues compramos un roscón y lo volvemos a celebrar.
Me río de la ocurrencia y la enfermera que se acerca me da detalles de lo actuado y del protocolo a seguir.
—Ven, métete en la cama conmigo, no me dejes solo —me dice mimoso rodeados de dolor y desgracias.
—Bueno señora, puede estar en observación 24 o 48 horas —me dice la enfermera conteniendo la risa, yo creo que alegrándose de que le tocara un paciente con una conmoción no grave y «graciosa».
—¿De verdad no te acuerdas de estas Navidades, ni de Reyes ni de esta semana?
—No, no me acuerdo.
—Tranquilo, es normal, ya lo irás recuperando.
Y mientras le relato algún detalle de los regalos de los niños, de a dónde fuimos y qué hicimos, me interrumpe para preguntarme:
—¿Me he portado bien contigo esta semana?
Casi no me sale la respuesta. Está en un hospital en urgencias, con contusión en las costillas, hombro, cuello, sin recordar nada de lo sucedido, angustiado por ese vacío de consciencia ¿y le preocupa en el fondo saber cómo estoy yo?
—Nena, qué mala vida te estoy dando —me decía pesaroso apretando mi mano.
¿Y yo cómo le digo que aunque no deseo que nada malo le pase obviamente, estas son las circunstancias tópicas que son necesarias que nos sucedan a modo de sacudida de hombros?
Curioso que en los 15 minutos que estuve con él las únicas cosas que no me repetía ni me preguntaba una y otra vez eran las relativas a nosotros dos. Memoria selectiva ;·)
De vuelta sin él esa noche conducía mi coche su amigo mientras yo hablaba por teléfono y mandaba mensajes a la familia e íntimos.
—¿Sabes Mario? Sé que cuando se ponga bien va a volver a ir y yo no se lo voy a negar. Vivir consiste en eso, en acumular días, horas e instantes que te importen. Pese a que, como decía mi amiga, un día… Porque es verdad, siempre hay un día, todo empieza así, un día…