Desconfío de las personas que tienen un perfil en redes y no ponen su imagen o fotos suyas. Por norma, no acepto amistad ni siquiera en Linkedin, cuando tras un nombre le sigue ese círculo de sombra gris… ¿Abrirías la puerta de tu casa a ciegas?
«Pueden engañar subiendo una foto falsa». Pues mira, mejor me lo pones, aprendes a detectar si hay fraude. Tengo «un olfato de lince» para ver esas cosas. Lo he aprendido con la experiencia y escuchando a mi intuición, que lleva miles de años perfeccionándose en el homo sapiens y me he dispuesto no malgastar tal esfuerzo y rendir homenaje a mis ancestros. Y aún así, cuando han mentido, no me siento estafada, porque se han mentido a ellos mismos. Me produce compasión. ¿Qué les habrá llevado a rechazarse?
El colmo lo observo en Instagram. Una aplicación que nace y se enfoca en la imagen y sin embargo, en algunas cuentas no aparece por ningún lado la más importante de ese perfil. «Es que soy fotógrafo, yo no cuento». «Yo ofrezco mis servicios, no mi persona». «Lo que importa es lo que hago, no quien soy». A mí se me ocurre preguntar: ¿Tan poco te valoras?
Que nos dé vergüenza que los demás nos vean, ya es significativo. Tememos que se burlen de algún defectillo, que nos vean poco agraciados conforme a los cánones imperantes, que comparen con nuestra perdida joven lozanía o que piensen que estamos satisfechos con alguna parte de nuestro físico de la que no deberíamos estar. Tremendo… ¿Tan poquito te aprecias?
Cierto es que a TODOS nos influye e importa lo que los demás piensen de nosotros. A TODOS nos gusta gustar. Pero una cosa es que nos importe, y otra cosa es que basemos nuestra estima en lo que los demás nos construyan en función de si nos aprueban o no. Debemos tener una autoestima firme y sólida y ésta ha de ser el pilar fundamental de nuestro amor hacia nosotros. Cuando los demás nos fallen, siempre contaremos con nosotros mismos. No dependeremos de los demás.
Si dejamos que el miedo nos impida mostrarnos como somos, estamos lanzando al mundo un mensaje: «No valgo, no merezco, no soy suficiente» (Maku Sirera dixit) y todos lo captarán. Es la primera creencia limitante de la cual derivan todas las demás que nos impiden ser. Habrá entonces quien lo entienda, quien se burle, a quien le reviente, a quien le incomode, a quien le ofenda… Cada cual resonará con ese mensaje que lanzas en función de su propia biografía.
Tu imagen es la forma con la que te presentas al mundo. Es la primera impresión con la que se queda alguien de ti que por primera vez te conoce, por ejemplo. La emoción que encierra tu mirada, el peinado que has escogido, la parte que resaltas con color o barba, el gesto que dedicas al de enfrente. Todo eso está hablando de ti. Quieras o no, eres un ser social que emite señales constantemente y los demás lo captan.
Si te amas, te valoras y te estimas, nada de ti puede avergonzarte, todo será perfecto y hermoso. A algunos les gustará más o menos, pero eso será su problema, no tiene nada que ver contigo, hablan de sus pasiones o aversiones, pero no habla de ti. Te liberarás de cirugías, excesos de maquillaje, imposturas que te ocultan, engaños que camuflan tus complejos.
Creo que sobra decir que la frase que dice «la belleza está en el interior», no va de que seas un troll por fuera y aunque creas eso dentro de ti, eres bello. No. Si tú crees que eres un troll, lo eres. Pero si tú te quieres, te cuidas, te mimas y te respetas, eres bello. Y eres bello siempre, aunque no te ajustes a los cánones, aunque hayas atesorado arrugas, aunque te falte o te sobre un cacho de carne, o tu cara diste mucho de la proporción aúrea y simétrica.
Es más… ¿Tú eres de los que se burlan de los demás? ¿Criticas en petit comité o en gran audiencia la imagen de alguien? ¿Te reconoces cruel en tus apreciaciones hacia el físico de los demás? ¿Te cebas con la alopecia, las bolsas de los ojos, el volumen redondo, la boca desdibujada, la anodina expresión de algunas personas? Si fuéramos conscientes de que cada vez que hacemos eso estamos hablando de nosotros… De nuestros miedos, nuestras exigencias, nuestros traumas.
Así que deja de herirte por lo que puedan decir de ti, pues en verdad, te revela el mundo interior de quien te juzga. Toma esa información que te ofrece y… compadece. No sabes las batallas que lucha y que tú también has pasado por ellas.
En este mundo digital, donde cada vez la imagen congelada toma más protagonismo que el charme en directo que despliega una persona al hablar o moverse, se hace más imprescindible trabajarla. Y no solo eso, sino pasar a la imagen en movimiento. De la foto al vídeo. Para hacer negocios, para aumentar tu círculo de amistades, para encontrar pareja, para codearte de gente interesante que te aporte intereses nuevos, para entrevistar a un empleado… Hemos eliminado los bares, visitas empresariales, salones comunes de oficinas y encuentros sociales por tiempo, salud, prioridades o geografía, así que hemos de relacionarnos en redes de manera previa, paralela o exclusiva.
¿Cómo vas a interactuar con los demás sin darte a conocer en persona? No solo somos nuestras obras o nuestros discursos, somos cuerpos que transmiten mucha más información de un vistazo que decenas de conversaciones telefónicas o escritas. No se puede apreciar la dulzura, la energía, la cercanía, la fortaleza, la humildad, la serenidad o el carisma sin estar en contacto con las personas. O al menos, leerlo en su rostro en una fotografía, o intuirlo en su movimiento y expresiones faciales en una grabación.
¿Por dónde empezar? Por trabajarse. Por conocerse en profundidad. Por desarrollar tu persona desde la inteligencia emocional. Por fortalecer tu autoestima. Por poner límites a los complejos de los demás que nos lanzan en forma de críticas. Por revisar tus creencias para cuidar tu salud mental.
Te sugiero que continúes por hacerte selfies, por subir tus fotos y escucharte frente a las reacciones de los demás. ¿Te gustas? ¿Te da pudor que te digan un cumplido? ¿Te incomoda que te piropeen? ¿Te pone triste que no lo hagan? ¿Te creces porque obtienes reconocimiento? ¿Te crea dependencia que te digan cosas bonitas?
Cuando te sientas preparado, grábate un vídeo. ¿Te reconoces? ¿Qué te molesta de lo que ves y escuchas? ¿Qué mejorarías? ¿Qué potenciarías? Si te atreves, súbelo a las redes. ¿Qué te gustaría que hubieran visto de ti? ¿Quieres saber qué estás proyectando y no te dicen?
No te escondas, quiérete mucho, bellezón.