¿Sufres, no eres feliz? Decididamente eres tonto

Estoy tan acojonada que estoy por no salir a la calle. Me lo van a notar en la cara, fijo. Ya sabe todo el mundo eso de que «Ser feliz es una decisión» «No eres feliz porque no quieres» «El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional» y no sigo porque ya de obra de miedo voy a terror abismal. O sea, que soy la única pardilla que no se ha enterado… Será porque como no veo la tele más que para las pelis, series de buenorros (ejem, de buenos actores) y documentales de cómo se fabrican las cosas…

Todas esas frases se tuitean y comparten en redes de maravilla, hay así como una media de 30 por minuto de «Si no eres feliz es porque eres tonto y tú lo sabes«. Y no se para, no, sigue la misma historia mientras estoy escribiendo la presente misiva.

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 Quizá deba de dejar de hacer esto y leerlo una y otra vez a ver si así… ¡Síííí! es verdad, era eso. Me repito en voz alta y muchas veces «Soy feliz y quiero serlo, no sufro porque no quiero«. Vale, eso me cuadra ahora que me siento guay, pero si al rato me viene uno de esos momentos, mi mente coge y sale en defensa de esta mi minoría que no nos hemos enterado de cómo hacerlo y me dice: Ahora vas a sufrir un ratito. Pero la muy traicionera enseguida se arrepiente: ¿No te dije que si sufres es porque quieres? ¿Quieres dejar de sufrir? Muy sencillo, sé feliz.

Entonces ya, el acabose, me entra un complejo conmigo misma… Debo de estar faba perdida, mi mente se sabe la monserga del felicismo, me lo acabo de repetir, ¡me lo pido, me lo pido! Y nada… no hay manera. Pues si yo quiero ser feliz, si yo no quiero sufrir. Si lo he puesto en la casilla correcta, lo he enmarcado con un corazón rojo, me pongo la canción esa que sube el ánimo, las ganas y las carnes y nada… Que no me entero.

Lo de QUÉ me pasa, qué sucede, qué se siente, qué se piensa, qué debes hacer, etc, de fábula oye, todo el mundo lo dice, lo expresa y lo lanza sin más. Ahora, lo del CÓMO… A mí cuando me entran deseos de hacer algo, pues lo hago… si puedo. Ahhh, debe ser eso. ¿Y puedo ser feliz? En principio ¿y por qué no? Además, todavía estoy en esa cándida edad que pienso que me lo merezco. Algo debe estar fallando entre el qué y el cómo.

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Diagnosticamos, juzgamos, adjetivamos, clasificamos, mandamos de p.m. (por la tarde lo solemos hacer mejor, quiero decir) y claro, ponemos carteles relumbrones para hacer reforzar a esa mayoría que encontró el antídoto misterioso: Eres feliz porque así lo decidiste. ¿Y los demás? pues miramos a Cuenca, bonita ciudad para hacer turismo, pero para vivir habrá que pensarlo si los que miramos hacia allí somos esta minoría de ignorantes.

Pero vamos a ver, si yo lo marqué en Favoritos, hasta me lo puse en la lista del Mercadona por si algún día sale en producto ¡Novedad! esos que nos tiramos como locos para luego tener tema de conversación mundana. ¿Por qué no me hace caso mi mente?

—Si no sabemos, LAU, tendremos que leer, acudir a terapia o consulta, ir a cursos —me dijo una confesora de su mal susurrando para que la casta de gen feliz no sepa de nuestro paradero.

—¿Y pagar por ello? Pues si he visto que es gratis y todo. Nooo, si vamos a ser tontas del culo de verdad, te lo digo yo, y además las únicas pringadas que pagaremos y encima no nos hará efecto.

—¿Que no eres optimista? Si te fijas en lo que has dicho, no ha sido con una actitud positiva propia de (…)

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¡Ostras! salí corriendo, ya está la GESTAPO de las buenas maneras… Para que me repita la misma cantinela, no me hace falta perder más tiempo. ¿Qué nos pasa a esta minoría? Si eres de los que te sientes feliz, ancho y largo, no creo que necesites kilos y kilos de mensajitos de ese tipo ¿no? Con un par al año sería suficiente para no olvidarlo, algo así como memorizar algún número de teléfono por si un día pierdes el móvil, que no te quedes en situación de «pérdida de identidad». Así que supongo que el bombardeo va por nosotros, por la minoría.

Tanta molestia e inversión de medios para unos poquitos lerdos me mosquea, ciertamente. ¿Acaso somos importantes? ¿Y será muy empático eso de «No eres feliz porque no quieres«? Supongo que habrán cabilado acerca de cómo este tipo de mensajes impacta en quien no se acoge a esa nueva enmienda de tú eres el que optas cómo quieres sentirte y si no lo haces es que eres mu tonto. Alguna pista o sugerencia: ¿puede ser que alguien sí quiera pero no sabe cómo? ¿o piensa que no tiene razones? ¿o qué después de lo pasado es normal que no vuelva ese estado?

Ahhh, es que por lo visto queda muy largo decirlo en las fotos con fondo de cielo azul, sol o arcoiris… Ahhh, que cada uno ha de encontrar su camino y que para ello hay medios, que por supuesto son de pago… Ahh, que no es tan sencillo como parece, pero que entrenando y luchando cada día…

Genial, llamé a mi amiga la confesora y juntas nos atrevimos a ir por la calle con orgullo de humana: No soy tonta, elijo ser feliz y no sufrir, pero estoy aprendiendo en este largo curso de la vida el cómo hacerlo.