Con qué poco se conforma el cuerpo comparado con la mente…
Basta un traguito de agua para saciar la sed. Unos cuantos bocados y el siguiente ya se convierte en gula. Una caricia y se puede asemejar a todo un masaje. Un polvete y aparece la plenitud.
La verdad es que si no fuéramos tan predecibles a veces, no podríamos identificar si nos saludamos o nos despedimos. Podría apelar a unos estudios que circulan por ahí, pero ya tengo marcado en las experiencias los cuadraditos de las casillas de opciones. Es de conocimiento popular que las variables suelen ir desde lo absurdo a lo probable pasando por lo posible. Pues llega la realidad y deja a los estudios sesudos como meros hipotéticos pasatiempos.
¿Qué fue de la coherencia? No me enteré de la última actualización.
Vagan almas por oscuros antros… Que luego son esas mismas que ante una huella en el borde de su copa montan un pitifosti para que se la cambien por si el camarero no se ha lavado las manos cual ejemplar cirujano.
Se exponen retorcidas intimidades en chats públicos… Los mismitos que desconfían cuando un funcionario les pide su dirección y DNI para modificar sus datos y obtener ventajas fiscales.
Reemplazan amistades, lealtades y compromisos forjados de largos y buenos momentos por segundos de gustirrinín… Para luego llevarse las manos a la cabeza porque una persona decida poner fin a una relación civilizadamente en pro de la búsqueda de su felicidad.
Corren letreros luminosos por ahí proclamando que los tiempos han cambiado. Jajajaja, cambiado dicen… O igual es que yo asimilo cambio a novedosa mejora…
Está claro que si desligamos del sexo todo aquello a lo que puede asociarse: amor, intimidad, reproducción, poder, negocio, etc. y solo lo dejamos circunscribirse al estricto placer, los tiempos no han cambiado en absoluto. Desde que el hombre es hombre y la mujer, mujer, nuestros órganos genitales nos han proporcionado esa función. ¿Alguien tiene duda?
Sí que parece que varíen las formas de obtenerlo. Antes bien podía saciarse por quien ejercía cierta hegemonía sin permiso. O pidiendo permiso a los dioses. O dentro de unas pautas autorizadas. O en un restringido albedrío. O con permisos mutuos. O viendo y tocando género. O bien por catálogo. O bien a ciegas…
Así que la gente se cree muy adelantada por hacer lo mismo que venía haciéndose con smartphone de por medio. Lo que me parece triste es que se confunda erotismo con pornografía, sexualidad con orgasmo, felicidad con diversión, pareja con dos individualidades, cuerpo con cosa. Y digo triste porque la conformidad, el no merecimiento o la desvalorización nos hace creer que los lugares donde nos encarcelamos son los escenarios idóneos para vivir en libertad.
Elevar a la categoría de máxima aspiración una parte sesgada de lo que el sexo compartido nos puede ofrecer no me parece el camino más óptimo para avanzar como personas y menos como sociedad. Tampoco hay que flagelarse por no alcanzar la idoneidad, pero el mensaje de que en la parte está el todo es erróneo.
Entiendo los descubrimientos. Entiendo que si no se puede elegir. Entiendo que ante complicaciones físicas o mentales. Entiendo que frente a ciertas desventajas. Entiendo las carencias afectivas. Entiendo los ensayos y errores. Entiendo los traumas no superados. Entiendo y dejo vivir. Entiendo y no enjuicio personalmente. Entiendo y entiendo.
Pero para mí que el solo sexo es el chupete de los mamones adultos. Un gran premio de consolación.