Nos congratulamos por ser hormigas, para luego lamentarnos haber pasado desapercibidos. Si está bien, la culturilla esa de ser productivo en silencio, trabajar codo a codo con otros, unirnos como gotas para conseguir ser un río, despreciar al zángano que iba contracorriente… Todo eso está bien… si quieres pasar desapercibido.
Quizá sea que nos quedemos en nuestras inseguridades adolescentes cuando necesitábamos la aprobación de la manada y todos vestíamos uniformados, íbamos a los mismos sitios, escuchábamos la misma música y así con todo lo que nuestro grupo bendijese. ¿Pero luego? ¿Por qué seguimos comportándonos como hormigas, incluso en el trabajo?
En algunos cursos propongo el siguiente ejercicio: describe cualidades de una hormiga. Casi todas son positivas, como por ejemplo, que son trabajadoras, eficientes, organizadas, silenciosas, fuertes, seguras, rápidas, sencillas, resistentes, confiables, incansables, responsables, etc., añade lo que quieras. Pero es que también salen cualidades tales como ser invisibles, limitadas, sustituibles, predecibles, reemplazables, anodinas, sumisas… ¿Compensan unas por otras?
Pues fíjate que he llegado a la conclusión que, salvo excepciones, no son las personas las que deseamos ser hormigas, es el sistema el que nos pide que hagamos y nos comportemos como hormigas. Lo necesita, el sistema necesita que haya hormigas para seguir sustentando el tinglado. Desde la escuela, que forma a todos por el mismo rasero, hasta las empresas, que organizan por competencias y departamentos todas lo mismo, ya fabriquen lonchas de Tranchetes o transporten bobinas de colores.
A mí me recuerda a las calles adoquinadas. ¿Cómo podríamos pisar y avanzar si cada adoquín fuese de una manera y textura diferente? Imposible, para que los de arriban puedan andar, se precisa que los de abajo sean uniformes. Por eso creo que cuesta tanto sobresalir, demostrar nuestra especificidad. ¿Y si eres de los de arriba? Pues aunque no estemos hablando de castas, igualmente los de arriba son iguales, porque si fueran diferentes, necesitarían otras calles que soportaran su diferente peso y se encontrarían sin calles por las que discurrir y todo sería incómodo y costoso. De manera tal, que todos perdemos un poquito en pos de amoldarnos al sistema.
Dicen que esto está en pleno proceso de revisión, que ahora se observa una vuelta al… ¿individualismo? ¿humanismo? No lo veo yo así, ahora más que nunca no sabemos hacer la «o» si alguien no nos sujeta el canuto. Llevamos siglos yendo de un lado a otro, dando bandazos de una sociedad que se enfoca en lo colectivo a una sociedad que se enfoca en lo particular.
Ahora tenemos un mix: queremos desde el grupo funcionar como seres únicos. A lo mejor se trata del nuevo reto a conquistar tras la debacle sufrida en nuestros bolsillos. De hecho, en una charla sobre Cohousing, apareció un tema que me dejó intranquila:
—¿No notáis los pequeños nodos que se han formado?
—Sí, parece que no pasa nada, pero pasan muchas cosas —contestaron al unísono dos entusiastas de que esto estuviera sucediendo y alguien lo compartiera.
—Sí, sin hacer ruido, la gente está cambiando las cosas.
Me quedé intranquila, pero no por temor a lo desconocido, sino porque este hecho ahonda más en la idea de la reunión de hormigas. Da igual que nos esforcemos en proclamar las bondades de labrarnos nuestra propia identidad, de apartarnos de la corriente; da igual que se muestren los grandes resultados de personas que consiguen una diferenciada marca personal, da igual, pese a quien pese, se precisa del grueso del regimiento de hormigas para seguir. ¿Que hay movimientos para cambiar al sistema? Claro, pero será un nuevo sistema y necesitará a su vez su propio ejército de hormigas.
Tampoco debe ser un mensaje descorazonador, al fin y al cabo, llega a destacar y vivir conforme a su propio destino ¿un 5% de la población? y quién dice si entramos en esa estadística. Además de las grandes ventajas de ser una hormiga: trabajadora, fuerte, organizada, responsable, eficiente, segura, incansable, etc., todo, valores que la sociedad ensalza…
¿Que las mujeres queremos un nuevo rol? Pues toma lo de antes y añade un poquito de lo nuevo y así las cargamos de tareas, total, las hormigas son fuertes, sumisas, eficientes… ¿Que los trabajadores quieren cambiar la producción y reparto de los bienes? Pues dejamos la misma organización política y los ponemos a dormir a la intemperie del hormiguero… ¿Cómo crees que reaccionarán entonces las hormigas?