Son tan diferentes los escenarios. Y no digamos los temas, los hay infinitos y mira que me cuesta llegar a comprender este concepto ilimitado. Desde el alumno aventajado, al ponente más formado. Sin olvidar al que sin pretenderlo y sin talentos te sorprende y te emociona, es decir, que después de él, algo te cambia y te transforma. Pese a la multitud de variantes, hay un solo resultado: conectar.
Cuando me dispongo a configurar un curso estándar siempre me entran las ganas de dejarlo todo concentrado en la esencia, pero claro, esto igual no vende de la misma manera. Y además me pueden tachar de concreta, directa y cruda. ¿Más? Vale, está bien Laura, me digo, que lo descubran ellos y si no, pues discrima quien está preparado para escucharlo y quien precisará más recorrido. Eso es todo.
Así que, en pos del común entendimiento, conformo un Programa de Hablar en Público y Oratoria donde incluyo a) un método para que sirva de chuleta y aplaque los nervios del personal, b) unos trucos infalibles de puesta en escena que tanto buscan y gustan, c) unos apuntes sobre conducta humana para no destrozarlo todo en el turno de ruegos y preguntas o en la interacción con los asistentes y d) unas despiadadas pero constructivas críticas de sus actuaciones que les sitúe pero les de alas.
No obstante, la esencia la digo, la recalco, la enmarco, la priorizo, la repito, la pregunto… y alguien… a veces… la pilla. Y es que poner que todo se reduce a una actitud y que lo demás, lo hace más efectivo, lo adorna, lo engrandece, pero que sin la esencia son fuegos artificiales ¿cómo lo ves? Imagínate la de libros, métodos, tips, claves, tutoriales, vídeos, programas, talleres… y que se dediquen a entrenar una sola cosita y luego añadiesen por fascículos en inabarcables anexos lo que figura por ahí como lo importante…
La verdad es que si me da el aire, igual lo publico. En un par de líneas estaría conformado: ¿Quieres conectar con tu público? pues enfócate en él. Bueno, igual en el epílogo añado: y no en ti. ¡Jo! mira que me hacéis trabajar, está bien, daré más pistas: en vez de pensar qué tema me sé y con qué me luzco, piensa qué le puede interesar a tu público y qué algo valioso se pueden llevar. Ummm, si me sigues poniendo esa cara rara voy a tener que explayarme demasiado…
Está bien, unas pistas más, aunque todo se concretaba en eso. Antes de salir a escena ¿qué pretendes? Si quieres quedar bien, epatarlos, dejar testimonio de tu sabiduría o de tu gracia, si estás pendiente de tus posturitas, tus recursos, tus sudores, tus argumentos… Pues eso obtendrás, autoaplausos para ir corriendo a casa a enseñarle a «tus papás» lo bien que lo haces.
Si pretendes devolver al público el gran regalo que te hizo con su presencia regalándote su tiempo haciéndolos protagonistas hablando de sus intereses y en su lenguaje, llevándoles a lo que pueden llegar a ser y no quedándote en lo que aparentan ser; si dejas a un lado tus sensaciones y te entregas y das todo de lo que en ese momento dispones… Pues te podrá salir bien o mejorable, pero te aseguro que habrás conectado con tu público y «tus papás» desde arriba lo habrán observado sin necesidad de que se lo muestres.
**Esto de «papás» entiéndase para gentes de veinte o cincuenta años, da lo mismo. Como diría Freud y sus secuaces, a quien tú representes que ha de juzgar tu explosión pública o en quien tú hayas delegado tu estima.
Ya sé, ya sé, esto queda muy escueto, no te preocupes, que te pongo en el curso el relleno necesario con un guión que seguir, te digo como poner las manitas y los piececitos, te indico qué está dificultando tu entonación, unas pildoritas para salir airoso, cierta revisión de tu cháchara interna que te boicotea, un par de vueltas, giro a la derecha, paso adelante y… ¡listos para triunfar!
Y ya, para algunos muy de ida… Desaprended, queridos, volved a ser quienes erais, despojaos de artificios y retomad la senda de la autenticidad. No voy a pulirte esa preciosa mueca que te hace único y diferente. Olvida ese consejo de ir en pos de la perfección, es un timo, no existe. No te olvides disfrutar aún en las dificultades; y honrar siempre, siempre, a quien te presta atención, te escucha y te contempla.