¿Quién eres?

Tengo la duda: o no me acuerdo o de tan mudable tu actuar, me confunde… ¿Quién eres ahora? ¿El que me juró amor eterno y sin gastar más vidas que la única que tiene reinventó esta palabra en el diccionario como sinónimo de un ratín?

Quizá estaría yo mirando para otro lado, pero creí reconocer a ese que me dijo que necesitaba sacarme de su cabeza y se fue a comprar unos buenos fórceps para ello y si todavía no sabe cómo manejar cabezas… ni la suya… imagínatelo con el arma…

O espera ¿acaso eres el que me sigue en la distancia que tú mismo marcaste y cuando me sientes distante tiras del hilo? No, no creo ¿verdad? Tal espectáculo de aparición y desaparición precisa mucha destreza para hacerlo pasar por lógico y no creo que te entrenes.

¡Ya sé, ya sé! eres el… ¡ay! lo tengo en la punta de la lengua… El… el… Sí, hombre, sí, eso del campesino… No, no era campesino, era ¿agricultor? No, no. Era… ¡hortelano! ¡Eso, eso, el sabueso del hortelano! ¿El can? ¿el perro…? Bueno, tú ya me entiendes. El que ni se va, ni viene, ni deja, ni quita, ni pone, ni toca, ni suelta, ni contigo ni sin ti. Ése ¿eres ése?

A mí me ayudaría saberlo, gracias. ¿Eres el que me va a guardar o el que quiere que lo guarden? Es que parece lo mismo, pero no lo es. Porque el que guarda es por propia voluntad y no involucra nada más que su persona, pero el que quiere que lo guarden necesita merecerlo. Y para merecer hay que hacer méritos. Que no es ninguna prueba de esas complicadas de ganar puntos, rellenar instancias o conquistar otro planeta… si te voy a dar todos los méritos…

A mí me encantaría que fueras ése que por momentos se reconocía hombre equivocado… Ése, ése bien podrías ser. También el escurridizo muchacho que temía salir dañado de no sabe muy bien qué. O incluso ése que en un arranque de paternalismo procuraba lo mejor de mí sin consultarlo. No es que de entre todos los que te conozco sea el más deseado, pero también me apaña.

Mas… éste de ahora no lo reconozco del todo. Disculpa si me hice un lío, pero ahora ¿quién eres?

¿Eres el que quiere que te olvide, que deje de pensar en ti? Lo digo porque es un objetivo no válido: no depende de ti, no está formulado en positivo, no es medible, no es específico, no va conmigo, no tiene fijada una fecha y no quiero hacerlo. Bueno, ésas son las razones racionales, las otras no las encuentro, así que ése aunque lo seas, no es válido tampoco.

A ver si acierto ¿eres el que me guarda en su corazón y cuando te sale ternura te me escapo por algún rincón de dentro? Ése que cuida, mima, te inventa para hacerte reír y cuando estás cerca te envuelve como si quisiera devorarte para fundir por siempre. Ése se asoma a veces, sí.

¿Pero ahora quién eres? Ya sé que eres todos esos, pero en este momento tengo que saber a quién escojo de mí. Porque o bien te juro amor de un instante, me meto el puño en mi alma para aplastarte, saco el metro para medir distancias, te digo sí y no, me sincero o me hago la tonta…

No sé, me embarga la gran duda de quién eres. ¿El que me bloquea o el que lanza puentes a diestro y siniestro? Lo sé, lo entiendo, entre el todo y la nada a veces se nos hace difícil crear opciones… Ahora, tan sólo ahora, decide ahora y sólo para ahora, tan sólo ahora… ¿quién eres?

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