No sé qué voy a hacer si tan sólo escuchar tu voz me estremece. ¿Qué será cuando estés completo?
¿Cuándo me volveré a recomponer? Basta tan poco de ti para derribar todo lo que soy…
No puedo siquiera imaginar si aguantaré de pie cuando me pierda en ese profundo negro que acompaña a tus ojos. ¿Qué voy a hacer?
No hay lugar donde esconda mi emoción, no hay puerta que cierre el aire que respiras, ni la magia que yo le doy a eso.
Todavía no se creó la mansa paz que aplaque la agitación que me recorre tan sólo de suponer que tú y yo nos vamos a encontrar frente a frente ¿Qué demonios voy a hacer?
Ni aún sujetando con todas mis fuerzas las riendas de mis latidos podré contener la inercia de caer en el pozo de que me importas demasiado. ¿Qué voy a hacer?
En mis planes te diseño dañino, tóxico, cortante, evasivo, fiero, peligroso e indigno… y de pronto me distraigo en verdad pensando en ti…
¿Qué hacer si acaso tu mano rozara mi coraza de fino papel tembloroso? Me esfumaré en ese instante, desapareceré de este ahora, junto con las tonterías que me arrepentiré de no decirte.
Es imposible hablar de Justicia si tu sola existencia en este presente mundo altera todo mi ser. ¿Por qué eres? ¿Quién te envía para desconectarme tan fatalmente? ¿Pero qué voy a hacer?
Y así, sin más arma que la locura de envalentonarme para dejarme morir acudiré a otra de tantas citas contigo. Otra cualquiera donde mi boca acalla su pánico con sonrisas. Donde mi ansia se escapa a la punta de mi cabello que meso a conciencia para contenerla y mis deseos se atrincheran bajo palabras y gestos autómatas de cortesía aceptada.
Cuando estamos, podría no regresar de allí, de ti… y nadie lo notaría… incluso yo…
Y sin embargo siempre llega ese luego en el que soy consciente de que sigo viva, para bajar ipso facto al infierno donde arde mi incertidumbre en la siguiente vez que te presienta, te vea y te marches… ¿qué voy a hacer?