No soy feminista

No soy feminista, me llamo Laura Segovia y mi Ser tiene un criterio a día de hoy acerca de las ideas feministas y del concepto de feminismo. No soy mis ideas, no me identifico con ellas, no me definen y advierto que las voy a cambiar bastante de aquí al final de mi vida futura.

Muchas personas, todavía no encontradas a sí mismas, se aferran a ideas y pensamientos fijados desde fuera. Ninguna idea, excepto «el Amor/el Bien» son inherentes a uno mismo. Son ideas fijadas por tu clan, tu estirpe, tu cultura, tu ambiente. Incluso las que crees que provienen de tus experiencias están ya programadas sin tu consentimiento ni voluntad mucho antes de nacer. Tu inconsciente las ha conservado como información valiosa a lo largo de siglos y siglos en una cadena eterna para que lleguen a ti y te sirvan para la vida. Eso sí, luego has de clarificar cuáles te son útiles y cuáles te amargan la existencia.

Esto que antes se insinuaba de que apenas nos distinguimos de las ratas por un puñadito de genes y que cómo podía ser eso que el ser humano era lo más y las ratas ya se sabe, la ciencia ha demostrado al fin que existe la epigenética y que ésta es la culpable de activar en ti unos genes sí y otros no, en función de tu ambiente, tus hábitos y tus cambios de programación mental. El color de ojos o de pelo, parece que no es algo determinante, salvo para las personas aferradas a ideas de clase o raza, pero que tu reacción frente a un acontecimiento incierto sea la ansiedad profunda o una gran curiosidad, puede determinar una vida estimulante o una vida estancada en la mera supervivencia.

Sé que se ha ensalzado de antiguo morir por tus ideales, pero curiosamente, los que solían morir no es que al hacerlo conllevara per se la creación o el mantenimiento de esa idea, sino que enarbolaban banderas de colores bonitos, apuñalando o disparando a otros seres, donde ya te digo yo que las ideas en esos momentos estaban a por uvas, desviando la mirada de lo que acontecía en el campo de batalla.

Identificarse con las ideas nos lleva a perder la más importante función que tiene el cerebro: el pensamiento crítico. Solo cuando somos capaces de cuestionarnos todo, podemos avanzar. ¡No!, yo siempre he tenido las mismas ideas, dice alguien por ahí. ¡Qué tierno!, pienso siempre. Tan crecidito y esperando al Ratoncito Pérez… Si esto te puede parecer sencillo, llévalo a otro nivel. ¡No! yo siempre defenderé que en una democracia nunca se podrá impedir salir de casa ni limitar con cuántos ceno en mi casa en Navidad… Ejem, ejem.

Clasificarnos, cual fichas de Lego por colores, nos hace enfrentarnos a otros y aferrarnos a nuestras ideas. Que de suyo, deberían ser cambiantes y adaptables al entorno, cual vara de medir de la inteligencia, pero no… Esto es lo que hace que observe en octubre y noviembre de 2024 a dos bandos pelearse por quién tiene o no que tirar un salvavidas y mientras los ahogados intentado agarrarse unos a otros.

Si no hay aprendizaje social y ético de este acontecimiento, intentarán pasarlo como gran suceso en los anales de la hemeroteca, pero si dejamos a un lado el color o forma de ficha al que nos hemos aferrado, podremos construir, no relatos políticos que escucho por ahí, como si verdaderamente nos trataran como niños a los que contar cuentos por la noche para domesticar, sino que podremos construir las bases que cimentarán un nuevo sistema, que ya ven ustedes, que ha demostrado por sí solo su sobredimensión e inutilidad para salvar lo más primario: la vida e integridad de las personas.

Esta misma mañana escuché a un español valenciano que regresó el 28 de Dubái donde le hacían una entrevista en radio acerca de su demanda al Gobierno de España y a la Generalitat por su supuesta negligencia, dejadez, o lo que sea, no consigo leer artículo alguno ni recuerdo el medio en el que fue entrevistado, pero varias veces tuvo que poner límite al entrevistador y aclarar las preguntas para responder, al intento de politizar su acción legal y jurídica. Varias veces repitió que no le mueve ningún sesgo político, pues parece que ha demandado a ambos gobiernos de diferente y opuesto signo.

No podía aplaudirle porque estaba conduciendo, pero justo es lo que pensaba. Y aún así, no me identifico con mi discurso, no me declaro antisocial, negacionista, indignada, feminista, objetiva, desinformada, facha, roja, ni siquiera española o valenciana. Las cosas son, aunque queramos relatarlas de mil formas. Lo cierto es que como seres individuales tenemos un filtro del que no podemos escapar, si bien no venga nadie a imponerme su filtro común o global.

Así que, quien ha puesto por encima de su Ser (puro Amor/Bien) sus ideas externas de colectivos, se deshumaniza, de ahí que nos choque tanto ciertos comportamientos. Para estos supuestos, podríamos acudir a la Inteligencia Artificial, que es más rápida en hacer planes de coordinación sin distracciones estratégicas y al menos sus criterios vienen fijados de antes y no resultarán tan sorprendentes.

Todavía tengo fe en mi sociedad y con independencia de responsabilidades y asunciones y destituciones y esas cosas que nada pueden hacer por reparar lo hecho, aunque sí por reparar lo por hacer, lo importante es cambiar ya de paradigma antiguo y obsoleto para abrir los ojos a las nuevas ideas que están surgiendo paso a paso del fondo del barro. Atentos al devenir.

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