Lamento venir con tan malas noticias, pero si a estas alturas estás pensando en apuntarte a un curso para convertirte en el líder del futuro, ya te hago yo el spoiler: no se puede hacer un líder. Tampoco existe el futuro, pero eso lo dejo para otro momento o no llegas ni a leer el siguiente párrafo.
Nadie puede hacer un líder, como tampoco nadie puede hacer una buena persona o un ser maduro. Bueno, en verdad son términos equivalentes. Mas, aún debatiéndolos, es que nadie puede hacer a nadie nada. Solo uno a sí mismo puede transformarse, evolucionar y trascender. Punto.
¿Entonces no me apunto a un curso de liderazgo? A ver, tú te apuntas, tú te descubres, tú tomas decisiones, tú compruebas tus resultados y tú mismo te pones las notas comparativas para calificarte como te venga en gana. Y claro, ya hemos dejado al curso sin gracia alguna para la inmensa mayoría de las personas.
Primero, nos vamos a quitar de en medio a los prisas: quieren resultados ya o mañana. ¡Error! Es una carrera de fondo, si te van los sprinters, tenemos en la sociedad una alta gama de aceleradores que te anestesian cuando descubres que no hay botón instantáneo y sin incomodidad para crecer y desarrollarte: el alcohol, las relaciones afectivas/sexuales/sociales compulsivas, las series de 4 temporadas o más, la práctica de ejercicios que te lesionan o dañan partes de tu cuerpo, la comida emocional, el trabajo perfecto, las experiencias cada vez más sorprendentes, los tiktontos hipnóticos vídeos, etc.
Segundo, adentrarse en uno mismo para conocerse duele. Y mucho. Pero es un dolor gozoso y necesario para enfrentarte al lobo y pasar pantalla a juegos más de adultos. La mayoría cree que el lobo es más grande, más feroz y tiene más hambre de la realidad y ni siquiera se atreven a conocerlo a través de una mampara de cristal para descubrir que es una especie de bicho mamífero que está en extinción, que vive en el bosque y nosotros en la city.
Tercero, cambiar del paradigma de la culpa al de la responsabilidad es tarea para los pocos valientes que deseen enfrentarse a su clan familiar y entorno y estén decididos a asumir las consecuencias de que les repudien. Cuando uno se hace responsable de su estado emocional, de su conducta, del fruto de sus circunstancias y deja de echarle la culpa a los que tiene a mano, se te caen muchos mitos. O sea, ¿que nadie tiene el control de mi disgusto, ofensa, frustración, humillación? A ver… ¿cómo está eso? ¿No hay gente tóxica? Pues si hay libros y consultas de psicólogos llenas de claves y tips para manejar a esos (que casualmente nunca hay un «yo» detrás de esos apestados) y son los malos a los que tratar con un palo y de lejos. No me viene bien dejar de ser una víctima, no hay beneficios ni subvenciones para «responsables de su propia vida punto com».
Cuarto. ¿Has llegado hasta aquí? Pues ya tienes mucho camino recorrido, pero acabamos de topar con algo que lo complica: solo puedes liderarte a ti mismo. Ohhh, se rompió la magia de la recompensa de que me pongan enmarcado al lado de los grandes… ¿Tanto viaje fuera con tanto desgaste para llegar al sitio de origen, uno mismo? Esto debe de ser una trampa chiste, esto no es posible…
Bueno, vengo formando a muchos directivos desde hace más de una década en liderazgo, así como también a otros tantos que compraron el cuño «líder coach» y puedo decir que se consigue liderar. Pero ese liderar no es el concepto que muchos creen de que señalas o inspiras a la gente a que te siga o se desarrollen o… Liderar es para ti, con el único fin de servir a tu contribución sin vender tu alma por el camino y quizá, como el dinero o las obras de arte, el resultado sea que otros se inspiren. Pero eso no puede ser tu meta o tu objetivo. Todo objetivo ha de estar bajo tu estricto control, porque si no, se convierte en un anhelo, tan irrisorio como dominar la rotación de la Tierra.
Solo está bajo nuestro control nuestra acción. Ni siquiera todo lo que pensamos, porque el inconsciente, que es el que en verdad mueve nuestros hilos, es infinito y por tanto, indomable, pero vaya, aceptando que podemos domeñar algo nuestro ser, es en eso en lo que tenemos que enfocarnos. Si a alguien le sirve, si a alguien le inspira, si a alguien le envenena, no es asunto nuestro porque no podemos hacer que alguien haga algo por nuestra sola voluntad. Dicho esto, si ya es complejo liderarnos, tomar el timón y mando de nosotros mismos, podemos deducir que se nos escapa totalmente liderar a los demás.
Esta es una de las primeras clases de oratoria que imparto: si sales a ganarte al público, ya lo has perdido. Si solo tienes el foco en ti, de nada sirves porque nada aportas. Si solo tienes foco en los demás, de nada sirves porque te has perdido. Si tienes el foco en servir a los demás desde tu acción coherente, serás un líder. Así que no se puede hacer un líder. Un líder se hace a sí mismo y para ello, busca los maestros que le ayudan a convertirse en quien está destino a ser. Como dijo Sócrates, inspirador del método Coaching: «Cuando el alumno está listo aparece el maestro».
«Líder» (inglés «leader») no es equivalente a «buena persona» ni a «ser maduro». Aunque se abusa de esa palabra, por lo general simplemente significa jefe o dirigente. Otras veces significa alguien que destaca o que va delante. En ninguno de sus significados equivale a «buena persona» ni a «ser maduro».
Claro, entonces es un jefe o dirigente. En el mundo de empresa y desarrollo de personas, cuando se habla de líder se habla de una serie de cualidades que llevan a una persona a dirigirse una misma (persona madura) e influir sobre los demás (no imponer por las bravas, sino dejar huella por ser buena persona). Para mí, autora de este artículo, sin madurez no hay libertad de acción y sin empatía (buena persona) no hay posibilidad de influir en tu entorno. Gracias por tu aportación.