Esta moda por ponerle nombres ingleses… Pues bueno, daremos por válido el término selfie a la autofoto o al autorretrato. La cuestión es que empecé a hacerme fotos a mí misma debido a varias causas y a una sola finalidad. Nunca me ha gustado posar, pero desde que comencé mi nueva andadura profesional, precisaba poner mi imagen en Programas, páginas y era desesperante ver el resultado a los días para que luego no me gustara ninguna. Así que cuando mi iPhone entró en mi bolso, cambió mi vida.
Aún así me hacía pocas fotos, nunca me terminaba de convencer: esa nariz, menuda arruga aquí, ese gesto… Bueno, a mí me pasaba mucho, y cuando comencé a ver mis vídeos de conferencias y fotos de eventos para trabajar en ello, apenas sostenía la vista porque me incomodaba. Así que un día me dije: ¡ya está, no pasa un momento más sin gustarme a mí misma!
Móvil en mano me hacía fotos a diario y de, por ejemplo 15 al día, me quedo con un par a la semana. De esta manera empecé a aceptar mi imagen, mis imperfecciones y mis valías. Tanto mejoró mi puesta en escena, que ahora es ejercicio obligatorio que impongo a mis alumnos. Sí, señor, uno no puede salir ante un público o un escenario y no sentir que el primero que apuesta por ti eres tú mismo. No sólo se corrige la postura corporal, también la facial. Las fotos nos dan información de cómo estamos y si pasas de los cuarenta, más. Siempre cuento el mismo chascarrillo, así que probablemente ya lo has escuchado: cuando somos jóvenes tenemos la cara que nuestros genes mandan, sin ningún mérito, mas ¡aaahhhhh! cuando pasas de los cuarenta tienes la cara que te mereces y si tienes cara de acelga, es que te comportas como una acelga. A tiempo estás de cambiar tus líneas de expresión.
El siguiente paso a hacer las fotos dichosas fue colgarlas en mis redes sociales. Antes publico una foto mía en pelotas sin que se sepa que soy yo, que un retrato con mi nombre y apellido. ¡Qué vergüenza, dios! Pero te aseguro que una vez hecho, le coges vicio. El vicio fue que descubrí una forma más de pulir mi autoestima. Quizá si esto lo hubiera hecho en la edad tonta que piensas que estás monísima y el mundo necesita saberlo, ciertamente no me hubiera servido más que para engrosar el ego o hundirme en la miseria por las críticas, pero a estas alturas… soy capaz de reírme de mí misma y de que no me importe lo que opinen. Porque todo sea dicho, recibo por los dos lados y hay quien piensa que me las hago a mayor gloria, pues oye… pues también… que todo se extingue y así se inmortaliza, y hay quien piensa que me ha dado por una nueva excentricidad.
Pero ya, opinión aparte de si es por vanidad o por caridad, le vi la enorme utilidad. Tiene muchísima más repercusión un artículo, un blog o una página que contenga una imagen de una persona que fotos de cosas. A las personas nos gustan las personas, nos gusta escuchar a personas y nos gusta ver a personas. Haz la prueba si no: publica en Facebook (medio que premia la vis personal por excelencia) un mismo relato con la foto de un paisaje y con la foto de una persona. Comprobarás que se ve y menciona más la que tiene la foto de una persona. Ponerte a ti mismo encima tiene muchas ventajas, es gratis, es original, modificas lo que quieres, te etiquetas y nadie te la puede reclamar.
Además me he dado cuenta que me encanta ver selfies ajenos porque sé que a su autor le agrada, sé que en ese momento se ha gustado a sí mismo y se trasciende parte de ese bienestar. No se trata siempre de mostrarnos con la cara amable, aunque es una doble manera de contribuir positivamente: una para con nosotros mismos, por esforzarnos a dar lo mejor de nosotros, y por otro lado para con los demás. Ya es hora de que no se enseñe el colmillo, la barbilla para arriba o el perfecto disfraz. Al menos yo así lo veo. Los selfies suelen ser más naturales, más humanos, espontáneos y si conoces a la persona, aprecias lo que quiere maquillar, lo que más le gusta de sí mismo y lo que quiere transmitir.
Y una vez hecha esta pública confesión, me reitero en mi decisión de seguir haciéndome selfies y disfrutar con los que los demás se hagan. En una sociedad donde cada vez nos vemos menos cara a cara con gente que está lejos, se agradece esa presencia virtual. Supongo que de ahí a que se acompañe con un mensaje corto de voz, queda un paso. Lo de hacer foto de otra parte del cuerpo… Cruzo los dedos porque esa moda no se imponga, o yo al menos, no me apunto.
PD: La foto es de hoy, apenas me han bastado 5 para darme cuenta que no hay mayor remedio y que en el fondo… me da lo mismo.