Ya somos Mediadores, eso es lo que pasó ayer, día 12 cuando Iván Sempere, presidiendo Fundeun, declaró clausurado el Curso de Mediación y Empresa en su 1ª Promoción amparada por el Real Decreto 980/2013 que desarrolla la Ley de mediación en asuntos civiles y mercantiles. Todas estas cosas de las regulaciones me resultan chocantes: parte de mi profesorado fueron hace dos años mis alumnos en el Primer Máster en Mediación de Alicante. A modo de resumen diré que para ajustarme a Ley, precisaba del título que yo enseñaba a otros a obtenerlo. Paradojas del mundo oficial. Aún así diré que he aprendido tanto que recomiendo a todo profesional que se dedique a la enseñanza, que vuelva a pasar por ella y no sólo le sirva para sí mismo, sino para enfocar los Programas y métodos desde el único punto de vista que cuenta en el aprendizaje: el alumno.
Para terminar de darnos el apretón de manos con certificado incluido, el Ponente Francisco Oliver vino a contarnos su experiencia en la empresa familiar. Parece ser que él, sin querer, llevaba 20 años haciendo de mediador pero en su contrato ponía Asesor Directivo. Claro, cuando llegaba a una empresa familiar, en realidad no había un problema con las acciones, una cláusula de un protocolo o un reparto de dividendos mal interpretado, lo que en realidad subyacían eran conflictos entre hermanos por celos, comportamientos castrantes de un padre administrador único octogenario o frustraciones varias entre familiares que ni siquiera trabajan en la empresa. Entonces se presentaba como el Sr Lobo de Pulp Fiction: Hola, soy Lobo, soluciono problemas. Me acaba de dar una idea para mis tarjetas: Hola, soy Mila, la borra-marrones. En fin, seguiré puliendo el concepto…
Nada mejor para ilustrarnos en los grandes desafíos que se plantean en las empresas familiares con el tema del relevo generacional, que la sublime escena de la película Gladiator donde Marco Aurelio, con total ausencia de intermediario y encomendándose al diablo, no se le ocurre otra que decirle a su hijo Comodo: Tú, no. Y claro, a éste le da una pataleta esperable, que dramáticamente resuelta por un director de cine, culmina en el abrazo de la muerte.
http://www.youtube.com/watch?v=MRIDLSXRFxU
No podía faltar en charlita de Mediación que se precie, la historia de la naranjita y sus posibles repartos. ¿¿Que no la conoces?? No lo digas en voz alta que se te acercan corriendo tres mediadores a contártela y se acabó el suspense en tu próxima conferencia sobre el tema. Porque además te aviso que la mediación viene pisando fuerte y nos atañe a toda la sociedad y sino, que tire el primer comentario quien no tenga algún conflicto en su vida.
Me gustó que Francisco Oliver pensara en nosotros (recién adquirido nuestro título) como perfectos alumnos de manual: amnésicos por vocación. Y claro, tuvo la gentileza de recordarnos again and again qué competencias nos iban a servir para nuestro futuro:
1º) Saber entender a las partes. Escuchar con los ojos, que le digo yo.
2º) No ser bocazas y guardar confidencias. Agentes top secret de la CIA.
3º) Neutralidad cual mujeres de césares: serlo y parecerlo.
4º) Creatividad. Ésta señores míos, empieza a ser hoy día la competencia reina y más necesaria en todo. Empezando por los ejemplos que contamos los mediadores: el de la naranjita y el del iceberg, que también salió. ¡Cómo iba a faltar la metáfora del iceberg¡ me hubiera levantado del acto muy decepcionada. ¿¿Que no la conoces?? Dime que sí o despilfarro mi presupuesto familiar en contratarte como público asistente en mi próxima charla.
Así que, una vez recibidas las bendiciones para actuar por la vida como mediadores, recibidas las advertencias de que nos hagamos con un seguro de responsabilidad civil, recibimos todos los asistentes un mega tubo de adhesivo extra fuerte. ¿ ? Era la metáfora que faltaba: somos el elemento necesario para unir lo que en su día se rompió.