Había que ir, era de obligado cumplimiento para escribir el presente post. Mira que la mayoría de las veces hablo sin conocimiento ni de causa, ni de desarrollo ni de consecuencia, pero para aumentar los ríos de caracteres escritos sobre el tema, al menos un vistacito al tabletilla, perdón, quise decir, a la peliculilla ¿no?
Lo de los libros, pues sí, qué remedio, una a veces para ejercer de opinadora tiene que leer de todo. Y tengo que decir que no me pareció nada porno, que no me excitaron sus escenas más de lo que la imaginación de una le echa a lo que quiera con voluntad manifiesta y que me sonó a la típica historia de Cenicienta moderna.
Pero aún así me dije ¡por fin! por fin una mujer puede ir con normalidad con un libro bajo el brazo que contiene algo de sexo y que en las comidas y cenas con amigas resuelven las dudas de cómo narices sería la postura esa que se describe en el barco y no de qué ponerle al caldo para que enriquezca y no sólo cueca.
Y por supuesto, lo que más le agradeceré en mi vida fue que me inspiró para escribir mi primera novela: Diálogos con Elena, porque mientras leía la trilogía de Grey me decía, pero ¿cómo se puede ser tan moña? ¿cómo de pronto por tener «polvos vainilla» (cito textualmente a la novela) te curas de un trauma? ¿pero de verdad una sana chica joven americana formada obedecería así al primer tarao que se le cruza? venga yaaa… si no lo haría ni de cría con su padre… Total, que al final me puse a escribir una historia que a mí me llenara, aunque no fuera novela erótica.
Punto fuerte del libro: con él llegó «el destape» femenino. Punto débil: más de lo mismo, chica joven virgen e inexperta, sin pasta, deslumbrada por poderoso hombre guapo, rico y dominante ansiada en su primera oportunidad de formalizar su relación.
Así que una vez que ya me he tragado la novelita de marras ¿me voy a perder la peli? Pues no, si el libro no me emocionó, veremos qué se puede decir del visionado.
Puuuffff, ni actor, ni puesta en escena, ni ambiente, ni elección de situaciones… Esto no tiene arreglo ni en segundas ni en quintas partes. Todo respiraba censura, tradición y sempiterno punto de vista masculino. Vamos a ver… si algo se podía rescatar de este fenómeno era que rompía, aunque no en el trasfondo, sí en la manifestación de algo que late: la conquista de la mujer en otro sector vedado para ella como era el sexo de consumo.
Ya no nos conformamos con la posibilidad de fantasear con ser una putilla que rescata a hombres que gustan del sexo de pago (Pretty Woman), pero vaya, tampoco «pone» que si no eres médico, enfermera o ayudante del sector hospitalario no te puedas abstraer de escenas típicas de una revisión ginecológica.
Ya sé que la sumisión estricta carece de sensualidad, pero el guión daba para algo más. No me puedo creer que hayan pensado en una película para el personal femenino. Para gustos los colores, pero si se trata de cine generalista y no de culto… No sé, digo yo que no ver en ningún momento un gesto de él de excitación, de ida y no regreso, de deseo intenso o no mostrar ni un movimiento corporal masculino, ni una mirada cargada, ni una frase subida de tono y por contra observar con detalle la carne de gallina de una muchacha con cara de boba expuesta a una luz digna de una sala de operaciones aspirando y expirando como en una clase esforzada de spining…
¿Querían innovar, seguir derribando muros? ¿O acaso una peli Disney XX con con habitación privada, chico de moda insulso (o sea, pinta de vecinito que va al gym del barrio que al marcársele la cami se viene arriba) y juguetes de sex shop de lux?
Si es que aunque una no quiera ir demasiado prejuiciada ¿qué se puede esperar de un producto calificado de «porno para mamás»? A mí lo de mamás es lo que me tira para atrás espantada. Nos machacan demasiado con las dos edades de una mujer: antes de ser fertilizada y cuando desapareces del mercado para pasar al harén colectivo de la sociedad.
Igual es que yo estoy demasiado equivocada, pero en plena subida de hormonas, juventud despreocupaciones, mayor posibilidad de promiscuidad y en fase de descubrimiento de tu cuerpo, tus límites y tal… ¿es la edad que más de suyo se consume porno? Vaya, para informarse o ilustrar la inexperiencia se ha usado siempre, pero ¿no será más bien una necesidad más que casual entre obligaciones, colegios, madrugones, asentamientos logísticos, rutinas, monogamias, desencuentros y demás handicaps?
Digo yo que será también en esa etapa de la vida cuando una eche mano de visiones y pensamientos ajenos para despertar los propios, o sea, leer, ver y escuchar porno. Ser mamá no significa renunciar a experimentar tu sexualidad teniéndote que conformar con un pseudo género light descafeinado. A mí eso me suena a «vamos a darles a estas pobrecitas reprimidas migajas del deleite visual que excita». Pero es que además, no conocía yo estas distintas categorías entre hombres. Así que la mera calificación de porno para mamás refuerza aún más el carácter retrógado de toda esta campaña orquestada.
Se critica que esto engrose la cuenta corriente de algunos o muchos y que sea un ejemplo claro de producto comercial nacido y enfocado para ser bestseller y romper taquillas. Me alegro. Me alegro de que sea la industria editorial y cinematográfica, ya engordamos demasiado los bolsillos de otros sectores.
Sigo pensando igualmente que esto era necesario pasarlo, (tanto como la época de Pajares y Ozores) para poder seguir avanzando. Atrae el tema, atrae la variedad, atrae la exploración, atrae la libertad que se respira entre las mujeres de opinar de un bondage con naturalidad a la hora del café con pastas o de buscar en Google algunos términos que aparecen en el contrato tipo dominatrix para simple información, curiosidad o amplitud de horizontes y verticales.
No creo que importe tanto la cosa que ha despertado el fenómeno, como el hecho de su despertar. No quiero la segunda parte de Grey, quiero las secuelas, las copias mejoradas y todo ese bordeo entre una peli de cine estándar y una peli porno para tías (que haberlas haylas y buenas y para muestra el siguiente botón, Erika Lust, Porno para Mujeres.)
Conclusión: que no te cuenten o filtren las cosas, lee, observa, ve, experimenta y luego ya…