Tenían su día, FUNDESEM y su equipo tenían su día, era un 11S, y como viene siendo una de esas tradiciones que no pierdo a cosa hecha o por rebeldía, me veía repantigada en el sofá de mi casa, caja de kleenex en mano dispuesta a ver programa especial, recordatorio o «lo que no le contaron de…» sobre una fecha que los que pasaremos casi al unísono a la historia, no olvidaremos. Pero no ha sido así, en mi memoria quedará la noche pasada, pero por otras causas. Me sacó de mis planes Enrico Ahrens. Alguien que me conozca dirá que no es mucho mérito sacarme de mis planes, pero ssshhhhiiii, ¡callarsus hombre!
Reunía ésta, la que considero una de mis casas, a su comunidad con motivo de la apertura del curso académico (Welcome Back) para contarnos con orgullo lo que habían logrado, lo que iban a hacer y qué hacen. Lo de antes… pues bien, hecho está, resultados mandan y en términos de empresa, a veces es lo único que cuenta. Lo que van a hacer y contado con los vídeos que ahora se manejan entusiasma al más pintado. Lo que hacen, para mí es lo que hoy vale y… anoche «valió».
No sé si lo hace adrede o si su estratégico don para recibir a las personas es casual, pero llegar a su convocatoria y que te reciba con esa sonrisa, esos ojos atentos semiclaros y ese abrazo… compensa lo que sea: el recoloque de niños, el tráfico, el tiempo invertido, el cansancio acumulado o la consabida charla. Como contó Miguel Rosique, encargado de presentar el evento, los alumnos se encuentran en FBS con exigencia académica, entran para sufrir, pero esto como en las películas del ejército, que luego sales satisfecho y diciéndote «Qué bien hemos sufrido».
Después de exponer las asignaturas, temáticas y habilidades que debe aprender un mortal para convertirse en jefe (nada de directivo o líder), nos quedamos con la conclusión final, tras un test realizado con el power vote: el trabajo de un jefe es esencialmente político, saber manejar a su gente. Y digo yo… ¿para ese viaje estas alforjas? O sea, si un jefe no es tan competente porque sepa de números, porque sea la bomba redactando informes, planificando objetivos, ni siquiera porque tenga ojo con quién rodearse, por no mentar que no hace falta que haga pesas para dar un estupendo puñetazo en la mesa ¿a qué seguir atiborrando los programas con aptitudes? Vaaale, admito que sea excusa para aprender inglés y practicar trabajar en grupo (lo de equipo lo dejamos para cuando no sea simulacro) y de paso, interiorizar un montón de herramientas que nos hacen la vida profesional mucho más cómoda y que la Universidad no tiene tiempo de enseñar a esas generaciones resultantes de los experimentos que los gobernantes van colocando acrónimos para distinguirlos: tú, izquierda, que eres LOGSE; tú, derecha que eres LOCE y tú espera, que eres LOMCE.
Pero así siguiera regalando FUNDESEM la copa de cóctel y la estupenda orquesta para amenizar la velada del jardín, que lo cambiaría sin dudar por una habitación sin ventana, con un ruido machacón de fondo y sin agua para calmar sed si así me llamara Enrico Ahrens, Lilliana Brando, Alfredo Muñoz y tantos otros. Es uno de los temas estrellas en Recursos Humanos, en gestión de equipos, en expansión de negocios y hasta tímidamente se empieza a escuchar en política: elegimos un producto o servicio por su gente. Apostamos por un proyecto, por su gente. Pero no porque sean magníficos técnicos o puedas rellenar su encuesta de calidad con excelentes parámetros, sino porque tienen habilidades… políticas.
Si el principal cometido de un directivo, jefe o líder es saber tratar a las personas para que se entusiasmen por el proyecto, resuelvan conflictos y extraigan lo mejor de ellas, un porcentaje muy elevado de su formación (por no decir el 100%) deberían ser las habilidades sociales, políticas, etc. Espera que voy a hacer la prueba en Google con un comparativo a ver qué me sale…