FUN & COACHING

En cuanto Alejandro de la Vega me propuso para nuestro privado Foro este tema (Fun & Coaching), en inglés por supuesto, para que sigan diciéndonos eso de que no somos siquiera capaces de traducir Coaching los que nos dedicamos directa o indirectamente a esa profesión (diversión y entrenamiento mental, ¿entiendes por qué no lo traducimos?) y  siguiendo su propuesta de cómo hacer más divertido nuestras sesiones de coaching, me vinieron enseguida dos grandes dudas:

1) Cuando hablamos de coaching, hablamos de coaching ¿verdad?

Supongo que no hablamos de formación + coaching, terapia + coaching, PNL con coaching, o #meinventoloquemedalaganaqueparaesoesmicoaching + coaching ¿verdad? Que eso está muy bien, que conste que yo también me hago mis combinados… pero lo advierto y lo tengo claro: cuando hago formación tomando herramientas del método coaching (que no es lo mismo que hacer sesiones de coaching), me divierto y hago que se divierta el personal.

Pero es que lo digo también y sobre todo, por lo que entiende por ahí la gente lo que es el coahcing: Señoras y señores, traído desde el mundo anglosajón y sin posibilidad de traducción, en sobada mano y para todos ustedes llega… ¡¡¡EL SHOW DEL COACHING!!!

Yo es que con ese coach o adiestrador de perros, como que no me siento identificada. Sí, hombre, hablo de ese iluminado que debido al poder momentáneo que concede un público a todo aquél que se sube a un escenario y se pone enfrente de él, se venga arriba para hacer su «Club de la Comedia» particular. Gran poder y sin límites, por cierto, porque normalmente el público en esas circunstancias le consiente que lo levante de su estado para chocar palmas, darse modernamente la paz sin cura de por medio o vociferar pensamientos que sólo haría en estadio ebrio.

Chico, si quieres ser artista, cúrratelo de verdad y a ver si haces una buena carrera, pero medio entender de debilidades humanas tocando las tres teclas que todos llevamos en la espalda a modo de muñeco de inocentada y decir que estás haciendo coaching, confunde mucho. Mira que luego se lo creen hasta los periodistas y ya no distinguen una conferencia sobre un tema con el tema en sí mismo…

¡Ostras!, qué palabra se me acaba de ocurrir: en vez de coach, los podemos poner «coachshow» (pronúnciese cacssou y queda más cacofónico si cabe) y así pueden subir automáticamente sus tarifas. Ya no hace falta que se esfuercen en demostrar que ayudan, mejoran, transforman o cambian las vidas de las personas, quedan dispensados. Con que nos hagan reír o pasar un buen rato llorando, su cometido estaría cumplido.

Además, les auguro un buen futuro, porque seguro que después de tres temporadas más de «Gran Torrazo» o «Quién se lleva al que parí», sacarán un especial de «Telepredicator» donde ficharán a mansalva a profesionales con su perfil.

Vale, partiendo entonces del más puro coaching (método que usa la dialéctica para despertar conciencia, asumir responsabilidad y motivar a la acción), me viene la segunda duda…

2) Cuando uno, cual vulgar espejo, va mostrando al otro su más real rostro… Cuando vas asimilando la noticia de que la gran mayoría de las cosas por las que te quejas te las has buscado tú y dependen de ti… Cuando por fin caes del burro que si no lo haces, nada cambiará… ¿todo eso casa con la diversión?

Claro, que también podría ser cuando uno asombra al otro mostrándole en todo su esplendor y extrayendo luz de la plena opacidad, atisbando en su mirada ese «ahora comprendo… ahora entiendo… ahora me permito… ahora… ahora…».

De los tres tempos del coaching (conciencia, responsabilidad y acción) me quedo con esta fase. Todas las emociones que fluyen ahí desde la curiosidad a la vergüenza, pasando por la ternura, el desprecio, el amor propio, la esperanza… me fascina. La fase de toma de conciencia la vivo con regocijo y si a eso lo llamamos diversión, pues sí. ¿Eso influye en mi cliente? supongo.

Y aunque haya cierto dolor, yo esto lo tomo como cuando vamos al cine y vemos un dramón de narices y lloras y te desahogas por ti y por todos tus compañeros y luego a la salida nos miramos con el rímel corrido y restregándote  el ojo con un indelicado dedo decimos: ¡ay, qué bien lo hemos pasado!

En la fase de asunción de responsabilidad también cabe ver cómo el otro se empodera hasta tener el valor de asumir las riendas de su propia vida y dejar de ser el espectador para pasar a ser el protagonista principal con derecho a pisar la alfombra roja de los Óscar.

Eso de decir: lo que me pasa, me pasa por gilipollas, pero es que lo practico tan bien que no voy a dejarlo en manos de otro, no vaya a ser que se extinga mi especie, así que a seguir dejando el pabellón alto.

A mi modo de ver, coger la cruceta de madera que mueve los hilos de tu propia marioneta es un momento lúdico total. Te creces tanto, que eres capaz de reírte de tu narizota o la desproporción entre la cabeza y el cuerpo. Es genial, en serio, cuando viene el malo le das un puntapié y sales corriendo. Ya no te quedas esperando a que la aspirante a actriz que coge el trabajillo de fin de semana te mueva la cruceta.

Y ya por último… ¿Quién no se divierte consiguiendo metas que antes no alcanzaba? ¿Quién no se divierte riéndose de sí mismo cuando nos ponemos a hacer algo nuevo y nos sale como Míster Bean? ¿Que no? Pues pasa otra vez por la primera fase porque te dejaste alguna lección.

El coaching consiste en eso, en meterse en una película, observar cómo es el escenario, cómo se mueven todos, cómo nos movemos nosotros, coger tu cruceta y ¡¡a bailar!! Bienvenido al show del coaching.

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