—¿Qué pasa con esas situaciones difíciles del día a día? Eso está muy bien en teoría —me dicen algunos alumnos cuando descubren algo nuevo en su desarrollo emocional.
—Nos vamos a ir todos a vivir a Teoría —respondo a veces —, pero eso sí, allí lo ponemos en práctica ¿de acuerdo?
—No, si yo lo intento, pero no es tan fácil como parece —responde alguno de los más osados, de esos que al menos se proponen llevarlo a cabo y dar un paso más allá del «lo rechazo ya de plano y así me evito el mínimo esfuerzo para seguir restregándome con y entre las quejas, excusas y justificaciones».
A ver, si el primer primate que intentó ponerse de pie hubiera tenido la misma actitud de muchos Homo Sapiens actuales frente a una nueva de las habilidades de la Inteligencia Emocional que enseño, ni siquiera a cuatro patas, yo creo que hubiéramos vuelto a arrastrarnos cual reptiles antes de alejarnos de la charca.
Hay dos actitudes claras que eliminan cualquier atisbo de aprendizaje, que no es más que un proceso de descubrimiento de algo nuevo que no hacías, su conocimiento y la experimentación propia de ese conocimiento. Esas dos actitudes se llaman reafirmar sólo lo que ya sé y en lo que estoy de acuerdo; o rechazar todo lo que no sé y contradice mis actuales ideas. Sin abrir mente para escuchar, para ver, para dejar pasar y procesar, no saldremos nunca de lo que ya tenemos. ¿Te sirve? perfecto ¿Te quejas? pon remedio.
¿Y quién dijo que habría de ser fácil? ¿Y a quién se le ocurrió que las habilidades o capacidades se adquieren sin apenas práctica y experiencia? No sólo hay que intentarlo, hay que intentarlo y mucho. Y una vez alcanzado, mejorarlo, mantenerlo y superarlo. Que algo sea difícil no significa que haya que transformarlo a fácil, significa que requiere un plus, un extra y la mayoría no vamos a por ello, nos conformamos con lo fácil, que casualmente suele coincidir con el ir tirando.
Si conforme practicáramos deporte, la conducción o la cocina no avanzáramos nada o se nos diera peor, lo lógico es que revisáramos qué pasa ¿no? Porque observamos por ahí que hay gente que hace unos arroces, unos guisos y unas tartas de escándalo y a nadie se le ocurre pensar que la cocina está rica en Teoría.
Si con unas 20 horitas de clase y unos cuantos ejercicios básicos de tenis pretendiéramos apuntarnos al Roland Garrós y quedar, cuando menos, empatados con Rafa Nadal, digo yo que me tacharían de ilusa. Pero vaya, nunca jamás coger una raqueta y privarme de un placer que tanto disfruto tan sólo porque vaticino que es difícil llegar a ser una estrella…
Esto es lo que observo a diario: grandes quejas sin remedios. Y lo que es peor, reprochar a los demás que han optado por tu misma opción que se comporten tan torpemente como tú. Ante una destreza o habilidad, por supuesto que somos libres de decidir aprenderlo o desestimarla. No tenemos la obligación de mejorar, de buscar la excelencia, ni siquiera el deber de dejar de ser unos ignorantes patanes. Pero consecuentemente no tenemos el derecho de quedar como personas coherentes cuando nos lamentamos en nuestra libertad de decisión de haber prescindido del aprendizaje el no ser unos expertos.
Hay no obstante quien, entreabiendo resquicios a su resistencia, proclama a los cuatro vientos que es imposible, aunque ya por el mero hecho de manifestarlo lleva implícito el ruego de que le lleven la contraria o le ayuden. Que tú no puedas algo no significa que no sea posible, simplemente significa que tú no puedes. Así que cuando alguien afirma que «eso es imposible» en verdad lo que está diciendo es «no me veo capaz de comprender o de hacer eso». Son limitaciones propias, las imposibilidades viven en tu mundo, no en Teoría o en el otro país aún más lejano e inhóspito llamado Acción.
Normalmente nos valoramos incapaces ante nuevas destrezas por falta de conocimiento o por falta de práctica. Todo aquello que estudiamos y lo manejamos se nos vuelve posible. En mayor o menor grado, pero eso sí, el grado cero se mantiene si ninguno de estos parámetros: conocimiento y acción, variamos en nuestra vida.
En el país de Teoría hay muchas habilidades esperando a ser leídas, escuchadas y percibidas para luego experimentar con ellas. Viaja, verás como tu mundo se amplía.