El sucedáneo del amor

Querido amigo, cuando te reprocha aquello que tú haces porque disfrutas con ello o simplemente deseas hacerlo, porque así lo has decidido, no te está amando. Nada tiene de amoroso recriminar, exigir o reclamar a otra persona que deje de atenderse para atenderle a ella. Cuando se está agarrando al otro para que se ocupe de nosotros, no es amar. Amar es dar. Amar es entregar, no pedir a gritos o con gestos silenciosos que se ocupen de nosotros.

Ese amor es la protección, la atención, la seguridad o el cariño que pedimos en la infancia. Cuando todo nos tenía que ser dado por nuestros progenitores o por quienes hacían también esas funciones: profesores, comunidad, amistades, sociedad.

Si no soporta tus pasiones, tus actos, tus atenciones, tus focos o disfrutes… no es amor. ¿Te entregarías a alguien que no te ama? ¡Qué tragedia no experimentar al menos una vez en tu existencia romperte en mil pedacitos que se funden en los mil pedacitos de otra alma! ¿Compartirías el tiempo incierto del resto de tu vida con alguien que no te ama? ¿Te mirarías al espejo y podrías decirte: te mereces a alguien que no te ama?

Cuando te quiere cambiar algo que tú eres o tú haces, no le gustas. Si se quedara contigo siempre y cuando tú hicieras, dijeras, actuaras, pensaras, disimularas… no le gustas. No te toma entero, te toma a trozos, solo aquello que le reporta un beneficio, un placer o un agrado, el resto… ¿Puedes renunciar a tu ser, a tu completud? ¿Estás dispuesto a mostrar solo aquello que complace a otro?

Siento decirte que si no acepta tus ideas, opiniones, creencias o estados anímicos, no te respeta. Amar no significa que tengas que convertirte a su credo, que respondas a sus expectativas, que estés de acuerdo con su mundo, que rías o llores según le convenga, que tengas mismos valores, que no le asustes con tu diferente parecer… Respetar es tolerar, es legitimar al otro a que piense, sienta y actúe como libremente estime oportuno.

Toda persona adulta ha de seguir conservando su centro pese a que aquello que ama disienta de su pensar, experimente con un diverso sentir o se enfoque en otro punto al que tú no miras. ¿Seguirías en paz contigo sabiendo que algo en ti es percibido por alguien que tú escoges para compartirte como erróneo, carente de valor, incorrecto, inoportuno?

Entonces me quedaré solo, me dices. No te engañes… ya lo estás. Di que quieres compañía, pero no que quieres amar y ser amado. Puedes conformarte con un sucedáneo, pero así trates a los demás, te estás tratando a ti mismo y serás tratado.

Si no eres honesto porque aceptas reproches hacia ti, que a su vez te provocan reproches hacia el otro… Si no soportas que el otro se comporte hacia ti de esa manera, entonces tú tampoco soportas al otro… Si te gustaría que el otro no fuera tan… ¿qué esperas recibir a cambio? De ahí que dos siempre estén en la misma frecuencia.

Si tú te amas, te respetas, te gustas, te mimas, te apruebas, te reconoces, te aceptas… nada en ti es incorrecto. Todo es necesario para que seas el que eres ahora. Si el otro no está dispuesto a verte en desnudez, a abrazar todos los rincones de tu alma, a doler a tu lado, a reírte una rabieta, a dejarte volar lejos, a mirarse en el espejo de tu charco… La vida de una persona es un proceso. Un proceso mudable. Imperfecto. Cíclico. Hermoso. Y solo quien ha aprendido a amarse esto en uno mismo, lo ama, lo respeta y lo venera en el otro.

Claro que hay personas que saben amarse. Por supuesto que hay personas que aman a los demás. ¿Tú eres uno de ellos?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *