No puedo salir de mi casa, FUNDESEM, cada día nos convocan a temas más interesantes y actuales, así que supongo que estará al caer una de fútbol aunque sea bajo el tamiz del liderazgo estilo Cubeiro.
Comenzó Mario Quintela presentando la jornada del martes 10, dejando una pregunta en el aire que si bien no fue explícitamente contestada, se escuchó varias veces en el aire, like love is in the air: ¿Todos podemos ser mediadores? Con ese todos se refería a los profesionales que reúnan el perfil que la Ley dice: ser licenciado o tener el mayor grado de una formación profesional y hacer un curso de especialización en mediación. Curioso es que no hayan pedido llevar además un kilo de comida imperecedera, o quizá el legislador pretende alargar el texto tal cual más allá de Pascuas. Lo digo por aquello de la rapidez del cambio y tal…
A sugerencia de un lector, voy a explicar muy brevemente algún término que doy por sobreentendido y no lo es tal. ¿Qué es la mediación? Una forma de solucionar los conflictos donde las partes son las que dirigen el proceso, toman las decisiones y convidan a una «piedra» que no se puede lanzar (mediador) para que les ayude durante ese tiempo. ¿Qué no es mediación? Intervenir, asesorar, tomar decisiones por las partes, valorar los resultados de dichos acuerdos o dirigir el proceso. Hasta aquí la mediación ontológica, pura o no intervencionista, luego vienen los diferentes tipos de «cantera» (escuelas que interpretan el método) y tenemos el lío montado. Los americanos, tan prácticos ellos, son partidarios de solucionar los problemas de sus clientes y son más directivos en el proceso, llegando a proponer alternativas y todo, de moda que rozan la fina línea entre negociación y mediación. Pero en la tarde de hoy nada de esto se ha comentado, pese a que a mí me encanta meter cizaña en mis clases de mediación para que los futuros profesionales se cuestionen los principios básicos de esta disciplina, pero eran casi las nueve de la noche y tan sólo polemicé al final con el consiguiente tirón de orejas cariñoso que me dio Mario.
Fueron varios los ponentes (Paloma Cascales, Isabel Leal, Enma Sancho y Juan Antonio Giménez) los que explicaron, cada uno desde su experiencia, las ventajas de la mediación. Todavía me sorprende de algunos de los profesionales referidos, que se les supone y doy fe que las tienen, habilidades de comunicación, nos lean sus exposiciones. Creo, y no me aventuro a decir, que en cuanto tratamos temas jurídicos o vemos chaquetas entre el público, pensamos que lo correcto es quedar estupendos releyendo ese magnífico discurso que hemos preparado donde figuran palabras propias de un vocabulario técnico redactado para ser leído, pero no orado. Sí, cierto es que el público hablaba el mismo idioma, pero entre compañeros (abogados, asesores, economistas y psicólogos) debería primar la cercanía y entendimiento frente al protocolo. ¡Si es que de algunos no he podido encontrar frase alguna que me cupiese en un tweet!
Lo anterior no desmerece el contenido ni la calidad de sus aportaciones y por no aburrir al personal ajeno a esta materia, tan sólo señalaré que hemos hablado de que la mediación es una figura que requiere de ciertos cambios de paradigmas sociales (conjunto de creencias) para que llegue a calar en la ciudadanía. Como sociedad que va madurando (mira que llevamos siglos ya de historia) debemos ver a los conflictos como parte de la convivencia que nos hace crecer, y no como algo negativo a ocultar. Casi, casi, deberíamos empezar a darle al conflicto el mismo tratamiento que en su día se dio al sexo, y a ver si así con programas de televisión que tanto gustan, lo patrocina alguna princesa del pueblo o príncipe de provincias; no sé… lanzo esa idea.
Otro cambio importante en la sociedad debería de ser la conciencia de responsabilizarse de las propias barrabasadas que cada uno vamos cometiendo y que cuando ello suceda, dejemos de llamar a mamá (sistema judicial o arbitraje) para todo, pudiendo ser capaces de resolver nuestros propios problemas acudiendo a cauces y métodos oportunos.
Y ahora retomo la pregunta inicial de Mario: ¿Todos podemos ser mediadores? Quienes no tengan habilidades personales, ni conocimientos del método de mediación,ni experiencia probada, no. ¿Sirve la mediación para solucionar todos los conflictos? No, aquellos que por coste, tiempo o diferencias de poder no sea rentable, eficaz o justo, entre otras posibles causas.
Pero bueno, estas preguntas que tanto llaman la atención entre profesionales ya consagrados o por bautizarse, son las típicas preguntas que todo oficio se hace. ¿Todos podemos ser policías, médicos, aparejadores, maestros, vigilantes de cuadras, ingenieros…? Generalizar es absurdo. Y la otra pregunta se contesta por sí sola también: ¿todas las enfermedades son curables con el mismo tratamiento? ¿Se precisa el mismo tipo de compactación de tierra para edificar? ¿Todos los perros se adiestran igual? ¿..?
En conclusión, ni todo puede ser mediado y a alguno más vale que le sujeten antes de hacer un curso y más si va a ser alumno mío.