Yo no tengo tiempo ¿cómo lo haces?

Al próximo que diga eso de que no tiene tiempo lo voy a premiar haciéndole partícipe de un trascendente descubrimiento. Yo creo que su vida dará un giro de 360 grados (o sea, que volverá al mismo punto de partida, pero dando una vuelta, que a veces despeja) La mismísima Comisión Mundial de Científicos y Filósofos Expertos se reunió para tratar la grave cuestión que esa persona y otros acusan. ¿Cómo es posible? Algo falló en todas las teorías y sin nuestro gurú Einstein, las relatividades siguen siendo relativas y el tiempo en la tierra, yendo a la misma velocidad, no altera esos resultados. Y sin embargo ellos…

Se reunieron una y otra vez y viéndose faltos de medios para salvar el mundo de otros derroteros más acuciantes como pueda ser el emoticono adecuado para votar en el Senado, finalmente encomendaron a sus pupilos que en sus doctorados, tesis, estudios y comidas de tarro resolvieran el nuevo complicado enigma que el Siglo XX1 planteaba: parece que no todos tienen el mismo tiempo. ¿A ver si tiene algo que ver con sus ancestros ingleses y así como las unidades de medida no concuerdan con el resto, el tiempo también es una excepción? No te creas, que queda por ahí un novato que no ha podido presentar su trabajo de fin de carrera porque se metió en nudos y como siempre usa zapatillas de velcro, las lazadas no le salen…

Aún así habemus teoría: todos disponemos de 24 horas diarias, unos con más sol, otros con más noche.

Sí, lo sé, la respuesta pone los pelos de punta. Que Sandra Bullock, Piqué, Losantos, Belén Esteban y Mario Casas dispongan de las mismas 24 horas que los demás, acojona, lo sé. ¿Cómo es eso posible? Pues porque por un capricho del destino se ha querido que así sea.

Lo cierto es que a mí me resulta tremendamente fácil gastar esas 24 horas, no sé a ti. ¿En qué? pues sencilla la respuesta: en lo que decido. Hombre, aquí es donde parece que más escuece quien a quejas, reclamaciones y entre suspiros jura y perjura que no pueden hacer, no pueden ocuparse, no llegan, no organizan… mientras otros sí. Los demás no sacrificamos, no. No priorizamos, ni decimos que sí y que no, ni descansamos, nada de emplear pautas o malgastar, no… Con estirar por una esquina de las 10 de la mañana y hacer truquitos para que las 16:00 sean las dos de la tarde… Vamos, ni si me hubiera ocurrido que fuera una cuestión de hacer aquello que quiero y me propongo, o de aquello que dejo de hacer porque detecto que me aparta de mis metas vitales… No, no debe ser eso…

Nuevamente esta Comisión se reunió para esclarecer los puntos que aún quedaban por resolver. La discusión se elevó de tono, que si libertad, que si circunstancias normales, que si obligaciones, que si trampas, que si largo plazo, que si paciencia, que si pérdida, que si mal uso, que si irresponsabilidad, que si urgencias, que si… La buena noticia es que seguimos teniendo ocupada a la juventud teorizando en Universidades y demás Centros de Retiro de la Realidad. La mala es que no existe manual común a seguir, tan sólo el del sentido… O sea, hacerte dueño de tu propio, escaso, limitado y único recurso: el tiempo.

Pero ya es un gran avance para que al próximo que diga eso de: «Yo no tengo tiempo ¿cómo lo haces?», yo no le responda irónicamente eso de: «No dirijo naciones, tan sólo mi propia vida», le sean revelados algunos misterios:

-Que tiene equis días inciertos para vivir.

-Que cada día se compone de 1440 minutos (que no euros, al menos hasta que no nos gobierne la coalición «Hacemos- Milagros sin Parangón»)

-Que no tiene más misión que regir su vulgar, estupenda y única cuenta de tiempo, ya lo mida en años chinos, españoles o anglosajones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *