"El Atrévete", juego inventado y dibujado por mi hijo. Como la vida misma...

Y de pronto…

Parecía que ayer y hoy tenían continuidad y que este rato era consecuencia lógica del anterior… Y de pronto descubres que vivimos en la más atroz dictadura de la incertidumbre. Y de pronto te das cuenta que hoy no tiene por qué devenir del ayer y que quizá mañana no esté por estrenar.

"El Atrévete", juego inventado y dibujado por mi hijo. Como la vida misma...
«El Atrévete», juego inventado y dibujado por mi hijo. Como la vida misma…

Es así, de pronto descubres que aunque alguien te ayuda, sólo tú puedes salir de ésta. Que te pueden amar pero lo que cuenta es lo que tú sientas cuando el que ama eres tú. Que alguien te puede curar, pero que el que sana eres tú. Que te dan agua, pero nadie sacia tu sed por ti.

Y pasa así, que de pronto descubres que puedes adquirir y comprar, mas el verbo construir está reservado en exclusiva para ti. Que puedes luchar contra el viento agitando los brazos, pero que la diana está dentro y bien adentro.

Normalmente no sabes cuándo, pero de pronto te das cuenta que incesantemente llenabas y completabas lo que tú ya eras…

Mas cuando al fin descubres tu poder… Aterrorizado cual dios descontrolado imploras ceder esa libertad, que te quiten tu disposición antes de hacerte daño. Ya parece que tu gran facultad va a acabar contigo y lo que te rodea… cuando en seguida se acaba. No es cierto, todo ha sido un espejismo, una broma en el camino, delirios de grandeza de un sueño fugaz.

Uno repentinamente cae en la cuenta de que nuestro color de piel nos determina un lugar en el mundo. Que nuestro género es el que marca nuestros impulsos. Que nuestra cultura nos atrapa. Que nuestras experiencias deforman lo que vemos alrededor. Y de pronto aparece la humildad…

No todo lo podemos, no todo está en nuestras manos, no hay tantas decisiones conscientes que tomar, empezando porque las circunstancias no se amoldan a nuestras querencias. No creamos realidades, tan sólo estrujamos a ratos la nuestra, para escaparse la mayor parte de otros tantos. Que tenemos limitaciones, que ni sabemos conducir nuestra máquina y que cuando dominamos algo, todo ha cambiado. Y de pronto lo nuevo se hace viejo y lo antiguo rejuvenece con fuerza.

Y de pronto descubres… que ni tú ni yo sabemos, pero nos queremos.

Que algún día ya se esfumó en un día y que sin saborear la fruta, la cosecha ya pasó. Y que cuando te sentiste vencido te contaron que eso era todo. Que no te basta, pero no quieres más… Y que desde donde se te supone abatido dominas el extenso campo como gigante de Gulliver.

Y de pronto, así de golpe y porrazo asimilas que si pudieras volver lo harías, pero que cuando en verdad pudiste lo rechazaste y que esa era justo lo que podías hacer porque no sabías lo que ahora sabes.

Hemos de ser títeres de nuestra historia, no queda otra, un director ciego que baila a trompicones su improvisado guión… porque de pronto descubres que te comes tu mundo pero porque te parieron con hambre.

Y a otros «de pronto»… a otros «de pronto» te los vives sin más.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *