¡Como ha cambiado la película! Mejor diré, la radio. Ayer tarde fui invitada por Arena García a su programa «El reloj de arena» en Radio San Vicente y aunque se viva el directo, lo que en realidad se escucha hoy día es el podcast. Así que os dejo el enlace al mismo, donde se recoge la entrevista que mantuvimos (empieza en el minuto 5.30 el programa)
Nunca había estado dentro de una sala de grabación y ver cómo se encendían las luces rojas por mí, me ha llegado. No sé qué poder tiene ese color, pero cuando las ponen de aviso en la puerta de una sala de Rayos X o en la salida de un garaje, su mensaje nos alerta mucho más que las de los semáforos. A mí al menos, la de la radio, me infundía respeto y a la gran locutora Arena, le infundía el suficiente como para ajustarse en su tiempo, pero no tanto como para confiar en su capacidad de improvisación. Me había citado para que estuviera a las 6 de la tarde. Yo pensaba, sinceramente, que el programa empezaría como un cuarto o media hora más tarde, que no sería tan valiente de citarme a la hora exacta que comenzaba el programa y cual fue mi sorpresa cuando ¡así había sido!
Si le llego a contar que casi… En fin, cuando he llegado y he visto que, efectivamente, aprovechaba una pequeña pausa para salir de la sala y saludarme y regresaba para continuar presentando el programa, donde incluso me introduce, casi me muero de los nervios y responsabilidad. ¿Y si al final, tal como…? ¡Qué desastre! Pero esta gran profesional lo llevaba con esa serenidad de quien se maneja en todo tipo de circunstancias.
Con ella en apenas un minuto en el aire se aprende más de comunicación que en cien manuales. Le hablaba al micro con un cariño, con una animación tal, que al gesticular y contar lo que iba a hacer por la tarde, casi se me olvida mi propósito y me uno a su propuesta como si fuera una oyente más. Una sonrisa mutua ha bastado para encontrarnos a gusto y charlar como amigas.
Me lo he pasado estupendamente, y no sólo porque hablara de mis cosas (que es lo que más nos gusta hacer a los humanos, por cierto) si no porque me estaba empapando de los detalles de ese oficio: qué preguntas hacía, cómo manejaba el silencio, el clima que creaba, los recursos que tenía cuando me atrancaba, su capacidad de amoldarse a mi discurso… Me ha parecido sublime, ¡estoy por cambiar de profesión! Únicamente le veo un inconveniente, hay que estar sentada y un poco quieta por el micrófono y a mi escasa edad, todavía me cuesta hacerlo ;·)
Y ahora la confesión: horror cuando me escucho… Todavía me sigue pasando… Es normal que nuestra voz nos suene diferente cuando lo hacemos desde el exterior de nuestro cuerpo, pero lo mío… no sé, tendré que curtirme como con lo de la imagen. A base de hacerme y verme en fotos, he llegado a acostumbrarme y hasta me gusto en algunas, pero la voz me está costando un mundo. ¿Pero quién es esa? ¡Qué voz de pito! ¿Es que no sabe vocalizar? Así que me va a tocar ponerme de castigo el podcast unas cuantas veces y prometer dejar de escuchar embelesada la naturalidad de Arena.