Te compro por el envoltorio

No hace mucho le hicieron una entrevista a un escritor que entre otras particularidades, descubrimos que debido a su edad y pelaje, es candidato al consumo de la industria explotadora de niñas asiáticas. ¿Cómo sino se explica que diga que no podría amar a una mujer de su misma edad de 50 años porque son demasiado viejas? ¿Y qué hará conforme avance el tiempo?

Se armó una buena… Menos mal que no me hicieron la entrevista a mí, porque yo también, sin conocer ni «amar» más que el chasis, me quedo con coche nuevo. Si me tengo que entonar, la mayoría de tipos de mi generación, menores incluso que los citados por este, no pasarían del corte de 3 segundos. Los suficientes para cambiar de canal. Pero es que depende, si solo buscara agradar la vista o un poco de tacto…

La cuestión es que por lo visto ofendió a muchas mujeres. A ver… si lo más atractivo y lo que más puede ofrecer una mujer para ser amada y encamada rondando los 50 es su físico, vamos muy mal ¡eh! Eso significaría que no se han hecho bien los deberes. Y claro, todos esos lugares que implantan, quitan, añaden, estiran y dan volumen incrementarían la lista del paro…

De todo ha de haber en esta viña del Señor. Para hombres que buscan atractivo en carne fresca, pues mujeres que ofrecen bandejas de pechugas y muslos. Para mujeres que buscan cuentas corrientes, pues hombres que fanfarronean exhibiendo materiales del tamaño imaginado de su miembro. Si es que a mí, me parece estupendo. ¿Qué haríamos sino con todos estos? Pues como con los calcetines, emparejémosles y así los tenemos entretenidos.

Casualidad que casi ninguna mujer joven y sin taras profundas de complejo de Edipo se fija en un madurón arruinado física y monetariamente. Y oye, a los hombres que escoges por el atractivo corporal también los atas a la pata de tu cama y luego sueltas la correa larga y sin nudo… Siempre hay quien tiene el sueño incumplido de haber nacido pieza de recambio y sustitución.

Creo que todo tiene una edad. Hubo un tiempo en que mis pretendientes se apuntaban después de verme la etiqueta trasera del vaquero… Lo entiendo, yo también ponía el ojo en cosas tan trascendentales como la caída de la costura sobre los hombros. ¿Quién a los 20 años no se enamoró de un cruce de piernas, un pelo alborotado o unos labios carnosos? Si además añadimos oscuridad, temazos musicales y líquidos azucarados, la química estaba asegurada. Hasta el finde siguiente.

Pero vaya, a los 40 y 50, si todavía estás en esa fase, te auguro un final insufrible. Y despilfarrador. En este presente cuando alguien se queda con mi aspecto, y no solo hablo del físico, sino también de mi personaje y su disfraz, que es lo primero que conocen de mí, se quedan con la parte más insignificante.

Mi verdadero valor está más allá, en la profundidad de lo que soy. Y allí soy eterna. Allí no se llega con una conversación, dos roces, unas tardes de risa ni tres encuentros. Esa persona, los escasos que la conocen, sí la disfrutan y poco ven mis arrugas y mucho agradecen el paso de los años.

Cuando siento que alguien se prenda de mi escaparate y no ve a la mujer de la trastienda, me da lástima. También cuando se decepcionan de mí porque no cumplo esos estandarizados cánones de belleza o status. Supongo que la misma lástima que a los demás cuando me quedo en sus superficies y no les doy la oportunidad. O una vez dada, tampoco les concedo la paciencia oportuna para estimarles.

Hace ya tiempo que no me llena quedarme en el envoltorio. El auténtico regalo está dentro y no en el lazo y la caja. ¿Que ponemos reclamos, colores, entalles, poses, tersuras, jugosidades…? Está claro, néctar al fin y al cabo. Todo lo que sea preciso para que alguien se detenga un instante de más y sea capaz de apreciar lo que está rico, tiene sustancia y valor.

Para cada persona será una cosa, es cierto. Y para la misma persona una cosa diferente en cada etapa de su vida. ¿O no? Bueno, ese escritor ya se ha retratado… ¿Y tú? ¿Eres de los que chupa el papelillo de los bombones o saboreas la untuosidad del cacao fundiendo en boca? Dirás que siempre apreciaste el chocolate, pero no… El paladar se entrena y se adquiere con el paso del tiempo.

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