Resistencia a los cambios de interfaz

No hay cosa que más me reviente, de verdad que esto me entrena en la paciencia, la humildad, la adaptación al medio y la resignación, al tiempo que alimenta mi ansia consumista. Cada vez que a los de Apple les da por mejorar su sistema operativo creo que aprovechan para poner a prueba nuestra fidelidad a la fruta. ¿Por qué tienen que cambiar el aspecto de Mail, de las letras, de los avisos, de la distribución del Finder? ¿De verdad era necesario todo esto?

Lo sé, lo sé, me está dando una pataleta de resistencia al cambio en toda regla. Yo supongo que a los nativos digitales provenientes de nativas analógicas, estas situaciones les parezca de lo más normales y hasta deseables, pero a esta nativa humana inmigrante digital o como quieran clasificarme, le toca las mismísimas entrañas de la incomodidad. Cuando ya pensaba que dominaba esto… ¡a la porra! otra vez a dejarme los eurillos en el Servicio Técnico de KTwin mediante llamadas a mi «hado madrino», Carlos. Cuando era del «parchís» le preguntaba al primer dispuesto, pero desde que me hice de la secta Mac, mi miedo a alimentarles incorrectamente me obliga a buscar ayuda profesional. Puede ser que lleve a mis hijos al Mc Donalds, pero jamás dejaría que metieran basura en mis dispositivos de Apple.

Ya este verano engrosé la lista de quejosos con el nuevo iOS en el iPhone y ahora debo confesar y confieso, que ni me acuerdo de lo de antes y que como me vuelvan a cambiar éste, con lo que me gusta, los fusilo. Y eso me recuerda a cuando cambiamos de moneda. Jamás pensé que podría calcular en euros como en pesetas (quizá porque nunca llegué a dominar esa técnica ni siquiera en pesetas, pero bueno) y ahora dispongo al menos de la capacidad de poner valor a las cosas lo mismo que haría una alemana, eso sí, desde una altura y enfoque bien distinto.

Lo primero que me pasó para decidirme a cambiar de Lion a Mavericks fue el presentimiento de que si me quedaba en lo antiguo, no avanzaría. Necesitaba una nueva arma y sólo el bárbaro me la podría proporcionar. Voy a traducir lo que acabo de decir, porque a veces me emociono yo sola hablando en mis mundos paralelos y luego se me queja el personal de que soy ininteligible: precisaba tener el iClood en mi iMac compatible con el iPad y para ello tenía que actualizar mi sistema operativo. Es decir, encontré una i-Necesidad y barruntaba que eso pasaría por modificar algo de lo que ya tenía.

Pues nada, a darle a la tecla de Instalar App nueva y cruzar los dedos previo guardado de copias de seguridad. Mas en cuanto se reinició el ordenador… ¡me c…… en la…..! ¡Lo sabía, mira que lo sabía! Los muy me la han vuelto a jugar: para conseguir una cosita he tenido que trastocar a una veintena. ¿Que eso era muy necesario? Vivir, lo que se dice, vivir, podría haberlo seguido haciendo, pero tengo que admitir que la maldita herramienta era imprescindible en mi trabajo.

Venga, está bien, continúo, tengo que asumir esto como un mal necesario y me pongo a abrir archivos y ¡malditos roedores! (ya que es lenguaje escrito, modifico mi vocabulario pero no me salió eso, no) me pide otra vez las claves de cosas que tengo olvidadas, apuntadas en no se sabe dónde y… Cuando ya he conseguido por fin acercarme a ser la mitad de eficiente que era antes de la ecatombre, me vienen los arrepentiemientos. Menos mal que todavía en mi portátil sigo teniendo la antigua versión y puedo de vez en cuando rememorar cómo se hacía algo en dos minutos y no en veinte y así intentar emularlo en el nuevo.

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Hoy por fin, al arrancar el ordenador como todas las mañanas, ya pensaba en mi ola azul turquesa (es el fondo de pantalla con el que viene esta versión de Mavericks) y me dispongo contenta a averiguar de una vez cómo funciona la herramienta culpable de que lo cambiara todo. ¿Mereció la pena? Rotundamente sí, pero hasta llegar aquí he tenido que atravesar todas las fases que me llevarán a la integración total del cambio:

1) presentimiento   2) shock   3) resistencia   4) aceptación racional   5) aceptación emocional   6) apertura

O lo que es lo mismo: 1) Preocupada porque lo que tengo ya no me sirve del todo y necesito modernizarlo. 2) Miedosa de que me trastoque lo conseguido hasta ahora. 3) Enfadada porque no sea como antes y me encuentre igual de inútil que cuando empecé a usar el antiguo. 4) Frustrada porque no me sale rápido y a la primera 5) Nostálgica con mi situación anterior de predicciones y seguridades 6) Entusiasmada porque por fin he conseguido lo que quería y ahora me va mejor.

¿Te identificas ante un cambio con los pasos que he descrito? Con cada una de esas fases se asocia una serie de emociones predominantes y sólo si llegas al final de meta y no te estancas en una de ellas, podrás decir ¡prueba superada! Pero ojo, que me acabo de dar cuenta que a veces la rueda gira y del 6 paso otra vez al 3 y vuelta al 5 hasta que imagino un día que pretendan arrebatarme mi seguridad en mi ola azul y vuelva una y otra vez a un ciclo ininterrumpido… Así como la vida misma.