Referentes femeninos… ¿hay alguien ahí?

De esas cosas que días antes con una Laura (Serradilla, la ilustradora de mi ultimada y lista para publicar novela) salió el tema: no tenemos referentes femeninos en el mundo artístico. Apenas dos o tres tan trilladas, que te guste su arte o no, tienes que nombrarlas porque si no te quedas en blanco.

¿Y qué me dices del mundo de la cocina, la moda o la decoración? Si es un hombre, hablamos de chefs, si es una ella es una cocinera. Llevamos toda la santa vida entre cazuelas y pucheros, pero como no salían nuestros platos de casa más que cuando la familia iba de picnic, pues eso… En decoración, lo que venía siendo tener buen gusto y ser apañada para unas, ahora es tener agudeza estética o ser un entendido de espacios para otros.

En moda me viene a la mente una de las grandes, Coco Chanel, pero consiguió codearse con los diseñadores y salir de costurera porque jugó a sus mismas cartas, dejando el resto de la baraja apolillándose en una estantería. No así la gran Carolina Herrera que ha sabido defenderse sin quitarse la falda ni bajarse del tacón. El resto, todo hombres o aspirantes a mujer que llevan por ropa interior calzón. Y así me pasa con tantas otras literatas que bajo pseudónimos masculinos, las menos, o a cara descubierta pero soportando el temporal, las más, dejaron exiguo testimonio de su pensamiento al mundo.

Se me hace ya excesivo tristón el caso que la Humanidad ha hecho a los muchos, valiosos y esforzados descubrimientos científicos de las mujeres. El silencio es apabullante. No ya un reconocimiento ligero por lo bajo, es que ni agradecimiento… A mí que me cuesta memorizar los nombres, confieso que si encima me hacen pensar en personajes menos recurrentes, o me las apunto en una chuleta o no atino ni a dar tres ejemplos raudos.

Pues en la misma semana, ayer, y otra Laura (Espido Freire, novelista, ensayista, escritora) en una reunión de mujeres volvió a salir el mismo tema: la carencia de modelos de referencia de mujeres más allá de sus casas a la hora de comer.

Sí, claro que sí, por bellezón o artisteo tenemos a cientos y llegarán a miles y millones, pues en cuanto sale una más joven, destierra a la veterana que cae en el saco del olvido o se convierte en icono por sus inimitables virtudes… curvas virtudes…

Y eso que yo soy mujer y me cuesta, así que imagino a un hombre pensando en un referente de mujer para mirar, admirar y no desear… Y por favor no me nombren a la inglesa y a la alemana de siempre que son típicos ejemplos de mujeres que adoptaron roles de hombres para ser aceptadas en un mundo público. Lo de la americana por ser la perfecta moderna compañera de un líder, ni mentar al caso, gracias.

Lo cierto es que no me he molestado nunca en buscar a cosa hecha referentes femeninos, he sido de la raritas que de joven me sentía tan de igual a igual con los chavales que lo mismo me daba. Leía libros escritos por hombres y me llegaban tanto como otros escritos por mujeres. Escuchaba la radio de hombres y mujeres y me he divertido e indignado con ambos bandos indistintamente. Vestía, comía, bailaba, aplaudía, conversaba y aprendía y no me fijaba en la sexual autoría.

Luego ya la sociedad y la vida me fue intentando poner en mi sitio de mujer y como yo soy inquieta y cuesta sentarme cuando y donde me indican, lo sé, ahí sigo sin darme por aludida. No encuentro modelos femeninos en los que mirarme, es cierto, tampoco los busco y aunque no siento la necesidad de referentes directos para mi persona, sí que veo indispensable para que la sociedad en su conjunto avance, que podamos alimentarnos de obra femenina también.

Quizá la causa de que aún coexistiendo entre grandes mujeres que bien podrían serlo, nuestra falta de criterio común entre nosotras acerca de lo que somos, de cuál es nuestro papel, de qué sí debemos, de qué no podemos, etc, no nos deja hacer tanta piña como hacen los hombres. Pues ellos, aunque tengan también disparidad de criterios, todo les aprovecha como hombres en última instancia y comprendo la tremenda pereza que da combatir los piojos de cabeza ajena si no pican en la propia.

Así que apenas sale una levantando el estandarte que destaca, nos sale la crítica de su aspecto, de su extravagancia, de su equivocación, de su osadía… Porque, reconozcámoslo, que tras años haciendo el canelo venga alguien a restregártelo por los morros… No te deja salida: o tiras por la calle de enmedio con las consecuencias de tirarse a la calle por montera sin referentes a los que acogerte (porque esa que llevó el estandarte ya nadie recuerda ni su nombre ni su paradero del éxito) o te defiendes con miles de justificaciones antes que reconocer que has estado haciendo el canelo. Resumiedo: o te ven nenaza o amenaza.

No es que no sepamos cocinar, decorar, vestir, escribir, pensar, crear, recrear o desarrollar, es que lo hemos hecho siempre antes en el ámbito privado y no en el público. A mí en mi casa me conocen mis habilidades, mis valías y mis esfuerzos, por ahí… toca demostrarlo y además tener voz, visibilidad y un sitio. Yo no pregunté, me lo tomé. Me encantó ese lema de «antes pedir perdón que permiso», pero está claro que un granito de arena precisa de otros para hacer playa.

Ahora que al menos disponemos de armas pacíficas para ello, habrá que forjar referentes femeninos y que no volvamos a preguntarnos ¿hay alguien ahí?

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