¿Profesión? Ufff, me han pillado…

Con lo fácil que lo tenía y lo complicado que me lo he llegado a poner. Sin embargo, nunca lo he tenido tan claro: esto es lo mío, esto me apasiona, en esto soy buena y en esto podría seguir hasta no ver el fin. Rellenar la casilla de profesión o contestar la típica pregunta ¿qué haces? era coser y cantar.

—Abogada… ¡Mejor! asesora de empresa. O… responsable del departamento legal… ¿Se puede usar el término cursi de estratega jurídico? ¿O encaja mejor el de «chica pa tó que sabe leer y escribir»?

—Bueno, pero ¿tú exactamente a qué te dedicas?

Esa pregunta en mi época de Ally McBeal me descolocaba tanto como lo sigue haciendo ahora. ¿A qué me dedico? O sea ¿a qué dedico mi tiempo? ¿qué cosas hago en mi trabajo? Joooerrr, ¡qué difícil! ¿Puedo llamar a mi abogado para contestar eso?

Y encima lo peor de todo es que me lo pregunta gente con la que llevo un tiempo interaccionando e incluso visitan mi blog, mi perfil… ¡Qué triste! ¿Qué pensarán de mí cuando vean colgadas mis fotos de estupenda con mensajes cargaditos? No, no, por favor, que se abstengan de contestar, tan sólo era un pensamiento en voz alta…

Pero es que observo que no sólo yo me lo he complicado de buen grado, hay aún quien lo tiene en grado superlativo: Me dedico a inspirar a los demás, escucho bastante a menudo. De las 6 acepciones del DRAE, según mi interlocutor, a veces no paso de la primera (atraer el aire exterior a los pulmones) porque esto ya se asemeja a la gran tradicional empresa española: mucho hablar y decidir y pocos a currar y hacer. No podemos tocar a 5 iluminados inspiradores por cada trabajador, esa proporción no es eficiente ¿es que nadie se da cuenta? ¡Si ni siquiera el Presidente del Gobierno tiene a tanta cabeza pensante a su alrededor!

Así que me he hecho el firme propósito de enmienda de revisar qué carajo pongo en profesión, servicios, dedicación, ayuda, beneficio, valor añadido o cómpreme. Pero aunque haga un esfuerzo en ello y me salga divina la redacción, si no pasa el filtro de mi hija para que la pobre rellene su hoja escolar y sepa que mis servicios son de los que se pueden decir sin sonrojo al asesor fiscal para que me haga la renta, no me quedo tranquila, y un día llegué a depurar hasta un concepto y todo:

—Nena, tu madre se dedica a mejorar la comunicación de las personas.

—¿Para que dejen de chillar?

—Mira, ¡pues sí! —le contesto ya decidida a ganar esta batalla —les ayudo a que tengan herramientas para saber transmitir lo que quieren con éxito en situaciones normales, y sin ofender a nadie en posibles situaciones de conflicto.

Y yo ya toda contenta porque había aunado mi faceta de formadora en Inteligencia Emocional y Oratoria, con la de Mediación, sin olvidar el Coaching y…

—Ahhh ¿y por eso te dice la abuelita que te pasas el día incomunicada con el ordenador y no se te puede hablar?

—Nooo, es que también escribo novela —le contesto con la sonrisa ya forzada porque me está tocando las narices.

—Y si te leen ¿por qué te escriben tanto los demás y tú les contestas? —me dice mirando la pantalla del Face.

—Es que tengo un blog y cuando lanzas un artículo…

Ante su lápiz dando golpecitos en la mesa no me pude resistir  más:

—Escritora y profesora, nena, pon eso en la hoja.

Exactamente o con pocas variaciones cada vez más los profesionales tenemos que enfrentarnos a estas situaciones donde una simple pregunta puede convertirse en un quebradero de cabeza. ¿Y qué decir del Notario? El pasado mes que visité dos distintos, comprobé que todavía andan preguntando esa clase de indiscreciones que a nadie interesa: estado civil y profesión. Tal y como va el mundo, auguro un pronto cambio hacia estado presente deseado y tipo de inspiración para los demás.

Creo que la hemos liado parda con eso de las acciones indirectas, el valor añadido o el factor diferencial, mas no por ello deja de ser esencial actualizar dedicaciones. Ante nuevos problemas que se nos plantean, necesitamos nuevas profesiones que los solucionen, pero también nos harán falta nuevos palabros que las definan sin ocupar varias líneas… Mientras acudo a un experto en marca personal, de momento me quedo con las casillas de: escritora, profesora, asesora jurídica, mediadora, coach… donde no veas el lío que tiene el de Hacienda con mi declaración y los mil y un epígrafes que tengo que rellenar. ¡Pero si es todo casi lo mismo! ¿O no…?