Oferta: un año sin sexo a cambio de inglés

Hay noticias chorras que pasan sin pena ni gloria, pero ésta me llamo poderosamente la atención:

encuesta

Después de leerla detenidamente, resulta que en el artículo se especifica que estarían dispuestos a renunciar al sexo durante un año, o pagar 10.000 € por una píldora que nos permitiera dominar esa lengua.

Lo de pagar es normal, si pensamos que con el dinero pagamos todo, incluso el sexo, tal cantidad me parece hasta una inversión rentabilísima: fuera viajes, academias, charlas, tiempo… Tampoco deben de creer que sea el remedio a todos los males, porque con la facilidad que hay hoy día para adquirir, incluso gratis, ciertos conocimientos básicos de dicha lengua, no se comprendería que no fuesen a por ello corriendo. Vamos, una oferta en sí que no puede pasar por alto, pues es como cuando te vas a comprar algo que quieres y está de rebajas: ¡me he ahorrado 100 pavos! exclamamos en vez de pensar que en realidad me he gastado 150…

Lo de que sea en forma de píldora y de carácter inmediato, me recuerda a cierto dilema que nos pusieron en un seminario: tomarte la pastilla de la felicidad o ir en su búsqueda natural. No sé por qué extraña razón casi todos elegimos la opción estúpida, ir a buscarla en vez de obtenerla sin esfuerzo. ¿Entonces pensamos que no es merecida? Puede ser, un poco así la sentimos falsa, artificial, perniciosa y fuera de nuestro control, como las drogas.

Pero es que el tema de un año sin sexo sí que me ha dejado pasmada. ¿Qué entiende ese encuestado por sexo? Me he ido a la definición que la OMS da sobre la sexualidad humana y, ciertamente, es tan obvio que uno no puede escapar de él, como que uno no puede escapar de su propia identidad.

¿Hablaban de su práctica con otro congénere? ¡Ah! si es así, entiendo perfectamente la opción de tantos, pues seguramente como muchos carezcan de él más de un año o dos o tres, no existe tal supuesto sacrificio. Yo también me apuntaría, vaya, y así el refrán de no hay mal que por bien no venga, cobraría alto significado.

Pero si no es así, y alguno de esos encuestados practicantes a dúo (o trío) estarían dispuestos a hacer tal penitencia, haría una primera clasificación: en esta fila los que practicando no sacan buen jugo, en esta otra los que sí encuentran satisfacción al tema. Los de la primera fila pueden marchar tranquilos con el grupo anterior de abstemios, el sacrificio sigue siendo nimio.

Ahora bien, insensatos, si se supone que el sexo es un aspecto central de la vida humana, una necesidad básica y además fuente de placer (porque lo dice la OMS, ¿eh?) ¿cómo pueden estar dispuestos a prescindir de él durante un año sólo por aprender un idioma? ¿No han pensado antes dejar otra actividad? Está bien, no pondré al mismo nivel tomarte unas cañas o vinos con los amigos, la peluquería o el fútbol, ni se me ocurre, pero… Este grupo lo propondría para estudio científico, urgente y de resultados de interés mundial.

Con esta encuesta he llegado a la conclusión de que en España no practicaremos jamás bien los idiomas. Y el inglés, tampoco.