No vivo por y para mis hijos

No vivo por y para mis hijos, lo reconozco, lo confieso, no vivo así… No sé por qué, esto debe ser como la fe en Dios, sentir los colores de un equipo o percibir fantasmas, no fui tocada por esa gracia se ve.

Lo triste de esto es que yo pensé que así lo haría, que viviría por y para mis hijos cuando los tuviera. Eso tenía que ser así, ¿no? De manera que cuando llegó el momento ahí estaba yo para vivir por y para mi primogénita. Y mira tú por dónde ¡chas! se me escapó…. Debió de ser en uno de esos de mis despistes, pero el caso es que no hubo manera, el «por y para» se me pasó de largo.

Vamos, que ni siquiera repitiendo la operación con el segundo ¿Otra veeez? De verdad que no tengo perdón, otra vez viviendo mi vida con mis hijos, otra vez viviendo mi vida junto a mis hijos, pero con los dichosos adverbios por y para, no hay manera.

Estaba por federarme a «Madrazas y Padrazos que cumplen su gran misión de por y para sus hijos», pero me chocó tanto la contrarréplica de «Los hijos no queremos, gracias, cargar con la frustración o vacíos existenciales de nuestros padres y madres», que me detuve en la puerta.

¡Ostras! a lo mejor con el por y para de las buenísimas intenciones les hago el más flaco favor de su vida… Si uno vive por y para otro, quizá ese otro sienta como una losa la necesidad de seguir siendo esa causa, motor, razón y luz… ¡Ayyy, qué peso más grande! mis pobres hijos cargando con mis bien alimentados kilos de estas Navidades. Además, si uno vive por y para no lo vas a hacer de un «cualquiera» ¿no?, ha de ser… tiene que hacer… debe de…

ob_2b8a07_558022-423751124383249-2010324928-n

¿Cuál de las partes en esa relación es la que deja de ser para que otro pueda serlo?

Por supuesto, somos los padres los que dejamos de ser, porque no sería justo de la otra manera ¿verdad? Además yo no me veo como hija que soy de mis padres viviendo por y para ellos… Así que como madre, llegado el caso, dejo mi desarrollo personal, mi ocio, mi vida de pareja, mi salud, mi estado emocional, mi tiempo, mis sueños… mi vida. Eso es como debe ser ¿no? Anteponer siempre, siempre, los intereses de los hijos, eso es vivir por y para.

(Abro un gran paréntesis para situaciones trágicas, dramáticas, extremas y desconocidas por mí, así como entender que por intereses no quise decir necesidades de amor, seguridad y protección en las que un progenitor está obligado incluso moralmente).

Claro, cuando son muy pequeños yo decido cuáles son sus intereses y quizá encajen con algunos míos o… los camuflo así un poquito para que parezca que vivo por y para cuando en realidad a lo que he renunciado como padre o madre abnegada, pues como que no me importaba tanto en el fondo… Es que vamos a ver, no queda igual poner una excusa que otra:

—No busco tengo tiempo de cuidarme/trabajar con conciencia/atender mi vida amorosa-sexual/cambiar lo que no me gusta/hacer nuevas amistades o cuidar las presentes/cultivarme intelectualmente/pararme a pensar en mis metas/etc… porque tengo que… (lo que quieras poner relacionado con el cole, juguetes, cumples, evitación de traumas, ocio infantil)

¿No me digas que no queda mucho más genial así?

Cuando ya van creciendo, pues ya te toca un poco más la moral que encima que has aparcado tus intereses (fueran o no de primer o último rango) los mequetrefes quieran ir a su completa bola y ese «por y para» lo manejen a su antojo. Porque una cosa es que tú te entregues «a tus causas» y otra es que tengas que entregarte a las suyas…

Pero bueno, si estás federado en Madrazas y Padrazos no te queda otra, así que a hacer Primaria, Secundaria o Bachillerato para reciclarte las tardes y los findes, posponer tus compromisos porque no ha cumplido los suyos propios, dejar tu estupendo plan para que vaya al 57 cumpleaños anual que le han invitado y no puede perderse por bien de su futura vida social, sacarte la licencia de taxista sin sindicato y el título acelerado de secretariado internacional con moobing incluido, o quizá te decantes por derrochar tus vacaciones y presupuesto familiar con personas o en destinos no recomendables para menores de 18… Hay un gran elenco de actividades, tantas, que puedes ir marcando en la lista según categorías:

*Categoría 1: Si no las haces te mirarán mal todos sin excepción, serás tildado de egoísta y escucharás a tu paso ¿para qué los trajiste al mundo? (Si puedes permitírtelo, aquí se incluye el viaje a Disney, lo siento mucho, ya puedes protestar lo que quieras, pero se lo estás negando, quedas advertido).

*Categoría 2: Puedes o no ponerte la medalla según sepas venderlo y con cuatro de ellas te garantizamos todas tus excusitis.

*Categoría 3: Te ganarás un sitio en primera fila y acolchado en el cielo, tu premio de víctima de tus circunstancias y por supuesto un saco de monedas de cambio para exigir reciprocidad en pos de tu bondad y sacrificio. (Me dio apuro copiarlo…)

No obstante, cuando ya casi firmo mi adhesión, me echó para atrás la letra pequeña en el reverso como en los contratos bancarios: Ojo que lo has hecho voluntariamente y que «tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida…» y que cuando ya no quieran más tu vida, porque está en sus manos, como tú la tuviste en las tuyas el ser libres de débitos ajenos, ¿para quién y por quién vas a vivir?

Ya el acabose debe ser que se emparejen o confraternicen con gente que no vive por y para ellos ¿estarán preparados para tamaño golpe? O peor ¿y si luego veo cómo mis propios hijos no viven más que por y para los suyos? Con la ilusión que me haría ver mi obra completada y no viéndolos derrocharse… cuando encima los crían a medias con…

Porque no estaría bien que yo les insinuase que aunque uno lo ha recibido todo, aunque uno ha tenido a dos personas ahí a su entera disposición, padre y madre sin más vida que mirar por y para él, acaso se piensen que en realidad la vida es eso: no vivir para uno mismo o vivir de cualquier manera por y para los demás. No estaría bien mostrarles esa contradicción ¿verdad?

Mira, casi mejor sigo sin vivir por y para mis hijos y me procuro entonces una vida plena con todas las cartas que me tocaron. En verdad se necesitan más para hacer póquer, full, o escalera. Ya, está claro, unas de mis mejores bazas son la reina de picas y el rey de corazones que me repartieron en la baraja, pero quizá jugando con todas no me haga trampas marcándolas yo misma.

¿Y a mis hijos? que aprendan a vivir felices con y sin mí.