No soy la chica de las oportunidades

No sé qué deben de sentir esas a las que les dan una, dos y hasta siete oportunidades, como a los gatos. Estoy muy intrigada.

Nunca he sido de esas. Soy de las que o no sueltas nunca, o de las que una vez soltada no agarras, no… Desconozco el término medio ese de que despedida sin billete de vuelta, luego te ofrecen el brazo para que les acompañes a todos lados. Alguien que pueda contestar ¿qué pasa por la mente del que puesto de frente dice tú sí, tú sí, tú Laura, no?

A lo mejor es que no me ven del todo y por eso cuando regreso de ese paseo donde me han mandado no me reconocen. Perdona ¿tú eras…? Sí, casi prefiero esto a pensar que me han visto tanto que haga lo que haga, salto siempre a la lista negra de impagados. A veces hasta saldando la deuda, como si mis billetes y monedas no tuvieran el mismo valor que el resto de morosos.

Así que sigo en búsqueda activa de respuesta ¿qué hay qué hacer para estar en la categoría de chica a la que le dan oportunidades? Oye, y sin que suene a victimismo, que tengo muchas otras tarjetas de fidelización, que conste. He sido la chica de los arrepentimientos… Uy, de esas tengo unas cuantas anécdotas. ¡Cómo me arrepentí! Vale, estupendo ¿y la oportunidad? Pues no, no llegó, y mira que rebusco en mi cartera a ver si me sellan los puntos del cartoncito, pero no. Me miran así con pena pero manteniendo la distancia de seguridad del foso que marca el zoo para impedir que toques a los animales a los que se les quitaron los barrotes.

También hubo un tiempo que coleccioné la chica del no me di cuenta. Ahora es que cuando siento el tacón o zapatón encima, ya me sale defenderme con el ¡Ups, creo que además de cometer el gran error de poner mi pie debajo se me olvidó sacarlo ¿me permites?! Y así una se va entrenando poco a poco hasta que consiga con garbo marcar mi baldosa de primeras o esquivar mayores daños por aplastamientos evitables.

Aunque el mejor papelón que me han asignado sin duda ha sido el de la chica que todo lo tienes, pero no cojo nada… Y digo yo ¿para qué tanto viaje y rodeo? Igual es que precisan evaluarme tranquilamente desde diferentes perspectivas para asegurarse si con ese «todo» que se han formado quepo en el maletero de su coche.

Debe haber un repartidor de personajes por ahí que al verme la cara lo tuvo muy claro y me encasilló de por vida. Laura, confórmate con ser la escogida o la rechazada, pero no voy a dejar que te quiten el sabor del chicle y cuando se les haga bola lo tiren y cojan otro de tu paquetito. O se atragantan y los matas, o una vez dentro ya no hace falta más bocado. Me está entrando un complejo de pez globo japonés…

¿Se vale puntuar en una casilla aunque te lo hayan dicho una sola vez? Es que me llegó a emocionar y todo llenándome los ojos de lágrimas: eres mejor de lo que aparentas. No le pregunté más, ya no me atrevo… No vaya a ser que precise tirar de esto algún día y por un casual me diera por exclamar una incorrección ante su confesión de expectativas de la que luego no pueda desdecirme porque como no soy la chica de las oportunidades…

Yo tan solo quiero que me digan las privilegiadas esas qué desodorante usan, qué ejercicios practican, en qué gasolinera repostan, a qué frutería van, yo qué sé. Es que me come la curiosidad, preciso experimentar esto de que alguien se lo piense, sopese, dude de si merezco la pena. Aunque sea con el pedal de la tapa apretado y la vista fija al fondo del cubo, sujetándome por los pelos. Para luego, conmisericordes, mirándome a los ojos, la dejen caer con cuidado quedándose conmigo entre sus aceptaciones. Ummm ¿no me digas que no debe de ser maravilloso?

Por favor, las de las oportunidades que se manifiesten ¿qué hacéis para que se os concedan?

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