No se te ocurra mal amarme

Ni se te ocurra, no vuelvas a mal amarme. Sella tus ojos ante mi lejana visión, recréatela en otro mejor lugar. Yo a cambio mantendré la vista alzada, demasiado tiempo mirando con cuita por dónde poso las puntillas de mis pies…

Por favor, ni una caricia, ni un roce, ni la mera insinuación de que bajo ese calculado torrente un corazón late y lo impulsa. Te prefiero pensar ingenuamente despreocupado y tiernamente egoísta.

No me malquieras, nada me daña más que saber que eso es lo más a lo que puedo aspirar, que eso es lo que tú más puedes darme porque eso es lo que yo más me merezco.

Apártate, hazte a un lado, desaparece, huye, pero ni si te ocurra darme ese trozo insignificante como si fuera un gran trofeo. No es que lo desprecie es que no te hace justicia, no nos es suficiente y antes de ver que haces honor a lo que me das, te rechazo el regalo.

Una vulgar canción preferida, la sonrisa mellada de un desconocido, una buena frase en un folleto de comida rápida… Te aguanto un ni idea, no me di cuenta y mentiras… mil. Pero no te creas que te voy a admitir un verdadero mal quererme.

Debajo de la tierra viven las ganas de olvidarte. Mas una cobardada de esas que me tienes preparada y me fundo en lava para cocerme en otro molde.

Rebúscate en los intentos, aráñate en lo que no sabes y vente directo a estrenar, a lavar lo sucio, a manchar lo inmaculado. Probemos desde el más uno, hasta el infinito menos dos. Una palabra inmensa, un silencio que abraza, una mirada breve, un contacto encadenado, un beso envenenado… y la perdición de mi infierno me espera en llamas.

Te admito un no doy para más, no me da la gana, me reservo, me quedé herido, soy de otra… Pero ni sueñes que me vas a mal amar. No voy a caer en la trampa de conformarme con astillas de barco ni arena de roca.

Te vas como vienes, te mueres en vida, te esfumas… pero no me vas a malquerer porque no quiero. Porque me niego. Porque antes me dejo de ser.

En momentos donde no me cuido, donde me pierdo… Yo también escarbé madrigueras para lo que no secaba al sol. Pero ahora quiero rastros permanentes de sangre en mis sentimientos. Ahora no me voy a dejar malquerer.

Y si no me escuchas, y si te saltas todas las reglas, te voy a tener que arrancarte de mi piel. Y no me voy a sentir culpable. Te lo digo sin aspavientos ni gritos. Con serenidad, mano ardiente y sangre fría. En silencio y por escrito. Te lo digo sin tenerte delante, sin cortar el hilo, sin temblar y con toda la fuerza de mí para contigo. No se te ocurra mal amarme.

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