No hay regreso

No hay vuelta de nada. Ni de vacaciones, ni de un viaje, ni de un descanso, ni de un día… No existe regreso porque todo lugar ha sido ya ocupado. El Universo no entiende de vacíos. Mi antiguo lugar está guardado en recuerdos. Mi nuevo sitio, por diseñar y construir.

Me ha costado mirar para atrás y reconocerme… ¿Yo…? Aunque sorprenda que no… lo era, lo fue, lo fui. Todo estaba en su puñetero perfecto sitio y lugar. Ya no.

Y cuando uno abre la puerta de casa cree respirar el mismo halo que dejó. El armario parece portar la misma ropa, pero el atrezzo ya pasó, el actor cambió. El agua corrió.

No queda rastro de continuidad. Nos empeñamos en clavar con alfileres de añoranza las imágenes obsesivas que como las olas, retroceden con determinación para romperse con la misma fuerza e intensidad de la inutilidad. ¿Y si estuviera intacto? Pero su huella dejó y el presente se impone. Y lo mismo no brilla como la primera vez.

¿Y quién quisiera regresar al mismo punto de partida? Yo no. Ya no soy aquella. Nunca más regresaré. Me soy diferente, más errada, más tierna, más despreocupada, más sabia.

A cada paso que doy, avanzo hacia la luz, con desvíos… Y si me doy la vuelta, aparece lo oscuro. Me sabe a dulce, como rastro de vino tinto jugoso y afrutado, que deja un ligero pesar y resaca tras su paso.

Ya no hay hogar al que regresar, el cobijo está en mí. Las sábanas que me envuelven, acunan mis nuevos pensamientos. Mis rutinarias posturas en el sofá son muestra de mi empeño en encajar en lo externo, cuando la comodidad habita en mí.

Y si bien me pongo delante del ordenador y creo palabras con mis dedos juguetones en el teclado, ahora descifro mensajes desde otras partes de mí. No me queda rincón que no quiera explorar y ahí… ahí no hay regreso, todo por descubrir.

Me gusta, me gusto. Empezar de nuevo, renovada. ¿Y cuándo no fue así? Ummm… respiro profundo y aunque el mundo dé vueltas, me siento anclada férrea, en mí. Majestuosa, me imagino con gran dominio de la verticalidad. Me voy a entrenar en estirarme para abarcar el mundo lo más posible con mis extremidades. Adoro la flexibilidad.

He decidido ejercer de mí. Tomar posesión de mi cargo, con todo el peso de la responsabilidad. ¿Y por qué no? Igual hasta me acostumbro. Y si me atiborro y me empacho, me dejo en paz. Me tomo vacaciones, para no regresar.

Vivo estos momentos de gran seguridad como si fueran únicos. Ya vendrán las dudas para tentarme a tropezar. Me revolcaré por el suelo, me toparé con mis demonios y me los comeré a trozos, entre hipos, ahogos y risas.

Me levanto, me tambaleo, creí aferrarme a… Ummm… respiro profundo y agradezco no regresar. Seguir adelante, no hay otro plan. El mejor plan.

Y no, no hay regreso, solo yo cada día amanecida frente al mar. Nunca repetiré, jamás seré la misma. ¡Y me encanta! Me encanta estrenar días. En eso me especialicé. Y por eso me pongo guapa, como una novia nerviosa que se presiente besada, por la vida.

Si aparece la melancolía, le invito a sentarse, a tomar pastas y café. Cogemos las viejas fotos y pasamos el dedo por encima acariciando lo que fue. Se pasa. Me atuso la falda… respiro hondo, sonrío y permanezco en pie. No hay regreso, todo es nuevo, ¡qué estupendo! todo por hacer.

2 comments

  1. María Isabel Pérez García (Maribel)

    Descubrirte ha sido un regalo Lau…leerte es como abrir miles de ventanas a la vez y permitir que el aire y las conquiste.
    Me encanta tu forma de contar.
    Un abrazo grande
    MARIBEL

  2. Laura Segovia

    Mil gracias, descubrir un mensaje así, me anima como persona y como escritora. Bss

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