Naturallic Park

Es un visionario, no hay duda, Steven Spielberg es el Julio Verne de nuestra época en su vertiente cineasta y así lo demostró cuando adaptó la historia de Michael Crichton,  Jurassic Park. Tiene un don para intuir qué entretendrá a las generaciones futuras que me admira. Mas, encontrártelo hecho realidad y en plan cutre en tu vida real…

Lo que parecía un paseo campestre y en plena conexión con la tierra, las plantas y los bichos, empezó a semejarse a la serie B o C de la saga del Mundo Perdido. No sabía yo que podías ir a la ferretería y encargar vallas hasta acabar el stock  local para cercar para ti solo el monte. Vale, vale, será propiedad de un señor que seguramente quiera que todas las perdices y algún que otro conejo despistado acaben en su cazuela escopeta de caza mediante, pero a este paso vamos a cambiar hasta  cosas obvias que nos parecían inamovibles: «Poner puertas al campo». Porque por supuesto, el monte tenía valla, camino nuevo que conducía hasta él y puerta con nombre yanqui hortera.

Bueno, pues nada, nuestro gozo en un pozo, en vez de ir campo a través arañándote los tobillos con zarzas, romero y cardos, pues iremos por un sendero paralelo bien aplanado que todavía conserva vestigios de una máquina que alisó la arcillosa tierra con una anchura tal que ya lo quisiera para sí alguna calle céntrica de una capital. Pero claro, no quedó ahí la cosa, el aspirante a ostentoso terrateniente nos va narrando hechos naturales con carteles y para muestra, el siguiente botón:

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Casi hasta aquí, podría quedar en la anécdota del cosmopolita que descubre otros signos o lenguaje, pero conforme avanzamos en la aventura, el siguiente cartel nos dejó sorprendidos primero y descojonados a continuación.

la foto 1

Las conclusiones de tal hallazgo son múltiples y variadas, pero así a priori me vienen las siguientes:

1) El dueño de la montaña es un avaro, un glotón o un abusón. ¿Que por qué lo digo? Es un avaro si piensa que se va a quedar sin género en un camino claramente mucho más reducido que vecinal. Es un glotón si en verdad lo hace para degustar a diario y en grandes cantidades los platos típicos de la contornada: gazpachos y arroces. O es un abusón porque lo pone en un camino que conecta fincas y que no le pertenece en exclusiva.

2) Estamos adaptando la naturaleza, como la película del título, lo que debiera ser tal como su palabra indica algo natural, fluido, sin artificios ni guías. ¡Hablamos de naturaleza, leche!

3) Por sus hechos conocerás al autor… ¿No va y pone «prohibido buscar»? Venga, vale, me los llevo sólo si me los encuentro. ¿Buscar yooo? Nooo, que va, se metieron en la bolsa ellos solitos. Y mira que parecían lentos, pero si te plantas 5 minutos delante del romero, te suben así hasta el bolsillo uno detrás de otro.

4) Es un forofo del cine de Spielberg. Sólo tras el «visionado» de esa peli se te puede ocurrir crear un circuito a modo de parque temático con biodiversidad mediterránea.

A partir de ese momento ya no prestábamos atención a otra cosa que no fueran los bordes del camino buscando señales, carteles, mojones y otros cachivaches más propios del panorama del asfalto que del barro y hojas. Creo que el señor y amo de la montaña cumplió su misión, ya sea directa o indirecta: a todos nos entró ganas de idear gamberradas para ver qué nuevas reglas o indicaciones nos ofrecerá en esta ruta de cara a nuestra próxima segura y deseada excursión campestre. Pero por favor, que alguien le deje el final de esta saga sepielbergriana para que extraiga la gran lección final: la naturaleza (en este caso humana, curiosa y transgresora) se abre paso y limitarla es tan inútil «como poner puertas al campo».

No me adelanto ya si vaticino que terminaremos acudiendo a playas, montes, ríos, valles, lagos, cataratas, volcanes, glaciares, desiertos, riscos y hasta parques urbanos no enlosetados, con tu pertinente entrada de papel reciclado, guía guardián cachas, tablet explicativa del evento con referencias de la wikipedia, gafas en 4 D para resaltar los colores como en Instagram, bolsa biodegradable de picnic con comida ecológica y chip de recuerdo… ¿Es que no lo hacemos ya?