Sí, te voy a hacer una propuesta para las vacaciones. Se trata de que pienses en tu trabajo. ¿En vacaciones? Sí, pero de una manera diferente. Que pienses en tu trabajo, en tu contribución, en tus habilidades, no en las tareas a realizar ni en las estrategias para posicionarte. Es gratis, no necesitarás nada, ni a nadie. No te va a requerir esfuerzo físico y puede suponer un importante cambio en tu vida. Para que dejes de quejarte por lo que no tienes y valores lo que eres. Tan solo vas a utilizar unos cuantos recursos, tuyos, propios. Toma nota: voluntad, capacidad de pensar y tiempo. Ojo, estas tres cosas que te he dicho son precisas y aunque pueda parecer que ya las tienes, no te vas a creer la de veces que brillan por su ausencia.
- Voluntad. Has de tener ganas. Pero no hablo de dejarte llevar y probar a ver si… Ha de ser una voluntad veraz. Tienes que tener un cierto grado de motivación, que ya sabes que no es un estado animoso, sino un cajón lleno de motivos que te aporta fuerzas desconocidas para superar los obstáculos que te puedas encontrar en el camino hacia tus deseos. Siempre que tu deseo sea mejorar tu paz interior, tu bienser (no tu bienestar, aunque te conducirá a ello) y tu felicidad profesional o laboral.
- Capacidad de pensar. Si atraviesas un momento excesivamente complicado porque estés en duelo, en shock o bajo un miedo paralizante, tu capacidad de pensar estará excesivamente mermada y entonces, te guiarán pensamientos egóticos incompatibles con el estado de consciencia que requiere este juego vacacional. El estado de supervivencia mental no casa con el estado reflexivo. No pasa nada, atiende tus urgencias vitales antes.
- Tiempo. No solo hablo de la cronométrica que nos facilitaría un reloj, una agenda o la disposición solar. Precisarás tiempo de calidad, tuyo, en soledad. A ser posible que sientas que no te espera nada y que dispones de un momento exclusivo para ti, porque es tu recurso más preciado. Te has de deber a ti y exclusivamente a ti, sin responsabilidades sobre seres dependientes que reclamen tu atención. Aquí tú serás tu exclusivo dueño y tomarás decisiones de oportunidad que solo a ti competen.
¿Ya lo tienes todo? Con sinceridad: 1)¿te apetece mi propuesta? 2)¿te puedes concentrar? 3)¿estás dispuesto a atenderte? Si respondes a las tres preguntas que sí, paso a detallarte este reto vacacional, que yo también me he puesto y me gustaría compartir contigo a la vuelta.
Muchas veces hemos sentido que estamos hartos, desilusionados, equivocados o abrumados con nuestro trabajo diario y que las vacaciones son la recompensa a toda esa actividad desagradable o esforzada. Y precisamente por eso las vacaciones han de contener planes para evadirnos de nuestra desagradable cotidianidad, o acercarnos a las personas que más amamos o alejarnos de las más perniciosas.
¿Y si resulta que este debería ser nuestro plan de vida y no la excepción? Hemos entrado en una espiral donde normalizamos acciones que no son normales. Lo normal no es que la vida nos duela, ni que nuestra contribución al mundo se convierta en una terrible carga opresiva y ni mucho menos que llamemos libertad a poder beber alcohol donde nos plazca y no cuestionemos que la libertad sea poder decir no, establecer límites a la invasión a tu intimidad o decidir acerca de tu cuerpo, emociones e ideas. Bueno, siempre nos quedará nuestra actitud para responder frente a esas cosas…
Y entonces hay quien dirá que no es posible cambiar de trabajo por su edad, formación, gastos… Que tiene que aguantar a ese jefe, esos compañeros, esos clientes… ¿Sí? ¿Quién lo dice? ¿A quién de los que está leyendo este post le han puesto una pistola en la cabeza para obligarle a sentirse, pensar, hacer y estar donde está? No son impedimentos físicos, todos mentales. Si te rodeas de personas que te aman y velan por ti, aceptarán tus decisiones y si no las aceptan, pregúntate si deseas renunciar a ti por pertenecer a un club a la medida de los demás que no sería capaz de aceptarte tal cual eres.
Que a «todo el mundo» le pasa lo mismo y el que lo niegue es un afortunado, un privilegiado, un suertudo… ¿Qué es para ti la suerte? Si la reparten, vamos a dónde sea, ¡pero vamos! O hagamos crecer los medios para que la suerte se nos dé. Ocuparte de tus asuntos no es preocuparte de ellos, es acción presente, no ansiedad futura. Ocúpate de formarte. Hoy día está a tu alcance, a un golpe de click. Ocúpate de practicar en la medida que puedas, haz como si ya tuvieras permiso. Dátelo. Ya lo tienes. Ya tienes permiso como adulto dado por ti, dueño de tus riendas.
Que esto es muy bonito de decir y… Y se callan, no dicen la segunda parte de la frase porque no interesa: y complicado de hacer. Ya… De ahí que dije que lo primero de todo y para todo siempre es la voluntad. No se me ocurre acción que no conlleve atención y empleo de energía. Y cuanto antes nos pongamos, menos costará. Imagina si todos los días dedicaras tan solo 20 minutos, pero con constancia, en aprender algo. Al cabo de un año equivaldría a un curso de 120 horas aproximadamente. Imagina allanando terreno para sembrar y cultivar lo que deseas y te hace feliz. ¿Y por los tres o más años que llevas quejándote de que es muy bonito?
Bueno, este era mi reto inicial, pero como has llegado hasta aquí y todavía rumias, te voy a desmontar lo anterior y te diré que ni siquiera es necesario que dejes, cambies o modifiques tu actual trabajo. Este post es para los afortunados que tienen una ocupación remunerada y disponen de vacaciones. Pues para esos, para ti, afortunado, no mires más allá de tus pies. Ni siquiera pongas el foco en tu trabajo, ponlo en ti. No se trata de que las circunstancias, el mercado, mi jefe, mi cliente, mis compañeros o lo que está a mi alrededor cambie o desaparezca. Cambia tú. Mira de otra forma. Acércate a las cosas desde otro lugar.
Tantas veces escuché: encuentra tu talento y ponlo en práctica en la empresa, organización o actividad adecuada, con las personas adecuadas, haciendo lo adecuado… Que no. Que no consiste en que lo externo cambie. Sé tú el cambio que quieres en tu trabajo. Conviértete en quien quieres ser. ¿Qué o quién te lo impide?
Es tan complicado atinar en una profesión conforme a tus desconocidas capacidades… Para nota que tu entorno no te impida o siquiera te impulse, pese a sus no deseos, que te encamines a crecer por donde tú sueñes… Como buscar una aguja en un pajar atinar a la primera, segunda, tercera o incluso décima vez que te orientes adecuadamente para brillar como profesional, artista o empresario. ¿Quién se permite tanto ensayo y error? ¿Quién no se culpa por equivocarse? ¿Quién se perdona por no obtener éxito tempranero? ¿Quién no duda de si merece, es capaz o se atreverá a saltar esas barreras?
Mucho más sencillo hacer magia contigo mismo que con todo lo que te rodea ¿Quieres no dejarte arrastrar por un ambiente rancio? Gestiónate emocionalmente. ¿Quieres sentirte satisfecho por tu obra con independencia de quien la contemple? Reconócete, prémiate, ilusiónate, contagia alegría y ganas de hacer bien y divertidas las cosas. ¿Quieres disfrutar con tu trabajo? Repite aquello que te sale excelente, mejora poco a poco en lo que no eres tan competente. Y cuando hayas subido un escalón en tu paz interior, ésta te guiará hacia otros destinos…
Eres parte del problema; de hecho, eres el problema, y desde esa posición, no se puede ser la solución. En cuanto algo se transforme en tu interior, tu oficina, tu empresa, tu local, tu jefe, tus compañeros, tu obra, tu cliente o mercado, se transformará. Llegará un momento, en que los escenarios variarán, pero la actuación dependerá de ti. Bueno, este es mi reto, aborda las cosas como si ya fueras el dueño de tu propia vida y a la vuelta, hablamos…