Mi Cata Literaria

Mira que escribo sobre cosas y sobre mí, pero no me acostumbro a escribir sobre cómo escribo, me resulta todavía desconcertante. Supongo que es por mi poco recorrido donde todavía estoy encontrándome, así que ayer recibí un empujón tremendo, algo así como tras ir varias veces a una piscina a que te enseñen a nadar, llega un buen día que te lanzan al centro de una olímpica.

la foto

La iniciativa de Fernando Losada y su hermano Aitor, a través de su pequeño gran negocio, la Librería Teorema, de una vez al mes reunirnos para despellejar una obra delante de su autor, es una experiencia enriquecedora y casi única en su especie, pues no se trata de que el autor te presente su libro o te explique sus intenciones, sino que va más allá, pues todos nos la hemos leído y de lo que se trata es de compartir. Es llamativo ver como habiendo leído la misma obra más de veinte personas, cada uno interpreta a su manera los hechos narrados, incluso la psique de los personajes, pudiendo o no coincidir con el punto del vista del propio creador. Será por eso que cuando era pequeña me daba rabia en clase de literatura que me dijeran qué enseñanzas tenía que extraer de los libros propuestos, e incluso, qué había pensado el autor al escribirlo. Y seguramente esto también contribuya a mi huída de dejar moralejas en mis novelas, tal como mi amigo Manuel Avilés me presentó a los ayer reunidos:

«Laura escribe como se vive, como pasan las cosas. Su escritura es ágil, fresca y descarada» , no sé si en tu vida también lo eres, me preguntaba curioso y mis amigas allí presentes: Verónica Casanova y Silvia Adriasola se partían corroborando la insinuación. «Se refleja que no quiere dar lecciones de moral«.

Querido Manuel, diste en la diana, ya te lo dije y te agradecí tus palabras, rehuyo decirle a nadie, y menos a mis lectores, que tienen que ver la vida como yo la veo y que sólo existe una mirada. Se aprende muchísimo de la conducta humana leyendo, pero creedme si os digo que se aprende aún más cuando escribes, pues todo lo que percibimos está ya en nosotros y tan sólo dar vida a los personajes hace que las múltiples morales, creencias, valores, querencias, sentimientos y pensamientos que todos llevamos adentro, afloren y se enzarcen en batallas sin fin. ¿Quizá por eso me costó poner punto y final a la historia de Elena, Eduardo y Tomás?

Asistir a estos encuentros tanto como espectadora como autora me ha aportado unas experiencias increíbles, pero sincerándome con mi público diré que ganó la música una vez más. En las Catas hay tres o cuatro partes relacionadas todas ellas con la novela propuesta: se hace una merienda temática (ayer las hermanas Casanova con su catering de «Va por ti Querida» nos deleitaron con saladitos, dulces y Coca-colas variadas), se ameniza con música traída normalmente por alumnos de la Escuela, del Conservatorio o de la Banda, se charla con el autor y se firman ejemplares. Pues bien, yo no sabía que Julia, la encargada de traer en este caso a dos alumnas, me tenía preparada una sorpresa. Las chicas tocaron al piano (acertando en mi caso en el instrumento) desde la Malagueña de Albéniz al Yesterday de los Beatles y cuando ya creíamos acabado el concierto, me dedicaron la canción de Dani Martín, Contigo, y me dieron la transcripción a mano de la partitura: me emocioné. No sé cómo lo hace la música, pero para mí, gana siempre.

¿El zapato de la foto? ¡Ah! sólo lo entienden los que vinieron…