No se trata de una nueva secta, tranquilo, es que cayó en mis manos un artículo de esos interesantes, lógicos, razonables, prudentes, sabios, impecables, sensatos… Vamos, lo que más me pone para rebatirlos. De manera que libreta en mano iba anotando las fisuras, los vicios o resquicios donde se mete lo que después de la teoría sale en la práctica.
A su intachable clasificación en matrimonios amantes o de proyecto en común yo la iba renombrando, conforme este artículo los definía, en matrimonios inmaduros y matrimonios empresas. De matrimonios inmaduros está el universo lleno, pues la mayoría de los que se emparientan, ni son maduros como personas por su juventud, ni son maduros como pareja por su escasa experiencia. Apenas algunos llegan a tener más de 5 matrimonios y otros no pasan de 25 parejas que duren más de dos sábados…
Pues bien, me detuve en su concepto de matrimonios cuasipluscuamperfectos, o matrimonios basados en un proyecto en común, ya que del otro tipo que describía, ya podéis intuir que se disfruta mucho por lo mucho que se sufre y que al final, o te conviertes al estoicismo, o que mejor que empiezas otro para así terminarlo lo antes posible. Cabrían más clasificaciones, he sido testigo lectora de otros artículos, pero me vino éste a las manos, lo siento.
El caso es que los matrimonios basados en un proyecto en común, llámese crianza de hijos, sostenimiento de negocio familiar, estilo de vida o derroche de la herencia de un tío rico muerto en Estambul, yo los llamo matrimonio empresa. Y los asemejo a una empresa porque buscan la ganancia mutua, la eficiencia, el sostenimiento de la cosa y el ahorro de costos, que no está uno como para ir derrochándose individualmente por ahí.
Como empresa es perfecta, y se rige casi por sus mismos condicionantes, pues intenta perdurar más allá de la vida de las personas que la componen. Y en este caso en concreto, más allá del amor en pareja de sus integrantes. Entonces aquí saltan todas las alarmas. ¡Pero si precisamente eso es amor! El amor se transforma, cambia, muda… Pues no, mira, no en todos los casos el amor se evapora para quedarse con un sucedáneo.
Según este artículo un proyecto en común es lo que hace que las personas se mantengan unidas y luchen por una meta. Lo que suele pasar en la mayoría de estos matrimonios empresa de proyecto en común por algo diferente a ellos mismos, es que del amor de pareja pasamos al amor fraternal, de amigos o compañeros. ¿Que de vez en cuando cae un polvete? Bueno, en la vida todo es susceptible de endulzarse…
Pero el amor de pareja, ya sea de jóvenes o de ancianos tiene un componente diferente al amor fraternal o entre camaradas de muchas guerras compartidas. Que conste que muchos de estos matrimonios empresa se aprecian, se cuidan, se despiojan juntos, se respetan y están a gustito, pero conforme más tiempo perdura así, menos amor de pareja va quedando, pues uno se va alejando de lo que en verdad unía a esas personas, que era su propia relación y no objetivos circundantes.
Existe un término perfecto para definir esta situación donde viven dos bajo el mismo techo que comparten un proyecto en común, aunque no de pareja. Es un término del muy acertado lenguaje de mi tierra para definir situaciones que en castellano se vuelven toda una novela y que en valenciano se definen con maestría gráfica: agermanats.
Curiosamente en boca de quienes más escucho ese término son esas personas mayores que claramente distinguen a los amantes de los hermanados. Parece ser que el amor se transforma, como todo ser vivo evoluciona, pero nunca debería perder su único objetivo: ellos mismos. Decimos, justificamos, argumentamos, disfrazamos, razonamos… que la rutina, que los baches no superados, que el desgaste, que la costumbre dice, que los ancianos del lugar atestiguan… Puede que haya quien viva feliz cuan perdiz renunciando al amor de pareja por una convivencia pacífica (agermanats) y que huya despavorido de tener que enfrentarse a una cruda realidad, a una nueva búsqueda, a un buen reparo, a una enfermera a sueldo…
Mas nadie escapa que no siempre lo que perdura es amor de pareja. Quizá ni siquiera haya sido su objetivo vital, personal o de empresa, pero las cosas por su nombre. Y si falta nombre al tema, oye, sin salir de la Península: agermanats, matrimonios de proyecto en común, empresa marital, enemigos pacíficos, parientes forzosos…