Malos tiempos para las letras

Me leí con avidez de nuevo un artículo de El Confidencial que resumía las conclusiones del Foro de Davos respecto al mercado laboral para dentro de cinco años.  El artículo en cuestión resalta a groso modo una conclusión que me deja con la misma reflexión que hace un año cuando escribí un post sobre esto mismo, o parecido (Anecdotario de profesiones inútiles, devaluadas y emergentes).

Veo que pese al  tiempo transcurrido entre la primera edición del citado artículo de El Confidencial de enero de este año y mi post, cada uno siga en sus trece. En concreto a mí me parecía que lo más demandado en la economía del futuro era el oficio de pensador. Y viene este informe con conclusiones, y aunque no lo aparente en su inicio, va y me da la razón. Obsérvese la lista de habilidades de las que ha de disponer el trabajador del presente e inmediato futuro:

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Me da a mí, que esto en las Facultades y planes de estudio de ciencias, ni referencia… Se ha llegado tan estúpidamente a separar y dividir el conocimiento humano en ciencias y letras, que se olvidó que las matemáticas son pura lógica, pura argumentación, pura filosofía y pura música. Se nos pasó por alto que los mayores desafíos de la humanidad se resolvieron aunando todas las disciplinas posibles.

El lenguaje, que todo lo impregna, está implícito en «las ciencias» ¿cómo que son malos tiempos para las carreras de letras? ¿malos tiempos para las humanidades? ¿malos tiempos para el conocimiento del pensamiento y la conducta humana? ¿malos tiempos para la comunicación? ¿malos tiempos para los idiomas? ¿malos tiempos para las normas sociales? ¿malos tiempos para la felicidad? ¿malos tiempos para la argumentación?

Encima además veo como una y otra vez se contradicen. Ponen en su ranking de habilidades la resolución de problemas complejos y a estas alturas de la película nadie pone en duda que la mayor complejidad que tenemos por resolver son las personas. Todavía a día de hoy (Octubre de 2016), las preguntitas ésas tan manidas de qué somos, qué hacemos y a dónde vamos, ni las atisbamos. Si eso no son problemas sin resolver, que venga Google y lo desmienta.

No hay empresa, fábrica, negocio, quiosco o reunión de gentes que no tropiece y se dé de bruces siempre con los mayores problemas de este mundo: las personas. Sea el desafío que sea, el que más energía, esfuerzo y complicaciones da son los relacionados con las personas.

Yo hice mi apuesta hace mucho tiempo y sigo ganando. A la pregunta de por dónde va a fallar un producto, busco en la lista de personas: equipo, proveedor, consumidor, estratega, comercial. No hace falta que revise los excel, las plantillas de protocolo ni los vencimientos de pagos, las goteras surgen de los humanos. Además ahora me ha dado por ver documentales sobre grandes catástrofes y accidentes aéreos y todos acaban poniendo nombre y apellido al asunto. Y lo mismo si buscas éxitos, detrás encontrarás una actitud personal que dejó los manuales a un lado y se empeñó en que saliera su idea adelante.

El informe Davos comienza indicando uno de los roles más demandados: el analista de datos. Ufff, en serio, qué pereza da leer esto… Cómo se nota que fueron los directivos los que se inventaron este informe. Estaba claro que andaban pensando en la mano de obra a granel que precisaban contratar para seguir fabricando puestos directivos diferenciados del resto.

No se avanza por las respuestas obtenidas, el avance siempre ha venido por la pregunta, por lo que impulsa el camino. Las respuestas las puedes hasta comprar, las preguntas y todo lo que ello mueve es lo que tiene verdadero valor. Para mí no es el analista, para mí es el estratega que indica el para qué de obtener qué datos.

Como segundo rol más demandado indican el de agente de ventas especializado en su producto para explicar a los ignorantes consumidores. Genial, y para esos pobres clientes finales, en los que me incluyo ¿preciso un tipo que me narre las bondades técnicas con todo lujo de detalles? O sea, o me mandan a un profe tecnológico en toda regla o mejor me mandan a un empático charlatán que sepa hablar en mi jerga y conozca de mis necesidades reales para ponerlas en sintonía con su novedoso producto.

Para colofón de su conclusión de que «la mayoría de los nuevos trabajos requerirán formación en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas y que son malos tiempos para las letras«,  indican que las empresas necesitarán un nuevo tipo de directivo que pueda orientar a la compañía a través de todos estos cambios. Y claro, no se me ocurre mejor orientador que un piloto.

Pensar para ese directivo en alguien que tenga conocimiento y experiencia en cómo configurar un equipo diverso en talentos salido de la facultad de ingeniería mecánica es lo que más me viene a la mente. O… creo que ya estoy viendo a ese sobresaliente arquitecto especializado en espacios públicos asistiendo a su típica cuarta reunión con uno de los coordinadores de proyecto para gestionar indirectamente su conflicto personal con el responsable de producción.

Supongo que como ellos mismos no terminaban de ver esto que acababan de afirmar lo rematan con gran sentencia: «todas esas destrezas técnicas habrán de ser completadas con fuertes habilidades sociales y de colaboración». Y aquí ya me matan… O sea, que volvemos a necesitar a las humanidades.

Esa dichosa dicotomía entre ciencias y letras es lo que dinamita todo atisbo de mejora en la resolución de problemas complejos. Si seguimos viendo las cosas bajo microscopios no veremos nunca conjuntos ni sistemas. ¿Cómo vamos a afrontar esta cuarta revolución industrial? Las anteriores parece que las resolvimos con máquinas, ahora proponen resolverlas con maquinistas…

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