Los detalles marcan las diferencias

No se me ocurre mejor frase para describir lo ocurrido: los detalles marcan las diferencias. Diferencias sutiles, abismales, cuantitativas, cualitativas, insignificantes o grandiosas, pero diferencias al fin y al cabo.

Era un evento, uno de tantos a los que acudo con la intención de aprender, tomar notas, relacionarme profesionalmente, intercambiar pareceres y practicar feedbacks de exposiciones en público. Éste tenía un punto diferente al resto, se trataba de un evento convocado por una agrupación que se dedica especialmente al sector que siempre está en alza, pero que siempre aparece en lo más bajo de todo: la mujer profesional, emprendedora y empresaria.

El ambiente era nutrido, el lugar de encuentro en un polígono dedicado a los negocios y al comercio y el local en concreto, un concesionario de vehículos de marca común. Todo pintaba estupendo para que se hablara de lo que habíamos ido a escuchar: sacar tu proyecto empresarial o profesional adelante.

Tengo que decir que la conferencia en contenido y forma estuvo muy acertada tratando el principal obstáculo con el que se encuentran las mujeres para acceder al mundo laboral, empresarial y profesional: ella misma. Es de cajón que en una sociedad de la que todos vocean que está equiparada en derechos, obligaciones y oportunidades para ambos sexos, será porque las mujeres no quieren, porque poder, pueden.

Hasta aquí, el guión seguido en medios de comunicación y desinformación para tener a las mujeres atontadas «haciéndoselo mirar» con cara de: ¿qué me he perdido yo para que queriendo y pudiendo no llegue como sí observo que llegan los hombres?

Seguro que debe de entrar el factor ése que muchas veces es despreciado y que sabiamente dijo Cervantes en su tratado de filosofía quijotesco: Yo soy yo y mi circunstancia. Pues eso, la circunstancia, el detalle que marca la diferencia…

Estaba claro que el concesionario nos mostraría alguno de sus productos con intención comercial, para eso era el «mecenas» del evento. No sé, ciertamente no me esperaba nada en concreto, pero algo así como un coche tipo generalista, una furgo para irnos a hacer una tourné de networking, un deportivo para las más maduritas, un utilitario para las currantes de tacón y deportivas… Pues no, señores, no creo que lo hubiera acertado ni a la cuarta ni a la quinta: nos presentaron a este grupo de mujeres reunidas para un fin profesional, nada más ni nada menos, que el coche que haría las delicias de toda ama de casa.

Allí que el único hombre que toma la palabra para dirigirse a nosotras nos muestra las bondades de un coche feo de cojones y funcional hasta decir basta. Pero claro, nos narra las maravillosas ventajas que este coche va a suponer en nuestra vida de mujeres. Por supuesto todo enfocado a hacer cómoda y práctica la llevanza de niños al colegio, la carga y descarga de bultos de la compra y el ahorro en costes de reparación de parachoques porque ese modelo traía el aparcamiento incorporado. Luego indicó al final y ya como pasando por alto que tenía una pantalla táctil de sencillo manejo (le faltó decir para sencillas mentes) para recibir llamadas en esos trayectos entre colegios, compras y oficinas.

A mí me pareció surrealista del todo, estuve en un tris de preguntarle si en la guantera había un sitio especial destinado a guardar la tablilla de cobre donde se cincela el permiso paterno o marital para conducir semejante cacharro del futuro…

Pero no quedó ahí la cosa, el siguiente acto que nos tenía preparado ese hombre y su organización era consecuencia natural de su visión comercial hacia este sector en alza. Que conste que la cosa parecía inocente del todo: el picoteo o snack de rigor. Pero es que estamos hablando de detalles…

Después de la estupenda charla y consecuente desinterés por la citada máquina que ni adornada con complementos de Dior te lo metes en el garaje para que te torture con sus instrucciones machistas de buena mañana, pasamos al anunciado aperitivo. Y no podía faltar lo que a continuación vino, creo que si lo hubieran montado de otra forma protesto en el libro de «cosas predecibles asignadas a los diferentes roles».

¿Qué es lo que más te puede interesar del coacktail como mujer cuando acudes a un evento profesional? ¿Que entables conversación? ¿Que amenices con los presentes? ¿Que el ambiente sea más distendido para tratar ciertos temas? No, hombre, no. Pues que te expliquen cómo hacen el snack para que luego tú te lo hagas en tu casita. ¿No lo habías adivinado? ¡Qué poca imaginación que tienes…!

Pobrecita, cuando una de las empleadas del concesionario se dirige a nosotras buscando aprobación entre el grupo del producto enseñado, se topó conmigo. A su pregunta le respondí con otra pregunta y recíproca sonrisa: ¿Si fuera un evento para hombres profesionales le hubierais enseñado el mismo fantástico coche para el quehacer diario de sus tareas del hogar? Tomaré nota y se lo diré a mi jefe, contestó intentando mantener el rictus.

Me ahorré decirle nada de lo de los canapés, eran makis y nigiris y estaban tan buenos, que como tomé la férrea decisión de no hacerlos jamás por el trabajazo que conlleva, espero que los sigan poniendo en todo evento que se precie, aunque tenga que soportar que me pasen la receta en vez de intercambiar los mails profesionales.

Son detalles, tan sólo detalles, pero marcan tanto las diferencias…

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