Las metáforas y los cuentos chinos sobre las tormentas

Creo que es de los preferidos en el top de charlatanes para adultos. Tengo canciones, frases y hasta título de peli para amenizar el tema. Sí, mira la frase de abajo:

marinero

Y eso consolida la idea de que cuanto más dificultades pasamos, más fuertes nos hacemos. Una regla de tres automática, según dicen, lo que pasa es que yo, siguiendo topicazos, soy de letras y me gusta cuestionarle a los «pitagorines», que ni ellos son tan exactos, ni los demás tan ambiguos. Hay quien lo lleva a gala, hay quien desprecia al que no las ha padecido, existen otros que admiran, otros que compadecen y hasta hay quien anhela tropezárselas y pregona sus grandes ventajas. Mas, a la hora de la verdad, no conozco todavía al humano que disfrute en plena bacanal de obstáculos.

Paciencia y verás que después de la tormenta viene la calma, espetan los «mega ultra mal llamados optimistas«. Puede ser cierto, sobre todo si lo canta Shakira en su canción «Sale el sol», aunque yo la esperaría a la vuelta para preguntarle: ¿en qué condiciones regresan los «atormentados»?

Porque claro, en estos tiempos de palabras nuevas manoseadas, se habla de personas resilientes como sinónimo de resistentes, y nooo, en ciencia la resiliencia mide la deformación y flexibilidad de una masa al aplicarle una tensión, pero en términos piscológicos, por así decir, no basta recuperarse, has de salir reforzado. ¡No j….!! ¿hay que hacer algo más que resistir a la tormenta? Pues vamos a seguir la metáfora del barquito que se echa a la mar.

Me estoy imaginando, por ejemplo el de «La tormenta perfecta» y así como si fuera uno de juguete y yo una giganta, observo qué hacen: uno se juega el tipo por los demás y ¡zas! desaparece bajo tres olas. Otro intenta replegar las velas, conservar el timón, amarrar el ancla, sujetar su miedo… Otro se esconde en su propio nubarrón, apretando bien los dientes y ojos esperando que cese, eso sí, cobijado en el mejor sitio, donde casualidad acuden todas las ratas del barco. El activo casi ni descansa durante la inclemencia y cuando se aleja el peligro se dice a sí mismo: «Tener el cuerpo y la mente ocupado en algo, sea o no eficaz, me ha ayudado a sobrevivir, pero no me subo jamás ni siquiera a una Zodiac de la Cruz Roja por el Retiro». El compañero de los roedores se sacude la chaqueta y piensa «Cuando uno va a medir sus fuerzas y sus recursos son inferiores, dejar que otros lo hagan y reservarse, parece la mejor opción».

¿Quién es el héroe aquí? Vaya, como era George Clooney al que más le pagaban por la peli, hacen que el espectador lo recuerde con cariño, pero lo cierto es que en la mayoría de films, el que se ahoga es el último de los créditos. Si de lo que se trataba era de resistir y ambos personajes lo hicieron ¿a quién condecoramos? Me surge entonces la duda de si lo que marca la diferencia es el resultado. Parece que no, ya que ambos obtuvieron el mismo. Acudimos a otro parámetro: la actitud. El activo parece que no se rindió, escogió hacer algo y buscando su propio interés consiguió beneficiar a los demás. Le ponemos la medalla, seguro, pero… su aprendizaje no me convence. En este caso en concreto no ha salido reforzado. Mientras que el gran oportunista ha salido más que hercúleo, felicitándose de su buena decisión.

No sé cómo lo he hecho, pero acabo de desmitificarme la figura de los resilientes, más que nada, por aquello de no pensar como dogma de fe, que los más fuertes sean los mejores, los héroes, los desinteresados, los felices, los mejor valorados…