La globalización y los viajes

Fantástico esto de revivir “Bienvenido Mr Marshall” en el año 2014 en la plaza más céntrica de Toledo, pero… ¿cuándo se van los del decorado? Lo digo por aquello de que de las únicas cuatro cafeterías que te permiten pararte a contemplar una plaza tan singular y característica de esta castiza ciudad, tres sean franquicias del tipo: Mc Donalds, Café & Tapas y Burguer King.

Casi, casi por un instante pensé que en mi despiste al final seguí todo recto a Madrid y estaba en Callao, o más arriba me encontré con Bilbao, o quizá así torciendo a la derecha me vi cerca de Barcelona, aunque bien pensado tampoco desentonaría con Sevilla… ¡Me cachis que no puse el coche en marcha y me quedé en la terreta!

Y es que a veces ya da igual, tienes que mirar el programa de fiestas para cerciorarte de que la ciudad que estás visitando es la que te propusiste, como esa frase tan chistosa, famosa y al tiempo tan patética de: “Si hoy es martes, esto es Bélgica” ¿Qué demonios hace un Mc Donalds en el mejor sitio de esta plaza? Algo estamos haciendo muy mal para que se pierdan los símbolos, la gastronomía, la peculiaridad y hasta la cultura de una ciudad que permite ser colonizada en pos de… ¿de?

No queda ahí la cosa, y justo al torcer la calle ¡zas! de pleno con un Zara. No podía faltar, si no me lo llego a encontrar pongo una reclamación ipso facto: “Ciudad non grata por el grupo Inditex, ciudad descartada como de interés cultural”. Es que Zara es muy nuestro, ¿no? Así como me llenó de orgullo verla en la 5th Avd de Nueva York, ver su mini escaparate y chapado un sábado víspera de fiesta me dio como mal fairo.

¡Ah! ¿y qué decir de las tiendas de souvenirs? Alegres sevillanas con toritos bravos se mezclaban con abanicos que rezaban: Recuerdo de Toledo. En la trastienda seguro que trabaja un salmantino que borra la última palabra de su ciudad para reciclarlos y poderlos vender aquí, mientras su compañero de Granada hace lo propio en las espaditas de madera con el stock que acumuló en Logroño. ¿Y a estos personajes por qué los dejaron hablar y asesorar a los del restaurante?

—Monta usted un garito todo de madera y alvero, pone raciones de chipirones en su tinta, paella de marisco, ensalada murciana y empanada gallega. De postre tiramisú y como menú infantil pizza. Bien regadas con el típico caldo de la zona denominado sangría y se fooorrra.

Tan es así, que quería comprarme un llavero y pensé (¡ilusa de mí!) que así tendría algo distinto que no me encontrara en el multiprecio de debajo de mi casa o que no publicitara gratuitamente alguna marca de moda. ¡Terrible! Incapaz de encontrar algo digno, bonito o único, a punto estuve de momificarme un mazapán ¡hasta que lo vi en un escaparate! Y se me quitaron las ganas de tener tan no original pésimo gusto.

Que sí, que abstrayéndote de estas cosas, se come genial, se bebe mejor, se contemplan cosas sorprendentes y hasta por momentos en sus calles puedes transportarte a otras épocas, mas no puedes siquiera escapar de ellos: los japoneses, y la vuelta a la realidad es dolorosa. Acabaremos siendo tan sólo un recuerdo más en la pantalla de fondo de algún Tamagotchi.

Dos japoneses en plena euforia turística por Toledo con el "selfiegadget"
Dos japoneses en plena euforia turística por Toledo con el «selfiegadget»

Los efectos perversos de la globalidad es que en vez de enriquecernos hemos salido empobrecidos, culturalmente hablando, claro, que en lo demás parece que hay unos pocos que engordaron sus bolsillos. La uniformidad en el comer, en el vestir, en el coleccionar, en el consumir no me parece que sea enriquecedor, me parece más bien un atentado contra la diversidad, la peculiaridad, la cultura o idiosincrasia de cada pueblo.

Quizá se hayan llevado adelantos a pueblos o lugares donde la vida se hizo incómoda o carente de novedades frente a zonas más céntricas, pero no necesita Toledo mostrar al mundo más novedad que sus excelentes bodegas, su innovación en restauración, su capacidad de adaptación a los tiempos, su convivencia pacífica de pueblos y todo ello sin pagar tan alto precio. Fue una ciudad pionera en ese sentido, una ciudad integradora pero con personalidad propia y sin embargo ahora da la sensación de que poco a poco, como a casi el resto de colosales ciudades que figuran en las agencias de viajes masivos, va primando el imperio: el imperio de la globalización, de la uniformidad.