La explicación

Todavía con el cuerpo cansado de un ejercicio de lucha no consciente… de unos ojos escocidos… de un agujero con infinita pena… de una reverencia inmensa… todavía no sé de qué sirve lo que ha sucedido, la explicación. Si es que la hay.

Mi amiga el día de Nochebuena ofreció su más preciado presente. Su hijo estará con ella por siempre, aunque los demás no lo veamos. Su tragedia, porque quiero llamarla así,  me ha removido como hojas esperando a caerse en un inesperado vendaval.

He tenido que pedir ayuda para poder acercarme a ella. No me manejo en estas cosas. Puedo descargarme diciendo que me educaron evitando estas situaciones de dolor. Aunque mi edad debería contrarrestar esta inhabilidad. Pero me da lo mismo pedir manos para ofrecérselas a mi amiga, yo se las doy como sea. Y es terrible que aún en el gesto de acompañar a otro, me vea ocupándome de mí.

Y ella buscaba mi abrazo y que la sujetara sobre un suelo que ahora no existe. Y no sé quién sostenía a quien. Nos hemos reunido la mañana de Navidad unos amigos en torno a ella y en ese gesto de hacer piña, callados, asolados, nos hemos unido entrelazados, llorosos, compenetrados, agradecidos unos de otros. Y ha sido precioso ese puto momento.

Comprendo que tanto dolor hemos de colocarlo en alguna explicación. Y cada uno se la da. Queremos, necesitamos un sentido. Que si es injusto, que si rompe para siempre, que si no hay mayor pérdida, que si… Pues otra vida, una enseñanza, una trascendencia, un destino…

No lo sé, pero si fuera tan lógico, esperado y natural no veríamos a un numeroso grupo de recién estrenados en juventud con las magulladuras de aterrizar de un cielo infinito que todavía les correspondía. Un amigo sin alma gemela. Una familia sin miembros. Una madre sin maternidad.

Parece que estamos forjados de golpes, hambrunas y ausencias con salpicadas chispas de alegría. La felicidad no es risa, es sabiduría. Me resisto a que la forma de mi acogedor pecho provenga de intentar retener lo que inevitablemente ha de irse… Doy calor con la hoguera de mis días, con las cenizas de los juguetes que perdí.

Y la vida sigue. Y la Navidad se celebra. Y el amor nos salvará. Y quiero que así sea, encuentre o no una explicación.

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