Hoy (23 de diciembre) ha sido claro ejemplo de lo que hacen las redes sociales: conectar a gente. No conocía a Sandra Torrighelli más que en Facebook y teníamos varios amigos en común. Pues leído, visto, dicho y hecho, nos pusimos en contacto y he estado en la comida que la Plataforma Unidos 8 de marzo ha organizado.
He llegado sin conocer a nadie, como muchas veces me ha pasado. Creo que es de las pruebas más duras que ha de pasar una persona para curtirse en timidez, y como yo era tímida y tenía como gran reto vencerla, estoy acostumbrada a pasarla. Nada como llegar y observar como siempre hay parejas, tríos, cuartetos o solitarios con padrino distribuidos en mesas. ¿Dónde y con quién me siento?
Pero enseguida Sandra me saca de la duda y como excelente anfitriona que es, me elige sitio y acompañantes y ahí… he conocido a la mujer de mi vida; en otro sentido de la frase, claro. Cada día creo más en las «causalidades», pues Rosa Ana Cremades me ha parecido una mujer reveladora, tanto en su vida privada, como en su vida profesional. Resulta que escribe, que es coach y forma desarrollando talento, que viene de un mundo diferente al que ahora ejerce, madre de dos hijos… Somos tan diferentes y parecidas… Gracias a la Navidad por este regalo. Aquí queda la foto que hemos buscado para decir «encantadas de conocernos».
Me quedaban más sorpresas y una de ellas ha sido conocer a Jesús Castellanos. Por su trayectoria deportiva y empresarial es como si hubiese venido a amenizarnos la comida el mismísimo Alejandro Sanz, no sé, por mentar a uno de los grandes de nuestro país y de fuera. Y de eso se trataba precisamente, de que a pesar que Jesús es el Presidente de la Federación Española de Taekwondo, de la Confederación de Federaciones Deportivas Españolas y miembro de la Ejecutiva del Comité Olímpico, no es profeta en esta tierra, o mejor dicho, terreta, com diu per ací. Ha sido todo un lujo hablar con una persona tan cercana, tan pionera y tan válida al mismo tiempo. Otro regalo que voy acumulando.
Mas no termina ahí, además de las varias y variadas presentaciones que casi todos los comensales hacen de su expertis, con más o menos acierto, sale a cantar una mujer, Rosa Domínguez, que me ha dejado con la boca abierta y el corazón encogido. Que gusto afinando, qué garra de voz , qué dominio del escenario, qué… No tengo palabras para describir lo que a cappella nos ha improvisado de una mítica canción que ni la propia Whitney Houston bordaba siempre. Inolvidable este regalo.
Y ya de colofón, Carmina García con sólo mirarme y un par de preguntas bien dirigidas sabía más de mi salud que mi propio médico de cabecera y yo para estas cosas soy muy escéptica. Casi, casi, me llevo mi dignóstico y el tratamiento adecuado… Otro regalo y ya con la bolsa llena y por miedo a romper el saco, he regresado a mi casa, eso sí, alumbrada.
Así que os recomiendo no resistir a las causalidades que se nos ofrecen y vencer ese temor de vernos solos porque sueles regresar más acompañado. Y si no, siempre nos queda eso de «algo me ha sentado mal…, me acaban de llamar y…, se me hace tarde…» Pero eso no vale para la cena de Nochebuena ;·)