Empresario a tus empresas

Fantástica la pregunta formulada a modo de advertencia que realizó un tipo muy «lucido» él de un programa del que soy docente: En esta formación que dan a empresarios, los profesores serán empresarios ¿verdad?

A ver, empecemos. ¿Qué se entiende por empresario? ¿el mismo perfil que el alumnado? Y pongo en antecedentes que se trata de personas que tienen empresas o negocios no relacionados con la docencia, o sea, que igual fabrican calcetines, que regentan pastelerías.

Yo creo que la respuesta debe ser acorde a la pregunta. Los empresarios que asisten a esta formación, tienen el perfil de óptimos estudiantes ¿verdad? En fin… obviemos las obviedades y pasemos a argumentarle a este curioso humano.

La mayoría de los formadores, o sea, personas que se dedican profesionalmente a la impartición de prácticas y conocimientos que otros usuarios precisan para desarrollar sus actividades u oficios, deben estar dotados de habilidades de comunicación bajo un espíritu de servicio al otro.

Efectivamente, pueden ser profesionales o pequeños empresarios, pero no me veo yo a un tipo que vive por y para su empresa y negocio dándole todo el día al tarro para solucionar, mejorar o crearse problemas en su empresa, preparando programas, dinámicas, métodos, estudiando constantemente, colaborando con múltiples disciplinas y relacionándose con diversas organizaciones para enriquecerse de diversos «know hows» con propósito ajeno a sus intereses, desplazarse a muchos y varios kilómetros de la sede física de su empresa y todo ello para invertir todo un día en ayudar un rato a otros empresarios a que sus respectivas empresas funcionen mejor.

Normalmente los empresarios están obsesionados con sus empresas y pocas cosas caben al lado de las obsesiones. Creo precisamente que gracias a esa obsesión constante salen sus empresas adelante.

Si son empresarios pequeños de reducidas inversiones en su formación, vamos como para que un empresario se conforme con ganar una media de 100 euros la hora de clase que suele cobrar un profesor de este gremio. No le compensa.

Y si se trata de grandes empresarios con grandes presupuestos en formación (con sus consiguientes grandes exigencias), no suelen encontrar empresarios de prestigio a su nivel que se presten a rebajar tanto su ego. Con una master class al año después de 7 intentos para cuadrar la agenda y desbarajuste de presupuesto, van que se matan.

Dar una buena formación requiere oficio. Precisa primero formarse uno mismo, mostrar, guiar, conducir o mentorizar a otro. Precisa conocer el aprendizaje en sí. Esto no se improvisa entre tarea y tarea empresarial. Formar a un empresario en habilidades o competencias propias y específicas para su empresa no consiste en dedicar un rato a pasar con garbo diapositivas en un power. Tampoco en intentar clonar lo que a ti, como empresario, te funciona, contando tus éxitos y batallitas.

Además, dando clase a empresarios aprendo tanto de ellos, que estoy segura que si tuviera una como ellos me marcharía corriendo dejándolos con la palabra en la boca para poner en práctica enseguida esa genial idea que a veces sale en una clase.

A más de uno he visto como la silla o el boli el quemaba al tiempo que le brillaban los ojos. Y más de una vez me han entrado ganas de decirle: vete, aquí ya has tomado lo que sirve y esto te sobra. Ponlo en marcha y si quieres, vienes otro día, pero hoy, lárgate.

Espero haber contestado a este preguntón crítico. Los formadores han de conocer de empresa, pero no necesariamente ser empresarios. Como los médicos, han de saber de enfermedades, pero no necesariamente estar enfermos. Y luego, no hay nada mejor que experimentarlo (uno de los pilares del aprendizaje) asistiendo a ese curso de formación y que cuente…

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