Empresa, no busques mi felicidad

El pasado día un excepcional colega de profesión (voy a especificar por aquello de mi diversidad o dispersión, que me refería al Coaching) José Pedro García, colgaba en su muro una muy buena reflexión sobre lo nuevo que a la empresa Google se le ha ocurrido: organizar un curso de Mindfullness o Atención Plena para sus empleados. El curso se denominaba “Busca dentro de ti” y si bien la idea era potenciar el autoconocimiento y autodominio de los suyos, al final fue criticada su acción. ¿Pero no se trataba de…?

La razón principal era que la empresa no buscaba como objetivo final que el empleado fuera más feliz, sino que produjera más. ¡Andaaa! ¿Cómo se le ocurre a una empresa pensar en su productividad? ¡Y además siendo Google! ¿No es más propio de la Coca-Cola?

Entonces me dio por ponerme en el lugar de la empresa y mira tú por dónde, no lo encontré  incompatible. Ellos son más felices y yo como empresa, gano más con esto. Vamos a ver ¿es más “bueno” que un empleado busque su felicidad a que una empresa busque su productividad?

Está claro que una empresa ha de perseguir sus objetivos pudiendo hacerlo a través de muchos medios,  y eso ciertamente marcará la diferencia, PERO, sin olvidar que son sus objetivos. ¿Tiene como fin impartir felicidad? Bien, como Santa Claus’s Company. ¿Tiene como fin alcanzar su visión y para ello precisa impartir felicidad entre sus empleados? Pues mira que me parece bien también. Al menos se le ha “ocurrido” que lo que más atrae a los demás para que le ayuden a desarrollar su visión y misión de empresa es precisamente dejar que la encuentren trabajando para ello. Oye ¿y eso no se llamaba alineación de valores o algo así?

Es más, yo como empleado «pasaría» de que mi empresa buscara mi felicidad. Ya, yo si eso… con quien quiero… cómo y cuando… Me parece a mí, vaya. Esto lo digo porque me moriría del bochorno si en la puerta de una escuela de negocio donde impartiera clase, por ejemplo, dijera: Tenemos como visión hacer que Laura se sienta feliz en estos 3 próximos años desarrollando sus competencias de formadora con plena y absoluta libertad de cátedra. ¡Qué presión me acaban de meter! ¿Acaso hablaron con mis padres por teléfono? ¿Son 3 años constantes? ¿Ya han cambiado el cartel del que se marchó hace dos semanas?

Lo principal es que una empresa está para desarrollar sus fines, su contribución a esta sociedad, pero no para realizarme a mí como persona o profesional. Es una relación de equilibrio lo que debe primar: me das los medios para ayudarte como empresa y yo como empleado pongo mi saber-hacer. Claro, a estas alturas de Siglo ya nos vamos enterando que para que la gente ponga su saber-hacer con gusto, eficacia e implicación, mis medios como empresa no han de ser sólo materiales. Mas de ahí a que vele por mi felicidad…

Si de verdad somos “creyentes” de la felicidad, bien sabremos que nadie ha de velar por ella más que nosotros mismos y ni mucho menos depositar nuestras expectativas en que una empresa que tiene carácter indefinido en el tiempo, que lo conforma una organización con sus diversas y diferentes felicidades o que necesita sustentarse en el ánimo de lucro para sobrevivir, base su quehacer en complacernos. Y válgame dios, si además te pillo en el renuncio de preguntarte ¿qué te hace feliz en el trabajo? y no tienes pronta respuesta.