El mejor tratamiento de belleza: la autoestima

Lo más barato contra las arrugas, el envejecimiento y la pérdida de lozanía es la autoestima. De verdad que es lo más rentable, efectivo y saludable. Además te apaña otros problemillas de la vida y vayas donde vayas, tengas la economía que tengas y te juntes con quien te juntes, te sirve. Hay que renovarla a diario, pero como las actualizaciones de las Apps, un pequeño ajuste y listos para seguir.

Mira que escucho y veo a mujeres estupendas, feas, preciosas, dejadas y cuidadas hablar de tratamientos de belleza anti edad… Que si te pinchas por aquí, que si te levantas por allá, rellenas acullá, que si operación, intervención, tratamiento, coste, renovación, convalecencia, secuelas, resultados… Me flipa la terminología y los nombrajos que se gastan, para que luego digan que no se nos dan bien «las ciencias».

Lo de desterrar complejos y desperfectos, normalmente pequeñas soluciones a grandes problemas, pues como que lo entiendo perfectamente y no merece más pérdida de tiempo que hacerlo. Pero lo de salir de la esclavitud del corpiño y corsé para meterte en otro…

Habrá un momento que la edad se envuelve en velos, pero al final sale al escenario, no queda otra. Porque no me digas que ir con boca de pez pasmado o de estatua que se cree de mármol de Carrara cuando luce cemento fraguado (estatua, eso sí) es mejor solución, además de hacerte libre, madura, segura y desprejuiciada.

No aceptarse sale caro. Muy caro en todos los sentidos.

No te hace bella y deseable el bótox, eso lo hace el encanto personal y todavía no lo envasan en Sephora. Si quieres invertir en ti, hazlo, pero no en la cuenta corriente de la sociedad que pretende mantenernos jóvenes como si eso fuera nuestro único valor en alza. Se vale siempre y cada edad y tiempo tiene su belleza.

¿Vives de tu imagen? ¿eres actriz o modelo? ¿cotizas en proporción inversa a tu flacidez y arrugas? pues lógico lanzarse a esa temporal tabla de salvación. ¿Estás forrada, ociosa y quieres contribuir a la industria química? Bueno… siempre tienes la opción de decantarte por acciones que preserven el medio ambiente y no terminando siendo un cadáver con alto peligro de toxicidad y contaminación. Te aseguro que la última opción no rellena inseguridades, frustraciones o camas vacías.

Ya el colmo del esperpento es cruzarte con esa típica pareja donde él parece recién salido del sofá-vagón del tren de la bruja donde un día entró galán y salió lleno de maldiciones: te quedarás mal calvorota, se te hincharán los carrillos, los pelos anidarán en cualquier oquedad que encuentren en tu cuerpo, tus ojos descansarán sobre bolsas almohadilladas de color berenjena, tu espalda encorvará tus ganas y jamás volverás a vértela de pie. ¿Y ella? A veces de espaldas te costará distinguirla de su hija, mas de frente, le echarás más de 40 sesiones contra natura. Eso no puede funcionar nunca, esa pareja viviendo esa terrible tensión entre caer en picado él o salir disparada a los cielos ella. O una se esfuerza por los dos, o es que tiene a otros dos por quien esforzarse.

Basta un simple barrido en una congregación de mujeres que de adolescentes no conocieron el móvil para detectar a las retocadas por (como se hacen llamar seguidas del apellido del cirujano) a las camufladas (auténticas magas del maquillaje profesional y postizos) y a las brute nature (las del tinte y maquillaje nivel Señorita Pepis). Da igual, la edad la llevan igual a cuestas: retocada, camuflada o teñida.

Quizá se trate de una cuestión de practicidad y estamos viviendo tiempos convulsos para ello, pero lo más económico, duradero, efectivo y satisfactorio es y seguirá siendo, pincharte autoestima, estirar la dignidad, eliminar el gustar siempre y cuando te mantengas en los cánones impuestos, rellenar la autovaloración y hacerte las operaciones mentales pertinentes para aceptarte.

A lo mejor no sales tan mona en la foto, pero te va a dar un igual… que no veas…

Dejarás de engrosar esas aberrantes listas de: «Fíjense qué mujeres tan espléndidas pese a lo viejas que son, si todavía son dignas de mirar». Pasen y observen cómo podemos seguir perpetuando la esclavitud femenina machacándolas pasados los 40, 50, 60 y subiendo… Si creías que no dejaríamos de darte la murga para que sigas comprando vaqueros ajustados, máquinas cambia moléculas y cremas al extracto de lava de Marte que cuesta una nave espacial pagarla, te has equivocado. Aquí seguimos enseñándote modelos de mujeres maduras muy minoritarias genéticamente haciéndote creer que son mayoría y que por encima de todo hablamos de ellas porque seguimos viéndolas deseables sexualmente. Si no ves eso, es que no te enteras del juego que nos traemos, así que te tocará caer del guindo a los 80, si es que la ciencia no sigue avanzando y hacemos concursos de belleza de Miss Octogenaria.

La carrera por parecer lo que se era es imparable. Antes tenía un pase, llegabas a la edad de la jubilación del oficio de vivir para la aprobación de los demás en justo ese momento en que ya no te podías estirar más sin darte la vuelta y quedarte del revés. Pero es que ahora aterroriza pensar en un mundo donde vivirás entre mujeres replicantes que se niegan su dignidad y hombres acostumbrados a pechos de siliconas, labios rellenos de potingues, pómulos estirados, rasgos congelados y estimas pisoteadas. ¿Habrá mujeres que piensen que así son más respetadas? ¿O tan sólo buscan agradar? ¿agradarse a sí mismas?

Y dicen que estas generaciones viviremos hasta los 120… Va a ser más que patético mezclarte con tus nietos en las barras de bar rodeados de vigoréxicos ancianos babeantes ante injertos y plasticosas… vaya usted a saber ya qué.

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