El liderazgo, o más de lo mismo

Por favor, vamos a gastar la palabra sin conocer su significado. Es lo que se dice, morir de éxito sin haber triunfado nunca. Se habla de liderazgo en las empresas, en los partidos políticos, los líderes, inspiradores, ejemplificadores… Pero, pero… ¿dónde se esconden todos esos? Debe suceder lo mismo como con las inspecciones, que aparecen todos los buenos a tropel cuando redactan los artículos y manuales al uso, pero una vez el inspector se marcha, se cuelan por las rendijas del aire acondicionado para juntarse con el resto de gases etéreos…

He llegado a escuchar que un líder es aquel que decide, que sabe lo que hay que hacer siempre, aunque se equivoque… Sí, tiene capacidad de decisión, aunque sea una barbaridad, pero no pueden verlo dudar. ¡Ay, qué horror una persona con una duda! Ahora empiezo a entender muchas cosas: encontraron a uno de estos seres fantasmagóricos allá por la época maya, tomaron parte de su gen y lo replican con variaciones cada cierto tiempo, por ejemplo con Ghandi, Teresa de Calcuta, Nelson Mandela y Steve Jobs. Con los restos que no parece que amalgamen bien del todo, los desperdigan por ahí a las empresas divididos por sectores y dentro de éstos por funciones, departamentos y así hasta que llega al Corte Inglés, Zara y Mercadona. A veces el reparto no es justo, pero vaya usted a reclamar…

El caso es que se observa una desproporción entre lo que figura en el manual y los denominados líderes reales. Que digo yo, así como para abrir boca con el tema, que muy poquita gente sabe liderar su propia persona, así que lo que va reflejando por ahí es para ciertamente volver a llamar al inspector para que se haga poeta, pero que por favor deje de escribir manuales teóricos que no pueden ponerse en práctica.

Después de un tiempo tratando profesionalmente con esta especie protegida y en extinción he llegado a la conclusión, y espero que mala y haya mil gentes que me la rebatan con realidades y hechos contrastables, que en las empresas tenemos directores, dirigentes o guías impuestos, pero no líderes naturales. Es decir, la macro cooperativa o la reunión de muchos donde se elige al que evidentemente tiene las cualidades humanas del líder del manual para mover a las personas y sacar lo mejor de ellas no abunda, escasea o no existe. ¿Cuántas empresas conoces que se rijan por esos parámetros? Mmm… espera, una o ninguna… El 99’99 y medio por ciento diseña un puesto con unas funciones abstractas que han de ser desempeñadas por una persona que ha de reunir equis capacidades, aptitudes, actitudes, habilidades, etc.

¿Y por qué es tan rara avis que alguien busque un líder así de manual y que además se lo encuentre para su empresa? Pues para ello hay que ir a la causa o raíz del asunto. Porque para reconocer algo hay que tenerlo previamente interiorizado. Las empresas nacen de un emprendedor. En esto que parece de perogrullo, que sea un emprendedor el que emprende una empresa, es de donde nace el meollo. Generalmente el emprendedor no asiste a las clases del buen emprendedor, sino que tiene en sí la combinación de virtudes y defectos que le hacen la persona adecuada para emprender ese negocio, empresa y proyecto y…. tira para adelante.

¿Le sale mal? Lo vuelve a intentar o se hunde. De los que quedaron hundidos no vamos a hablar, si ninguna empresa ni proyecto crearon, «si no hay manitas, no hay galletitas». Nos quedamos con los que lo consiguieron o lo volvieron a intentar y al final tuvieron la mala suerte de que les salió bien. Ya se sabe, que cuando uno acierta cree que así es como se hacen las cosas, porque si no, no hubieran salido. El acierto es tal trampa que impide que uno salga de ella y se quede acertado el resto de sus días. ¡Me ha salido, me ha salido!

Y este gran emprendedor que consigue al fin ser empresario era bueno… era bueno en el 99’99 y medio por ciento en hacer lo que hizo. ¿Que coincide que en su interior tiene un gran desarrollo de su persona inteligente y emocionalmente con la combinación adecuada para liderarse a sí mismo y «lo que sea»? es el que rompe la excepción, porque sin excepción se nos caen las teorías. Pero es que hemos hecho de una excepción y un ideal la tónica a seguir. Que no digo que no sea como la utopía, el mejor camino a seguir, pero desterrar a todo el resto porque no se ajusta al ideal es como matar a todos los feos porque no se parecen a Brad Pitt.

Siempre que se intenta formar a alguien me resulta lamentable, inútil, frustrante y poco realista partir de modelos. En desarrollo personal hay que partir de las personas y desarrollarles su propio liderazgo. ¿Que te sale a la moda como se llevan ahora los líderes? pues mira, hará conjunto con el ambiente, no obstante en caso contrario, esa persona sigue teniendo valía. A mí me parece muy facilón clasificar en bueno/malo, positivo/negativo, constructivo/destructivo, blanco o negro. Señores, las paletas de colores andan siempre emborronadas y hay quien pinta luz con tonos de grises y hay quien usando el blanco ciega otra cualquier posibilidad.

No hay que buscar buenos líderes, hay que buscar personas desarrolladas en su propia gestión personal. Llámense jefes, directores, mandos intermedios o peones. Tampoco es posible conformar un gran equipo con una excepcional persona rodeada de gañanes, ni el mejor producto de todos los manuales… No todas las empresas han de tener en sus fines desarrollar a las personas, es más, salvo que sea su especial objeto social, como por ejemplo una escuela de negocios o una consultoría, a lo que tiene que dedicarse es a su fin último de contribución a la sociedad admitiendo y permitiendo que las personas con las que cuenta para ello se desarrollen.

Es que muchas veces confundimos gestionar a las personas con hacernos responsables de ellas. Incluso para hacerle feliz a alguien has de obtener previamente su consentimiento e involucrarte personalmente con compromiso y reciprocidad y yo, la verdad, no veo a la inmensa mayoría de las personas dispuestas a ejercer estas profundas labores. Pongamos un poco de lógica y eliminemos romanticismos.

Las empresas buscan sostenerse en un sistema económico previamente diseñado y pactado. Cada uno es responsable de sí mismo y como función de dirigente, líder o guía, lo que has de hacer es utilizar los medios que se ponen a tu disposición. Esos medios incluyen a las personas. Las personas no entregan su corazón, alma y espíritu en las actividades laborales. ¡Si muchas veces no lo hacen ni en sus parcelas más íntimas y cercanas! Tan sólo tienen que dar lo mejor de sí haciendo eso para lo que se ven retribuidas, compensadas y realizadas. Bien tratadas, respetadas, agradecidas, sin coacciones… Es decir, en un mundo de personas desarrolladas con inteligencia emocional con diversidades de criterios, conflictos continuos, valores divergentes y convergentes. Pero para «amar» al personal hay lugares más voluntarios y amenos.

Vamos, yo saldría corriendo y sin mirar para atrás por si pierdo impulso si una empresa me exigiera eso. ¿Y dejarlo en manos del líder ése? Pues no ves que no. Es un líder inspirador… El único que lidera tu vida puedes ser tú mismo. Si sobrevaloramos su figura, los líderes empresariales se convierten en salvadores de patrias ajenas. A mí eso del líder inspirador me aterra, sigue partiendo a mi modo de ver de la idea de que uno está por encima de los demás gracias a sus magníficas virtudes que derrocha generosamente sobre todo animalito que se le junta…

Una empresa necesita organización, y si esa organización humana se compone de personas empáticas, dotadas de habilidades sociales y de comunicación, funcionará mejor que al contrario. ¿Que hay personas que extraen lo mejor de nosotros? son bien recibidos como medios o excusas para. Pero ni es responsabilidad de un líder ni de un empleado, es responsabilidad propia.

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