El Amor y la Muerte

El tema de la reunión era La Muerte y todo lo relacionado con ella: la enfermedad, el duelo, el miedo a ella, el dolor, su significado, la religión, las causas… En torno a este tema nos propusimos el Foro Coaching Alicante el pasado viernes 7 de noviembre exponer en dos micro ponencias, dos ideas para posteriormente dialogar. No puedo evitarlo, es nombrarme la muerte y hago una asociación inmediata con el amor.

Supongo que la culpa la tiene mi iniciación a la Literatura, cuando ya dejé los cuentos de niños (que por cierto, nunca me interesaron lo suficiente como para aficionarme a la lectura) y me encontré con la literatura romántica, con los franceses, con los rusos, con los ingleses, con Lorca, con Shakespeare, con la ópera… Entonces encontré para el citado tema de la eterna mudanza algunas razones, dramas, consecuencias, vacíos, irrealidades, desperdicios, deseos, venganzas, suicidios, asesinatos y tan largo etcétera que en realidad me decía que la vida sin la muerte no tendría sentido.

Ojo, no tendría sentido tal como conocemos la vida ahora, pero sí en otros tiempos. ¿¿Es que la muerte no ha existido siempre?? Pues no. Y este gran hecho lo conocí de primera mano de un biólogo, coach y profesor universitario que me tiene fascinada: Alejandro de la Vega, coordinador conjuntamente conmigo de la actividad del Foro y a quien debo no ocuparme de menesteres mundanos, gracias a su todo quehacer, y a pincharme para que me saliera el presente relato.

Parece ser que la muerte nació cuando nació el sexo. En nuestra época de paramecios nos clonábamos, nos dividíamos para hacer más yoes, en realidad no moríamos. Entonces fue cuando a alguien se le ocurrió que así no avanzaríamos ni evolucionaríamos, ni nos divertiríamos ni nos pelearíamos, ni nos mataríamos por celos, ni por venganza, ni por amor, ni… Coñi, que el mundo sería aburridísimo sin Goethe (mega esencia sublime del amor romántico).

Con ello os pongo en situación si además os digo que para el encuentro nos reunimos ya al atardecer, que el local apenas tenía una luz azul directa y el resto del alumbrado era con velas, y que las anteriores ponentes (Inmaculada Sirera y Mirenlu Guinea) nos dejaron con el corazón en un puño con sus aportaciones vitales… a lo que coadyuvó una siempre profesional, cercana y única Begoña Gozálbez. Ahí llego yo para añadir… mi reflexión sobre el amor y la muerte: